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27 febrero 2015

Volver - Pedro Almodóvar (2006)



Volver 
con la frente marchita 
las nieves del tiempo 
platearon mi sien.
Sentir 
que es un soplo la vida 
que veinte años no es nada 
que febril la mirada 
errante en las sombras 
te busca y te nombra. 
Vivir 
con el alma aferrada 
a un dulce recuerdo 
que lloro otra vez.

Estrofas del tango Volver (1935), de Carlos Gardel, con letra de Alfredo Le Pera.
En una escena, Penélope Cruz dobla esta canción en formato flamenco, cantada por Estrella Morente.


Raimunda (la hermosa Penélope Cruz) vive con su hija Paula (la joven Yohana Cobo) y un vago que funge de esposo. Ellas dos suelen ir al cementerio con Sole (Lola Dueñas), hermana de Raimunda, para hacerle mantenimiento a la lápida de sus padres, que murieron en un incendio. De regreso a casa, visitan a su tía Paula (Chus Lampreave), quien vive sola, y a su vecina Agustina (Blanca Portillo). Sole vive de una peluquería ilícita que tiene en su propia vivienda. Raimunda también trabaja pero, al dejarle un vecino las llaves de un restaurante que queda al lado de su casa, aprovecha y lo regenta para atender a un equipo de cine que está filmando una película en las cercanías. Ocurren diversos eventos, entre ellos un intento de incesto entre el vago y la joven Paula, que tejerán los hilos de esta historia; contarlos sería inadecuado e injusto para quien no la ha visto[1]; pues el elemento sorpresa, cierto suspenso (suspense en España) presente en la obra, es indispensable como aderezo de este rico argumento, ya que enaltece la trama y el disfrute de la película. Si usted, a pesar de ello, quiere leer a priori el argumento, visite este enlace.




Pedro Almodóvar, al igual que Ingmar Bergman, aunque quizás con más asiduidad que este, hurga en el alma femenina en sus filmes. Volver no es la excepción. En este, los temas que el director español aborda son múltiples: incesto, infidelidad, relaciones entre madres e hijas, amistad, soledad, justicia, homicidio, amor, secretos, odio, sentimientos encontrados, verdades, mentiras, muerte. Incluso hasta la voluntad de poder se ve emerger. Quizás haya más en este intrigante filme. Todos estos sentimientos y emociones son tratados dentro de una atmósfera que podríamos calificar de «realismo mágico español», para no confundirlo con el latinoamericano y herir sensibilidades. Es un mundo mágico en donde la realidad y la ficción se intercambian, se disuelven una con otra, sin que por ello cambie el argumento o las vidas de los personajes. No importa cuánta realidad y cuánta ficción le otorgue uno a un determinado suceso o personaje; en el realismo mágico cabe todo y eso es, precisamente, lo que lo hace atractivo, poético, inexpugnable. A la salida de la sala de proyección pueden quedar dudas que amenicen una velada. Pero el polémico director no se queda ahí; le añade a la trama componentes fílmicos que son definitivos para erigir una obra cinematográfica de gran calidad, tales como el suspenso o el humor. El suspense flota en toda la historia, dejando brotar sorpresas y situaciones inesperadas que enganchan al espectador. ¡Ah, y el humor! Un discreto humor, a veces algo ácido, que distancia la historia de un clima que pudo haber sido más bergmaniano, pero lo aligera manteniendo su vena reflexiva.




Quizás el tema más llamativo de los que toca sea la relación con la muerte. Al contrario que el caballero de El séptimo sello, Antonius Block, o las damas de Gritos y susurros, las mujeres de Volver tienen una relación —si se quiere— dulce con la muerte. No hay sollozos, ni fingidos ni edulcorados, no hay tristeza, no hay reacciones neuróticas ante la presencia de la inefable e ineludible. Tampoco cargos de conciencia ni deseos de redención. Quizás Almodóvar plantea lo que –a su criterio– debería ser en lugar de lo que es: aceptarla y entenderla como una continuidad en el proceso existencial. Está presente en todo el filme, pero solo está ahí, pareciera una convidada de piedra. Almodóvar solo la puso ahí como Heidegger nos puso a los seres humanos: tirados ahí, lanzados al mundo (dasein). O quizás la frialdad de los personajes ante lo místico, lo inusual, el guardar una distancia que no es la que uno ve en las personas reales, al menos en la mayoría de las iberoamericanas, está determinada por el realismo mágico que envuelve a la historia y a los personajes. Otros lo entienden desde el surrealismo. Lo cierto es que los personajes no se desenvuelven de la manera usual para algunas situaciones que se les presentan. Mantienen una gélida e impasible calma si se le compara con el temperamento hispano típico, tendiendo a comportarse de acuerdo a la famosa flema inglesa. Es el distanciamiento brechtiano, pero entre los personajes y sus circunstancias en lugar de ser entre los espectadores y los personajes.

Esta producción, desde el punto de vista del lenguaje cinematográfico, la puesta en escena, el guión, las actuaciones y la atmósfera real-mágica es excelente. Tiene todos los elementos que hacen de ella una gran película. Ha recibido numerosos y bien merecidos premios internacionales y muchos la colocan en las listas de las mejores películas españolas.


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[1] Es tan así, que en esta sinopsis hay dos mentirillas para poder decir algo del argumento.

Sitio web del filme:
http://www.sonyclassics.com/volver/
Ficha en IMDb:


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