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07 febrero 2014

El gran dictador - Charlie Chaplin (1940)



De barbería y barbarie


El gran dictador es la primera película sonora de Chaplin, y una de sus mejores producciones. Al igual que en Tiempos modernos, Chaplin dirige una mirada crítica a lo que ocurría a su alrededor. Su rodaje comenzó tan solo una semana después de comenzada la II Guerra Mundial. Después de conocerse los horrores del régimen nazi, Chaplin afirmó que jamás la hubiera hecho de haber sabido sobre el genocidio. La magnitud del genocidio se conoció luego de que los aliados llegaran a Alemania, de manera que Chaplin está exculpado del humor negro de la película y, al contrario, abanderó la cruzada contra los regímenes totalitarios y fascistas en un país que se debatía entre apoyar a Hitler o no[1]. Fue muy valiente el haber hecho este filme en las circunstancias y en el momento en que lo hizo. Absolutamente notable. Y es en ese contexto que el espectador actual debe ver la película, no en el contexto contemporáneo; tiene que retrotraerse al momento histórico cuando fue filmada. A pesar de esto, la película tiene plena vigencia, especialmente su mensaje.




Chaplin aprovechó la similitud facial de Charlot con la de Hitler para representar dos personajes en el filme, uno de ellos un barbero y el otro el dictador Hynkel, tirano de un hipotético país llamado Tomania. Por peripecias del argumento (descrito en detalle en este enlace), el barbero es confundido al final de la historia con Hynkel y aprovecha esta confusión para realizar un discurso con ocasión de la invasión de Osterlich (país vecino de Tomania), que es la antítesis de los estólidos parlamentos del brutal dictador Hynkel, hablados en un idioma ficticio que simula el alemán. Este discurso, sin embargo, no es de Hynkel ni del barbero, es de Chaplin, es Chaplin que expone sus románticas ideas sobre un orbe mejor. Este discurso final es el clímax de la cinta, es a donde el director quería llegar con ella. En él, Chaplin nos pinta un mundo ideal, opuesto totalmente al que se estaba generando en Europa en ese momento; un mundo lleno de concordia, de no discriminación, de libertad y de posibilidades ciertas para todos. Un mundo que antes de Chaplin ya había sido bosquejado por muchos, pero después ha sido igualmente bosquejado por muchos otros y nada ha ocurrido, a excepción de que hoy tenemos mejor armamento. Parafraseando a Leibniz, aunque en un contexto distinto, estamos muy lejos de vivir en «el mejor de los mundos posibles» y no hacemos nada por mejorarlo. Puede ser que el Creador nos hizo el mejor de los mundos posibles, pero nosotros nos empeñamos en transformar nuestro humano mundo en un infierno.

A la fecha de esta reseña se puede ver el filme en este enlace y en este otro. Película de primera importancia en la filmografía de Chaplin y del cinema universal. Muy apropiada para los tiempos que corren por estos lares.

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[1] Por ejemplo, personalidades como Henry Ford o Charles Lindbergh apoyaban las acciones nazis.


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