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10 octubre 2011

Thelma y Louise – Ridley Scott (1991)



Cuando no te dejan ser rebelde en paz, hay una salida radical.


Sir Ridley Scott tiene en su haber varias grandes películas como el clásico de ciencia ficción Blade Runner; la monumental Gladiator y otro clásico de la ciencia ficción: Alien,el octavo pasajero. Thelma y Louise quizás no pueda considerarse entre sus grandes producciones; sin embargo tiene tela que cortar, en lo que respecta a su planteamiento filosófico. La sencilla trama de dos mujeres que huyen por un delito que sí cometieron y el antológico final del suicidio de ambas arrojándose al Gran Cañón del Colorado, velan un problema social de enormes proporciones.

Se la ha tratado como una película de acción y, en el mejor de los casos, como una apología feminista, o en contra del machismo. El filme puede entenderse como algo que va más allá del planteamiento simplista de dos mujeres que luchan contra los hombres malucos, muy machos ellos. Detrás de la contestataria actitud de los personajes, excelentemente interpretados por Susan Sarandon y Geena Davis (nominadas al premio Óscar por estas actuaciones), subyace un aspecto filosófico de gran importancia: el reconocimiento del otro, del que ya los antiguos griegos dieron cuenta. Puesto de manera también simplista, si la sociedad me trata mal, y me niega el mínimo de dignidad, por no decir amor –que ya sería mucho pedir- ¿qué me motiva a mí a portarme bien? 

Inmanuel Kant supo contestar a esta pregunta, y le llevó más de un libro hacerlo. Y antes que él, ya Sócrates y Platón habían proporcionado buenas respuestas. Pero no todas las personas andan por el mundo con una moral kantiana (o socrática, o platónica) a cuestas. De manera que, en la mayoría de los casos, la motivación para portarse bien, para dar la otra mejilla ante los abusos del prójimo, que barre con mi dignidad y con mi persona, es sencillamente nula, por no decir negativa. No es nula en el caso de Thelma y Louise, es negativa: luego del maltrato no le ven sentido a la convivencia pacífica en una sociedad que las veja, y arremeten contra ella violentamente. Ante lo antes dicho, cabe preguntarse ¿qué posibilidades hay de que una sociedad que hace eso con muchos individuos logre incluirlos y hacerlos prosperar -y prosperar a sí misma-, y lograr su correcto comportamiento? ¿No eran ellas inicialmente las débiles, las objeto de abuso por parte de los otros, de los fuertes? No se trata de una ficción, pues es lo que ocurre a diario, y desde hace muchísimo tiempo en todas partes. En lo que refiere a la Latinoamérica de hoy, ¿qué se puede decir? ¿Esa violencia extrema de los delincuentes comunes (porque de los delincuentes de cuello blanco no se puede decir otra cosa que no sea sobre la gratuidad de su inmoralidad, de su desprecio por los demás y de su baja autoestima) no es, en buena parte, ocasionada por esa exclusión, maltrato y arrebatamiento de su dignidad, desde que son niños?

Ignoro si Scott quiso plantear el problema feminismo-machismo, lo cierto es que la película puede ir más allá, al menos a donde la hemos traído: al terreno de la moral, de la pertenencia de un individuo a la sociedad y de su interrelación con ella. No es la única que se ha hecho con ese mismo planteamiento, obviamente. Podríamos mencionar muchas buenas películas sobre el mismo tema, y ésta sería una de ellas. Pero esta producción se hace pasar por una película de acción, de correteo de caminos y automóviles que explotan, y de policías persiguiendo a los malos (las malas en este caso), de feminismo vs machismo, pero no es eso. Dudo mucho que un director de la talla de Ridley Scott haya pretendido eso. Supongo que el mensaje era el planteado arriba y que, por la utilización de un lenguaje cinematográfico no explícito, se puede entender como un film trivial, pero no lo es.


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