La guerra a través del lente del humor
MASH no es una película convencional. Tampoco es la primera que trata sobre la guerra desde el punto de vista del humor, ya Chaplin había hecho décadas atrás El gran dictador. El mismo año (1970) también se estrenó Trampa 22, de Mike Nichols. Robert Altman nos presenta un collage de imágenes correspondientes a la corta estadía de dos de los protagonistas en un hospital móvil del ejército (MASH significa Hospital Quirúrgico Móvil del Ejército: Mobile Army Surgical Hospital), ambos médicos; uno de ellos personificado por Donald Sutherland. El elenco lo completan Elliot Gould, Robert Duvall, Tom Skerritt, la hermosa Sally Kellerman, entre otros. Se supone que el emplazamiento de la acción es en la Guerra de Corea, pero satiriza a la más cruenta Guerra de Vietnam.
No tiene un hilo conductor tradicionalmente estructurado, más bien imágenes sueltas, un tanto hiladas, pero que no parecen conformar una historia per sé. Constituye una parodia del sinsentido de la guerra. Los personajes están diferenciados básicamente en dos grupos: los que se atienen al pie de la letra de los procedimientos, respetuosos del honor castrense, y aquellos que son contestatarios, no seguidores de normas, y a quienes les importa muy poco lo del honor. Si bien de ambos lados hay profesionales de la medicina cuyo trabajo es encomiable, parecen ser más competentes los desordenados y borrachos. Durante complejas cirugías juegan, hacen bromas, cantan o beben, pero sin descuidar el quehacer médico del que son responsables. Los ortodoxos no ven con buenos ojos ese comportamiento e intentan que la sensatez y el orden militar vuelvan a gobernar, pero sin éxito. Poco a poco son capturados por la forma alegre de trabajar en el irracional caos de la guerra, de la que hacen uso sus opuestos. El jefe del campamento es totalmente licencioso, lo que facilita las cosas a favor de los indisciplinados. Prácticamente no hay personaje que no sea víctima de las bromas de estos estrafalarios médicos. Hay, incluso, una escena que emula la Última Cena, en la que el honrado es un odontólogo que se quiere suicidar -por problemas existenciales que son motivo de mofa- y los galenos lo ayudan y lo animan a que lleve adelante semejante empresa, aunque obviamente no lo permiten.
No tiene un hilo conductor tradicionalmente estructurado, más bien imágenes sueltas, un tanto hiladas, pero que no parecen conformar una historia per sé. Constituye una parodia del sinsentido de la guerra. Los personajes están diferenciados básicamente en dos grupos: los que se atienen al pie de la letra de los procedimientos, respetuosos del honor castrense, y aquellos que son contestatarios, no seguidores de normas, y a quienes les importa muy poco lo del honor. Si bien de ambos lados hay profesionales de la medicina cuyo trabajo es encomiable, parecen ser más competentes los desordenados y borrachos. Durante complejas cirugías juegan, hacen bromas, cantan o beben, pero sin descuidar el quehacer médico del que son responsables. Los ortodoxos no ven con buenos ojos ese comportamiento e intentan que la sensatez y el orden militar vuelvan a gobernar, pero sin éxito. Poco a poco son capturados por la forma alegre de trabajar en el irracional caos de la guerra, de la que hacen uso sus opuestos. El jefe del campamento es totalmente licencioso, lo que facilita las cosas a favor de los indisciplinados. Prácticamente no hay personaje que no sea víctima de las bromas de estos estrafalarios médicos. Hay, incluso, una escena que emula la Última Cena, en la que el honrado es un odontólogo que se quiere suicidar -por problemas existenciales que son motivo de mofa- y los galenos lo ayudan y lo animan a que lleve adelante semejante empresa, aunque obviamente no lo permiten.
La película cuenta con algunos momentos “flojos”, tal como buena parte del juego de fútbol americano, pero en general es muy amena y logra arrancarnos las carcajadas, a pesar de que sea desde algo tan serio como la cirugía de traumatismos causados por la guerra. Algo queda claro: sobrevivir al terror de la guerra es mucho más fácil -y saludable- cuando se hace con buen humor, viendo con trivialidad el mundo, que si se hace con el pesar y el punto de vista de la seriedad y la circunspección. Parece que Altman nos quiere decir que al absurdo hay que responderle con el absurdo, al menos para no pasarla mal.
MASH fue seleccionada en 1996 por la Biblioteca del Congreso para su preservación en el Registro Nacional de Cine de Estados Unidos, debido a su significación cultural. También ganó el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes 1970, y el Óscar 1970 al mejor guión, que como se dijo antes, apenas hila un collage de situaciones cómicas. Pero lo hila muy bien. Un aporte muy importante de esta película fue que sirvió de inspiración para la creación de la extraordinaria serie televisiva MASH, protagonizada por Alan Alda, que se mantuvo en el aire durante once años. Recordamos gratamente los episodios de esa serie, una de las mejores de la historia de la TV.
Una excelente película, con humor inteligente, bien realizada, que nos mueve a ver el horror de la guerra desde el mismo ángulo en el que ella se encuentra: el absurdo.
Robert Duvall que gran actor!
ResponderEliminarFeliz 2013! Éxitos.
David