Imagen del póster en IMDb.
Dr. Sayer - ¿Qué te hizo saber que no soñabas?
Leonard - Cuando yo hablé y usted entendió.
Basada en un hecho real, éste
filme nos cuenta la historia del renacer o despertar de pacientes que estaban
en estado catatónico, luego de sufrir encefalitis letárgica en una epidemia
ocurrida entre 1917 y 1928. El despertar ocurrió en 1969, producto del
tratamiento con la entonces novedosa droga L-Dopa. Después de un breve tiempo los
pacientes regresaron a su condición inicial de catatonia. La película está
protagonizada por dos grandes actores: Robert De Niro, como Leonard, el primer paciente al que se le administró la droga, y Robin Williams,
como el doctor Sayer, quien tuvo la idea de emplear la L-Dopa. Sus actuaciones
son encomiables, particularmente la de Robert De Niro. Esta película estuvo
nominada a varios premios.
Uno de los puntos interesantes que
esta historia toca concierne a la propia existencia de las personas. Presumimos
que todo lo que de racional tenemos ha sido concebido por mentes claras y
racionales, bien la nuestra o la de otros. Desde Parménides con su Ser o No Ser
hasta el Dasein de Heidegger, todas las consideraciones, argumentos y
conclusiones son pertinentes para un mundo racional, que supone interlocutores
cuyas facultades están a tono, que su estado de conciencia es normal,
entendiendo lo normal por lo que normalmente entendemos como normal, sin entrar
en disquisiciones del tipo ¿qué es lo normal?, ¿somos nosotros los normales, o
son ellos? Parece una perogrullada decirlo, pero así es. Cabe preguntarse qué
ocurre cuando el estado de conciencia está alterado. ¿Los catatónicos son un No
Ser parmenidiano? ¿Los definiríamos, en un marco heideggeriano, como un Ser-ante-los-ojos, un Ser-en-presencia,
o acaso un Ser-a-la-mano? ¿Podrían ser un Ser-ahí, si son conscientes de su
existencia? Si el Dasein es el existenciario en el cual el Ser da cuenta de sí
mismo, ¿el no ser consciente de la existencia, implicaría un existenciario como el de la muerte misma, un No-ser-ahí? Pero, ¿estamos seguros de que no
tienen conciencia de sí mismas estas personas?
Ya los presocráticos habían
sentenciado que yo no soy yo si no hay otro que me reconozca como tal, y de
igual manera él no es él si yo no lo reconozco como tal. Bajo esa mirada, el
Ser pasa por la aprobación de otro Ser. Pero, ¿es eso correcto? Si vivo solo,
aislado del resto del mundo, ¿yo soy o no soy yo? En Johnny cogió su fusil [1], el
protagonista está rodeado de gente, pero aislado totalmente, pues no
hay gesto ni lenguaje que los haga entender que Joe “está ahí” o que “es” o
que “vive” o que “existe”. ¿Cuál sería el existenciario en el que clasificaríamos
el estado de Joe? Él no puede comunicarse para decirle a quienes le rodean
que él “está-ahí” o “es-ahí”. Tampoco los catatónicos de Despertares.
De manera un tanto simplista se
puede afirmar, tentativamente, dos cosas: 1) No requiero la aprobación de otro
para yo ser yo, pues podría vivir solo, o ser un náufrago, o ser Johnny el que
cogió su fusil, y soy a pesar de que no tengo el reconocimiento de otro para yo
ser. Es el cogito cartesiano: me
basta con pensar para yo ser. 2) Toda vez que vivo entre otros debo establecer comunicación
con ellos para reconocernos como seres pensantes, principalmente para evitar acciones del otro que me perjudiquen (aún así a Joe no le hicieron caso). Los catatónicos de Despertares no tienen la mínima comunicación con el Dr. Sayer que le permita a él determinar la capacidad de pensar, ¿de ser?, de ellos. La gran pregunta es ¿ellos son o no son, piensan o no?, ¿cómo
saberlo?, ¿sirve de algo saberlo?
Como muchas películas, ésta
también tiene varios ángulos desde donde se puede interpretar el argumento. El esbozado
arriba es uno de tantos. En este enlace, el autor centra su comentario alrededor de la
relación médico-paciente. Es otra lectura totalmente válida, que enriquece el film. Una muy buena
película que nos invita a pensar… por lo tanto a ser.
Espero hacerme un tiempo para verla pronto.
ResponderEliminarSaludos
David