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15 mayo 2015

La estrategia del caracol - Sergio Cabrera (1993)



Fuenteovejuna real state


Una vieja casa colonial, enorme y abandonada, es tomada por personas sin techo. Familias, parejas, gente sola, habitan el inmueble y conforman una pequeña comunidad. Antes le llamábamos casa de vecindad. Algunos de ellos la habitan desde hace más de 20 años, tiempo que, según muchas legislaciones, el que ocupa el inmueble es automáticamente el dueño si el verdadero propietario no reclama su propiedad. Aparece el heredero y pretende que desocupen la casa para disponer de ella. Como es un individuo adinerado, el reclamo procede. Uno no sabe cómo llamarle a ese «derecho» que baila al son del dinero mientras le da la espalda a las leyes. Supongo que sea corrupción el término que cabe. Los vecinos se ayudan de un abogado pero este no puede con la injusticia instituida por el potentado y aplicada por el estado. Jacinto, uno de los residentes, que se desempeña como tramoyista, convence a los vecinos para llevar a cabo una estrategia que les resolverá el problema.

Debatiéndose entre la tragedia y la comedia, atravesando los predios del drama, esta entretenida película nos muestra cómo una comunidad organizada puede llegar a tener poder y a ejercerlo legítimamente; sin entrar en consideraciones de legalidad, puesto que la legalidad de lo que pretende la contraparte también está en entredicho.

La organización de esta comunidad, que gravita alrededor de la necesidad imperiosa que tienen todos sus miembros de resolver un problema común, que a todos les atañe exactamente por igual, es la base sobre la que se sustenta su poder. El accionar sincrónico de sus integrantes, un objetivo único al que todos deben apuntar y el acuerdo que hay entre ellos para lograrlo, es lo que convierte en factible el proyecto y lo que lo apuntala. El todo parece ser mucho mayor que la suma de sus partes.



Jacinto explicando «la estrategia», que recuerda lo que realizó la
Unesco con los templos de Abu Simbel, a propósito
de la construcción de la represa de Asuán.

Este ejemplo de civilidad, digno de ser seguido, inspira muy particularmente a nuestra sociedad actual, anómica y carente de cohesión. Es una pequeña polis griega en todo su esplendor. Pero hay que acotar lo siguiente: afectaba a todos por igual la amenaza de desalojo. No había ninguno que pudiera o que decidiera solucionar por su propia cuenta el problema de manera individual, no fue el común «¡sálvese quien pueda!», fue un «¡salvémonos!». Esa es la gran diferencia, quizás la mayor de todas, con los procesos en los que la cohesión es endeble.

La película está muy bien realizada, tiene excelentes interpretaciones, atrapa, entretiene, y no deja de criticar diversos aspectos de la sociedad, muy variados, de lo político a lo sentimental, de la injusticia a la apariencia. Pone el dedo en la llaga de muchos usos, costumbres, prejuicios. Pero la llaga mayor es la injusticia, o el uso discrecional de la justicia por parte del estado, en asociación con su compinches, en contra del pueblo. Una película muy recomendable y aleccionadora para estos tiempos que corren.

Al momento de escribir este comentario, el filme se puede ver en este enlace:

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Ficha en IMDb:


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