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05 abril 2013

El ciudadano Kane – Orson Welles (1941)



No creo que una palabra pueda explicar la vida de un hombre
Jerry Thompson (William Alland), periodista que busca el significado de "Rosebud"


El ciudadano Kane es una de las películas sobre la que más se ha escrito. Parece redundante escribir sobre ella, pero no importa ya que es gratis. En el momento de su estreno fue sumamente polémica, porque el argumento tenía elementos de las vidas de hombres públicos, pertenecientes a los medios de comunicación masivos. También porque el propio Orson Welles ya tenía en su currículo la polémica, luego de causar el pánico en el país a consecuencia de su transmisión radial de la novela de Herbert G. Wells, La guerra de los mundos. La película cayó en el olvido, y la rescataron los franceses, particularmente Jean-Paul Sartre. Admirada por la mayoría, pero despreciada por muchos también. Estuvo encabezando la lista de las mejores películas de la historia por mucho tiempo. También está preservada en la Librería del Congreso de USA, en el  National Film Registry, por su significación histórica, cultural y estética. El argumento, suficientemente detallado, está en este enlace. Sinópticamente, trata de la vida de un hombre (Charles Foster Kane, personificado por Orson Welles) que cuando era niño los padres dan en crianza a un banco. El motivo es que en unos terrenos de la madre se descubrió una mina muy bien dotada de oro. Cuando llega a la mayoría de edad, Charles escoge, entre las muchas propiedades que tiene, administrar un periódico de segunda categoría, al cual convierte en un diario amarillista que maneja la información de acuerdo a su arbitrario criterio. Al morir, Charles pronuncia la palabra “Rosebud”. Un periodista comienza a investigar el significado de dicha palabra, para lo cual entrevista a un sinnúmero de relacionados con Charles, sin llegar a conocer el significado de Rosebud. A lo largo de la historia se conoce la vida de este singular hombre a través de flashbacks. De hecho, la historia comienza con el periodista investigando el origen de la palabra final "Rosebud".




Para apreciar la película es menester circunscribirla al contexto en el cual fue rodada. El filme es prolífico en nuevas técnicas cinematográficas (Gregg Toland), algunas novedosas y otras que no se habían empleado por considerarlas inadecuadas, de manera que estaban proscritas para hacer cine. El uso de la música (de Bernanrd Herrmann) y el sonido en general, y la edición, del después gran director Robert Wise, fueron determinantes entre las innovaciones técnicas. Llama la atención el empleo de flashbacks para contar la historia, con enfoques de cámara desde el piso hacia el techo, dando la sensación de grandeza del personaje (toma que hicieron gracias a que Wells cavó un hueco para meter la cámara bajo el piso), también la utilización de la profundidad de campo (deep focus) de manera creativa. Algunos también destacan el empleo de la iluminación, de las sombras y del claroscuro en general. La cinematografía dio paso al uso de efectos especiales (uso de maquetas, por ejemplo, debido al bajo presupuesto para recrear grandes espacios interiores). Desde el punto de vista técnico, la película, opera prima de Welles, marcó un punto de inflexión en el cine. Pero también la temática tiene de que hablar.




Esta producción asestó un duro golpe a los medios de comunicación de masas, que ya comenzaban en esa época a marcar huella en la sociedad. De manera que si criticó a los medios, también criticó a los propietarios de esos medios, en particular al señor William Randolph Hearst, el mayor magnate de la prensa norteamericana de entonces. Kane hace del periódico (el New York Inquirer) un instrumento para su beneficio personal de manera grosera, manipulando la información de acuerdo a sus intereses, modelando, de esta forma, la opinión pública. El subjetivismo de la información que publica su tabloide es extremo. También es extremo el uso que le da Kane a sus subalternos, y a quienes le rodean, granjeándose la enemistad de muchos y el desamor de sus parejas. Esta actitud no es gratuita, le cobra a Kane con la soledad interna que padece, con el sinsabor de no haber hecho nada aunque haya hecho mucho materialmente. Rosebud, que no es más que lo que tenía escrito el trineo cuando, siendo niño, el banquero se lo llevó de la casa materna para continuar su crianza y educarlo, significa el anhelo por algo que tuvo y perdió, por algo que jamás se ocupó en recuperar. Dice, acertadamente, Roger Ebert que “Rosebud es el emblema de la seguridad, la esperanza y la inocencia de la niñez, que un hombre puede pasarse la vida tratando de recuperar”, pero que Kane no lo logró, a pesar de realizar grandes hazañas y ser una persona destacada en la sociedad. Su vida dio un salto cuántico de la apacible y bucólica vida rural a la modernidad, a la vorágine de las metrópolis modernas que, con su dinámica diaria, le quitan tiempo y oportunidad al individuo para pensarse, para desarrollarse. Su despotismo lo alienó. Este parece ser el planteamiento central del filme, aunque no el único.




A lo largo de la historia, emergen temas interesantes: la manipulación de la opinión pública a través de los mass media (utiliza su periódico para su personal campaña electoral, para estar a favor o en contra de alguien o de algo, y para otros fines personales); la terquedad para realizar empresas imposibles (como la de convertir a una de sus esposas en cantante de ópera, sin ella tener voz, ni talento, ni voluntad para quererlo hacer); la amistad condicionada a la voluntad del más poderoso de los amigos (Kane deja de ser amigo y despide a Jedediah Leland, interpretado por Joseph Cotten, porque éste no se doblega ante Charles); la relatividad de la educación, o –mejor dicho- de la instrucción escolar, (Kane, a pesar de acudir a las mejores escuelas, de las que es expulsado, no llega a ser verdaderamente un hombre de bien); las vidas que el inicuo Kane malogra a lo largo de su vida (ex esposa alcohólica, Jedediah, entre otros), es decir: para él brillar deben dejar de brillar otros; la integridad de algunas personas cercanas a Kane, que no se doblegan ante las arbitrariedades o el poder de él (caso de sus esposas y de Jedediah); el insustancial materialismo (entendido como acumulación de objetos): no se es feliz porque se tengan centenares o miles de objetos en una mansión, o mucho dinero). Quizás esboce más temas, y se me han pasado por alto.




Otra de las innovaciones de Ciudadano Kane es la estructura narrativa, no lineal, realizada con flashbacks, utilizando narradores múltiples, comenzando con el final (la muerte de Kane). El libreto, de  Herman Mankiewicz y Orson Welles (por el que ganaron un Óscar), es determinante para la diégesis de esta obra. Las actuaciones, empero, no son destacadas. Quizás rescataría la de Joseph Cotten. Desde el punto de vista técnico la película es admirable. Para el espectador joven las técnicas que introdujo Welles quizás no sean llamativas, pues ya son parte del patrimonio del cine; sin embargo, debe tenerse presente que no existían hasta entonces.


Análisis del film (aprox. 30 min.)

Aunque para algunos esta película no sea gran cosa (como para Ingmar Bergman, quien la consideró una película aburrida y sobrevalorada), lo cierto es que es un ícono cinematográfico. Quizás Bergman, muy sueco él, no percibió el espíritu marcadamente norteamericano que subyace en esta película. En cierta forma, Welles pintó un fresco de la sociedad norteamericana de principios del siglo XX. Tal como dijo  François Truffaut, hay un antes y un después de Ciudadano Kane en el cine. Es un filme de obligatorio visionado para los amantes del cine, una obra maestra del séptimo arte.
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Comentario de Jorge Luis Borges en este enlace (en español).
Comentario de Roger Ebert aquí (en inglés).
Análisis exhaustivo de la película aquí (en inglés). 
Sitio de la película en Warner Brothers.


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