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La repulsiva vida de burdel
En la
segunda mitad de la década de 1970 y comienzos de la década de los 80’s,
ocurrió una eclosión de buen cine venezolano. Román Chalbaud
formó parte de los directores responsables de esa época dorada. El libretista,
siempre recordado, José Ignacio
Cabrujas, trabajó en varios de los proyectos cinematográficos, de
televisión y de teatro, de ese entonces. El pez que fuma es una
película emblemática de Chalbaud
y de esos años. Hilda Vera, Orlando Urdaneta, Miguel Ángel Landa y la bella Haydée Balza,
conforman el reparto básico del film, que tiene un buen desempeño en la obra.
La historia
muestra (al igual que la mayoría de las producciones de la época), un pedazo de
la vida de personajes, pero que pueden ser pobladores comunes y corrientes de
este país. Algunos filmes de ese entonces se basaban en casos reales. Era un cine
heredero del neorrealismo
italiano, pero con actores profesionales y recursos relativamente holgados para
realizar la producción. El pez
que fuma nos narra unos momentos en la historia de un burdel del litoral guaireño, detallando los
diversos caracteres que intervienen en la historia, sus alegrías y sus
miserias. Más miserias que alegrías, pues el sórdido entorno de un burdel de esa
categoría, está pululado por los más variopintos individuos del llamado “bajo
mundo”. Son personajes cuyos valores morales son casi inversos a los del común
de los pobladores, sin escrúpulos y con el único fin de hacer dinero fácil; son
de baja capacidad laboral, por lo que la única forma de conseguirlo es a través del delito. Es
el tipo de personaje (y personas de la vida real) del que uno piensa cuando lo
ve “esta persona no saldrá de la condición en la que está inmersa”.
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