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16 agosto 2013

Despertares – Penny Marshall (1990)


Imagen del póster en IMDb.

Dr. Sayer - ¿Qué te hizo saber que no soñabas?
Leonard - Cuando yo hablé y usted entendió.


Basada en un hecho real, éste filme nos cuenta la historia del renacer o despertar de pacientes que estaban en estado catatónico, luego de sufrir encefalitis letárgica en una epidemia ocurrida entre 1917 y 1928. El despertar ocurrió en 1969, producto del tratamiento con la entonces novedosa droga L-Dopa. Después de un breve tiempo los pacientes regresaron a su condición inicial de catatonia. La película está protagonizada por dos grandes actores: Robert De Niro, como Leonard, el primer paciente al que se le administró la droga, y Robin Williams, como el doctor Sayer, quien tuvo la idea de emplear la L-Dopa. Sus actuaciones son encomiables, particularmente la de Robert De Niro. Esta película estuvo nominada a varios premios.

Uno de los puntos interesantes que esta historia toca concierne a la propia existencia de las personas. Presumimos que todo lo que de racional tenemos ha sido concebido por mentes claras y racionales, bien la nuestra o la de otros. Desde Parménides con su Ser o No Ser hasta el Dasein de Heidegger, todas las consideraciones, argumentos y conclusiones son pertinentes para un mundo racional, que supone interlocutores cuyas facultades están a tono, que su estado de conciencia es normal, entendiendo lo normal por lo que normalmente entendemos como normal, sin entrar en disquisiciones del tipo ¿qué es lo normal?, ¿somos nosotros los normales, o son ellos? Parece una perogrullada decirlo, pero así es. Cabe preguntarse qué ocurre cuando el estado de conciencia está alterado. ¿Los catatónicos son un No Ser parmenidiano? ¿Los definiríamos, en un marco heideggeriano, como un Ser-ante-los-ojos, un Ser-en-presencia, o acaso un Ser-a-la-mano? ¿Podrían ser un Ser-ahí, si son conscientes de su existencia? Si el Dasein es el existenciario en el cual el Ser da cuenta de sí mismo, ¿el no ser consciente de la existencia, implicaría un existenciario como el de la muerte misma, un No-ser-ahí? Pero, ¿estamos seguros de que no tienen conciencia de sí mismas estas personas?

Ya los presocráticos habían sentenciado que yo no soy yo si no hay otro que me reconozca como tal, y de igual manera él no es él si yo no lo reconozco como tal. Bajo esa mirada, el Ser pasa por la aprobación de otro Ser. Pero, ¿es eso correcto? Si vivo solo, aislado del resto del mundo, ¿yo soy o no soy yo? En Johnny cogió su fusil [1], el protagonista está rodeado de gente, pero aislado totalmente, pues no hay gesto ni lenguaje que los haga entender que Joe “está ahí” o que “es” o que “vive” o que “existe”. ¿Cuál sería el existenciario en el que clasificaríamos el estado de Joe? Él no puede comunicarse para decirle a quienes le rodean que él “está-ahí” o “es-ahí”. Tampoco los catatónicos de Despertares.

De manera un tanto simplista se puede afirmar, tentativamente, dos cosas: 1) No requiero la aprobación de otro para yo ser yo, pues podría vivir solo, o ser un náufrago, o ser Johnny el que cogió su fusil, y soy a pesar de que no tengo el reconocimiento de otro para yo ser. Es el cogito cartesiano: me basta con pensar para yo ser. 2) Toda vez que vivo entre otros debo establecer comunicación con ellos para reconocernos como seres pensantes, principalmente para evitar acciones del otro que me perjudiquen (aún así a Joe no le hicieron caso). Los catatónicos de Despertares no tienen la mínima comunicación con el Dr. Sayer que le permita a él determinar la capacidad de pensar, ¿de ser?, de ellos. La gran pregunta es ¿ellos son o no son, piensan o no?, ¿cómo saberlo?, ¿sirve de algo saberlo?

Como muchas películas, ésta también tiene varios ángulos desde donde se puede interpretar el argumento. El esbozado arriba es uno de tantos. En este enlace, el autor centra su comentario alrededor de la relación médico-paciente. Es otra lectura totalmente válida, que enriquece el film. Una muy buena película que nos invita a pensar… por lo tanto a ser.

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[1] Ver en este enlace.


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