Páginas

19 abril 2013

Fahrenheit 9/11 – Michael Moore (2004)



Temperatura a la que arde la libertad


Fahrenheit 9/11 es un documental, pero parece un reportaje sobre una investigación periodística. El título hace alusión a la novela de Ray Bradbury, Fahrenheit 451, y a la película homónima de François Truffaut, por la sinonimia entre el totalitarismo de la sociedad descrita en éstas y el que se está implantando en USA luego del 11 de septiembre de 2001, según sugiere Michael Moore. El material con el que está hecho este filme son escenas reales de situaciones reales de la vida política estadounidense durante la época del gobierno de George W. Bush. Es narrado, pero contiene también entrevistas y escenas noticiosas de la televisión, y ganó el Premio a la mejor película en el Festival de Cannes de 2004. Recibió aplausos por unos 20 minutos al final de su exhibición, siendo una de las películas más ovacionadas en la historia de ese Festival. Ni siquiera puedo imaginarme una ovación así, cuando aquí no pasamos de aplaudir uno o dos minutos en los espectáculos. Es el documental más taquillero de la historia del cine.

Como dije, el filme dispara frontalmente al gobierno de Bush, sin contemplaciones, haciéndose eco de la teoría de conspiración relativa a los acontecimientos del 9/11 y la cacería de brujas posterior. Al término de su visionado, uno queda convencido de que Bush fue uno de los peores presidentes que ha tenido el país norteño, si no el peor de todos. Comienza con las elecciones que ganó Bush, cuando Al Gore parecía el vencedor inminente. Luego se mueve hacia los atentados del 11 de Septiembre de 2001. Llama la atención que no muestra las imágenes –aún impactantes hoy- de las torres gemelas en llamas; en su lugar hay un negro absoluto de varios minutos, solo con sonido. Después apunta a la relación entre las familias Bush y bin Laden, las actividades de Bush en el área petrolera y en el servicio militar, el interés por la invasión de Afganistán en función de un oleoducto que atravesaría ese país, la invasión de Iraq, el abuso contra los prisioneros de guerra, las armas de destrucción masiva que nunca se hallaron, el sesgo de las noticias que transmitían las cadenas de TV de USA, los jóvenes muertos en batalla y el dolor de sus familiares, y más. Casi al final, Moore le ofrece a los congresistas –en plena calle- folletos y planillas para que alisten a sus hijos en la milicia y puedan ir a Iraq a defender la patria y la libertad. Ninguno acepta, algunos simplemente le huyen cuando lo ven.

Con incisiva ironía, la narración va planteando al espectador preguntas que no parecen tener respuesta en la información oficial y televisiva que se nos suministró en el momento de los acontecimientos en cuestión, sino otras respuestas alternativas, producto de la teoría de conspiración. Teoría que nace por algunos absurdos e inconsistencias presentes en la versión oficial de los hechos, y por la tendencia natural a pensar que los acontecimientos complejos son producidos por causas igualmente complejas; en las antípodas de la Navaja de Occam. Ciertas cosas parecen sospechosas, pero otras no tanto. El problema con las conspiraciones es que son difíciles de demostrar, y no siempre son conspiraciones los hechos que parecen serlo[1]. Queda a criterio del espectador en qué creer y en qué no creer. Tampoco es competencia de una película descubrir una conspiración, pero sí puede serlo modelar la opinión pública al respecto.

El filme, sin embargo, evidencia situaciones menos subjetivas que la creencia o la veracidad de la teoría de conspiración; algunas de las cuales son: dudas razonables sobre la actuación del gobierno de USA en la invasión a Iraq, específicamente en lo que concierne a su incompetencia para detectar armas de destrucción masiva en terreno iraquí; el sesgo de las noticias que dan las cadenas televisivas; el patriotismo de la juventud que acude –engañada o no- al campo de batalla; el dolor de los familiares de las víctimas de ambos lados, norteamericanas e iraquíes (esto es, sin duda, lo más objetivo de lo que se muestra, y lo más triste); el tesón con el que Moore se dedica a la investigación, a decir lo que piensa en voz alta y la candidez de muchos norteamericanos al pensar que el gobierno lo hizo para lograr la libertad del oprimido pueblo iraquí. Quizás haya más.

Una obra a todas luces aguda, bien realizada, y que debe llamar a reflexión a los dirigentes y al pueblo norteamericano en su totalidad. A pesar de ser tan incisiva, y de tener elementos subjetivos –pero también objetivos-, Moore tuvo la libertad plena de hacerla. La misma libertad que tuvo/tiene la dirigencia de no prestarle cuidado. Aunque esto último no debería ser así.

______________________
[1] Sobre las teorías de conspiración puede el lector comenzar su indagación en este enlace



También de Michael Moore, Capitalismo: una historia de amor (2009).


No hay comentarios:

Publicar un comentario