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10 julio 2020

Una noche en la ópera - Sam Wood (1935)


Imagen del póster en IMDb.

Los Marx, en el hall de la fama del humor.


Tal como las «películas de Cantinflas», las películas en las que trabajaron los hermanos Marx como actores se las denomina popularmente «películas de los hermanos Marx», sin importar quién haya sido el director. Esta es quizás la más aclamada y famosa, junto a Sopa de ganso. Esta identificación de las películas con los actores que las protagonizaron, dejando de lado a los directores, ya nos ilustra sobre el peso que sobre ellas ejercieron los primeros. 

En el caso de los hermanos Marx, su capacidad de improvisación era tal que mejoraban los libretos originales. Al igual que Cantinflas, cuya forma de hablar no podía ser traducida con propiedad, los filmes de los Marx tienen juegos de palabras en el idioma original, el inglés, cuya traducción pierde mucho del sentido prístino que se le imprimió a la frase. Esto ocasiona que algunas personas no se sonrían ni se rían en muchas de las escenas de sus películas; apartando el hecho de que ya tienen tantos años rodadas que muchos de los espectadores han visto con anterioridad los gags, bien por los hermanos o interpretados por otros actores. 

En manos de los Marx, el humor del absurdo (en ocasiones mezclado con surrealismo) logró trascender al gran público del cinematógrafo y le dio valor añadido al humor inteligente con diálogos y situaciones imprevistas muy bien pensadas. No por ello deja de ser algo corrosivo: todos sus filmes (o casi todos) contienen críticas sociales que si bien pertenecen a la época en que se rodaron, aún son vigentes y forman parte de los estereotipos actuales.

Sus películas tienen escenas antológicas. De Una noche en la ópera son inolvidables la escena del camarote: un pequeño recinto en el que más de una docena de personajes tratan de hacer lo que cada uno debe hacer; la de Harpo trepando el telón del teatro como si caminara sobre él; la escena de las camas; la de Groucho y Chico discutiendo —y rompiendo— el contrato, entre otras. En Sopa de ganso también hay escenas inolvidables, como la del espejo entre Groucho y Harpo, o las escenas de Harpo huyendo, cabalgando en las luces de neón de los avisos luminosos. Las locuras de Harpo en sus películas le dan ese toque de surrealismo y absurdidad, de sorpresa grata e hilarante, mientras que los diálogos de Groucho esconden los juegos de palabras e incisivas frases, casi siempre hirientes para el inadvertido colocutor. Eran geniales. Si usted no ha visto ninguna de sus películas, no dude en hacerlo, cualquiera de ellas. A pesar de lo antiguas que puedan parecernos hoy, siempre sorprenden y entretienen, al tiempo que satirizan y ponen a prueba nuestra rapidez mental y nuestra capacidad de asombro.


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