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21 mayo 2011

El cisne negro - Darren Aronofsky (2010)



La muerte como elemento para el arte trascendente



El cisne negro, una muy interesante película dirigida por Darren Aronofsky (El luchador, 2008), y excelentemente estelarizada por una consolidada Natalie Portman, nos plantea lo que se podría denominar "una muerte necesaria", planteamiento que ya ha sido llevado al cine en diversas ocasiones, entre las cuales recuerdo: Corazón valiente, de Mel Gibson; La pasión de Juana de Arco, de Carl Theodor Dreyer; El imperio de los sentidos, de Nagisa Oshima; y la más reciente La vida de David Gale, de Alan Parker. Por diversos motivos, en cada una de ellas, ocurre la muerte "aceptada" del personaje central, siempre obediente y leal a sus convicciones y principios (superiores a su amor propio), y para el cual la consecución del objetivo solo se logrará tras ese fatal desenlace. Muy socrático pero, tal como los casos de Sócrates y de Jesucristo, nada ideal, pues muchas de dichas cintas solo narran acontecimientos reales. Una vez más podemos constatar que la realidad supera a la ficción, y por amplio margen.

Muy destacadas han sido la mayoría de las actuaciones de los actores y actrices que han realizado los roles de estos mártires. La soberbia actuación de María Falconetti en la celebérrima La pasión de Juana de Arco es un claro ejemplo, pues ha sido considerada por muchos como la mejor actuación del cine. No entraré en polémica a este respecto, ni pretendo hacer comparaciones, pero la actuación de la bella Natalie Portman es pilar fundamental de este filme, como lo fue la de María Falconetti en la legendaria realización de Dreyer. No en balde se llevó la tan preciada estatuilla de la Academia este año, muy merecidamente.

Otro aspecto que se nos presenta en El cisne negro es la enorme presión sicológica que pesa sobre la protagonista, la bailarina Nina Sayers, y que ocasiona que ésta pierda el sentido de la realidad y sucumba ante un cúmulo de delirios que la llevarán a la muerte, por suicidio en este caso. Una presión que nace de la competencia con otra bailarina (que no consideramos sea el tema central), y del obsesivo anhelo por lograr la perfección artística, de lograr el climax de una obra inspirada en el ballet El lago de los cisnes, de Tchaikovski, más precisamente en la versión en la que en el cuarto acto Odette se suicida. La grandeza en la interpretación del papel la harán superar la competencia y la catapultarán al más alto grado de perfección en la danza. Si el acto escénico implica la muerte del personaje, ¿qué mejor actuación que la muerte real? Es el desbordar de la pasión sobre la racionalidad; actitud no recomendable de acuerdo a lo que han comentado muchas veces los artistas en sus entrevistas, quienes aseguran que el acto creativo es una pasión, una irracionalidad, pero dominada, controlada, por la razón y no al contrario. Con razón (y valga la redundancia) Francisco de Goya sentenció: "el sueño de la razón produce monstruos".

El filme abunda en escenas de terror, a veces confusas, cuyo origen es el delirio, la pérdida de sindéresis de Nina. Bien logradas, esquivan, en muchas ocasiones -si no en todas- su pertenencia a lo irreal, y logran confundir al desprevenido espectador.

Una película muy bien hecha, digna contrincante de El discurso del Rey para el Óscar a la mejor película. La extraordinaria actuación de Natalie Portman, y su secuela: el Óscar, la consagran como una gran actriz.


3 comentarios:

  1. Interesante el amplio y muy profundo análisis del cine negro, el cual es un magnífico thriller psicológico que nos adentra a la psiquis perturbad Nina Sayers y su afán de lograr la máxima perfección de su arte. Esta película sin duda ya es considerada una joya de la cinematografía mundial.
    Felicitaciones por esta estupenda página.

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  2. Natalie Portman genial. Gran película. De lo mejor que he visto este año.

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  3. Te incluyo en mi blogroll. Saludos.

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