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14 marzo 2014

Vicente Ferrer - Agustín Crespi (2013)



Tenacidad a prueba de balas


A principios del mes de enero, TVE transmitió la película Vicente Ferrer, dirigida por Agustín Crespi. El filme narra la segunda etapa de la estadía de Vicente Ferrer (1920-2009) en la India (c.1969-2009). En su primera etapa (1952-1968) había sido, en cierta forma, «expulsado» del país. Al final de la proyección (sin cortes comerciales) se transmitió un reportaje con declaraciones de sus familiares, amigos y personas que lo conocieron personalmente, incluso imágenes de archivo con declaraciones de él mismo. La espectacular interpretación de Vicente Ferrer estuvo a cargo de Imanol Arias, y la de la que fuera su esposa (Anne Perry) en manos de la hermosa Aida Folch.

La película, hecha para TV, narra los hechos acaecidos con la misma dinámica con la que este incansable cooperante acometió el monumental proyecto de ayudar a salir de la pobreza (más bien de la miseria) a miles de indios de la escuálida región de Anantapur, al sur de India. La actuación de Arias responde a la dinámica propia del personaje interpretado. El trabajo de dirección, así como el resto del elenco, hacen honor a ese dinamismo. Es decir, la película está muy bien realizada y no es difícil imaginar el gran trabajo e inversión de recursos que supuso haberla rodado en la India.




En cuanto al personaje en sí, hay que señalar que era ese tipo de hombre que se eleva por encima de los estadios estético y ético y se emplaza en el espiritual, sobre el tope de la pirámide de Maslow, desde donde establece como objetivo de su vida la ayuda a los demás, a los menos favorecidos, sin ánimo de lucro personal. Nos viene a la mente la madre Teresa, caminante de semejantes derroteros. Esta inmensa tarea emprendida, que inició con cuatro personas y que luego de años de lucha irradia sus beneficios a millones, no fue exenta de dificultades de toda naturaleza. Comenzando por la misma gente a la que se pretendía ayudar, a veces reacia a ser ayudada; siguiendo con las autoridades, que mostraron una xenofobia incomprensible: discriminan los que fueron discriminados. También confabularon otros que vieron en su obra un botín que podían arrebatar. Incluso la Iglesia entorpecía su proyecto. ¡Es tan difícil progresar, más aún hacer que otros progresen! Es que parece que a casi todos les interesa que las cosas sigan igual, sin resolverse, sin intentarlo siquiera. Fue la perseverancia de este incansable hombre la que prevaleció finalmente, y hoy se pueden ver los frutos de sus tercos deseos. Su ambicioso proyecto holístico incluyó diversas aristas para el desarrollo de la región, básicamente agricultura, alimentación, salud, vivienda, infraestructura y educación. ¡Casi nada!

La Fundación Vicente Ferrer sintetiza hoy la obra renovadora de este curioso personaje, un altruista, un Quijote, que convirtió la miseria en progreso en pleno desierto de la India. ¡Qué lástima que no haya miles, millones de Vicentes!

Es una historia que hace reverdecer en uno la esperanza en la especie humana. Tal como dijo un entrevistado en el reportaje: «fue el tipo de persona que uno hubiera querido ser».

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