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26 febrero 2012

El artista - Michel Hazanavicius (2011)



Sobreviven los que se adaptan a los cambios

El novel director francés Michel Hazanavicius se ha atrevido a realizar, en pleno siglo XXI, una película en blanco y negro, con formato 4:3, sin parlamento, con la sola música de fondo y algunos intertítulos que ayudan a entender ciertos detalles del desarrollo de la trama. Y ha resultado ser una excelente película. ¡Quién lo diría! El artista nos cuenta la caída de un actor de la época del cine mudo, que corre paralela al ascenso de una joven actriz de la nueva era de las películas sonoras, a quien el actor había ayudado para que ingresara al mundo del cine. Ella, en la cúspide de su carrera, logra rescatar al actor que ha caído en desgracia, luego que el mundo de Hollywood le rechazase por considerarlo pasado de moda, al tiempo que él habitaba en su glorioso pasado, causándole una gran depresión. El final, optimista, muestra al actor reingresando a la escena, de la mano de la actriz, que ahora es su mecenas.

No nos deja de recordar a otra extraordinaria película que nos narra algo parecido: Sunset Boulevard (Billy Wilder, 1950), con la gran actriz Gloria Swanson. Es sorprendente que El artista nos atrape de igual forma que nos han atrapado filmes de la época del cine silente. Hazanavicius ha logrado un montaje y una edición, apoyada en un guión y en buenas actuaciones, capaces de mostrar una historia al mejor estilo de antaño, prescindiendo de los diálogos audibles. Es loable, y no extraña que sea candidata a varias estatuillas Óscar de este año, amén de premios que ya le han sido concedidos (Globos de oro y Bafta, entre otros). Muy merecidos todos ellos.

La película no se puede entender como un homenaje a algún actor específico(1) de la época del cine silente, pero a todos aquellos que tuvieron que abandonar la actuación debido a que el advenimiento del cine sonoro implicaba un cambio en la forma de actuar, y algunos no tenían voces aceptadas por los estudios y el público. Fue el caso de  Gloria SwansonGriffith, Charlie Chaplin, entre muchos otros. No solo afectó a actores, también a directores, pues hubo un cambio en la forma de hacer las películas, debido a que la tecnología implicaba guión, banda musical, y esto modificaba tanto el lenguaje cinematográfico per sé, como la forma de montar, editar y hacer las películas en general. Verdaderas estrellas en el cine mudo, no lograron trascender al cine sonoro. Muchos abandonaron el oficio de cineastas. Eso ha ocurrido también en otras artes, como la arquitectura, la pintura o el teatro. Nuevas escuelas o tendencias sepultan a las anteriores, y a sus actores. La lapidaria “teoría de la evolución” de Charles Darwin no indica que sean los más inteligentes o los más astutos los que sobrevivan, pero sí los que más se adaptan a los cambios. También está presente el biológicamente ineludible relevo generacional. Creo que fue Ortega y Gasset que dijo que cuando no somos capaces de entender el mundo actual, es porque ya estamos viejos. Son las nuevas generaciones las que están llamadas a la acción, en un mundo que ellos entienden mejor que sus antecesores.

El artista nos recuerda que toda etapa es superada, y que la vida está constituida de constantes cambios, tal como anticipara Heráclito hace ya más de 25 siglos: al mismo río entras y no entras, pues eres y no eres.

Una excelente película que rescata el sabor de los viejos filmes silentes, y los honra.

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(1) Refiriéndonos tanto a actrices como a actores.


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