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06 noviembre 2020

El beso del asesino - Stanley Kubrick (1955)


Imagen del póster en IMDb.

Dirección, fotografía, edición, guión y producción: Stanley Kubrick.
Todo un todo-Kubrick.


Davey Gordon, un boxeador venido a menos, salva a su hermosa vecina Gloria Price de las garras del malvado Vinnie Rapallo (Frank Silvera), que es una especie de proxeneta de la bailarina. De paso, parecen enamorarse. El filme, de algo más de una hora, está correctamente hecho, muy bien editado y con los elementos dramáticos correspondientes en su sitio. El argumento es narrado por Davey Gordon en primera persona. En este enlace figura con cierto detalle.

Kubrick fue el director, el productor, el camarógrafo, el guionista y el editor. Y el novio de la madrina. No, en la película aparece Ruth Sobotka, que sería su segunda esposa. Así, este filme es todo un Kubrick total.

No se puede vislumbrar en esta película estándar lo que sería la producción posterior de Kubrick (que descolla desde Senderos de gloria en adelante), no tiene los elementos característicos de las grandes obras que hizo después; fue un proyecto formativo en el que daba sus primeros pasos (tenía alrededor de 26 años cuando la rodó). Sin embargo, está (como se dijo antes) muy bien hecha, ya se intuye cierto gusto por la perfección; tiene una o dos escenas oníricas y una escena con un toque de simbolismo: la pelea entre el malo y el bueno empleando los maniquíes de una factoría (pelean por el amor de una mujer); también tiene otras escenas y diálogos interesantes. En cuanto a la temática, es la misma que en sus obras posteriores, aunque no es exclusiva de él, tal como las circunstancias que rodean la existencia de sus personajes y cómo el destino les juega a favor o en contra, el sino (el hado), que exploró en casi todas sus cintas; la relación de pareja, que exploró muy bien en Barry Lyndon y en Ojos bien cerrados; el crimen, del que también habló en varios de sus filmes.

Uno de los detalles que destacan es la ambigüedad de la protagonista femenina, a la que parece darle igual con quién irse, si con el malo de Rapallo o con el bueno de Davey. Es una femme fatale con derecho propio y con valores ambivalentes ubicados en las antípodas, como mucha gente real. No puede uno menos que rememorar una de sus frases más célebre: «Las grandes naciones han actuado siempre como gánsteres, y las pequeñas, como prostitutas».


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Reseña en Wikipedia:


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