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23 febrero 2014

Los siete samuráis - Akira Kurosawa (1954)



Cuando llama el deber por el deber mismo


Unos aldeanos se ven repetidamente asaltados por una banda de 40 bandidos que les roban las cosechas. Cansados de trabajar para los malhechores, resuelven —por consejo del anciano de la aldea— buscar cuatro samuráis que les ayuden a deshacerse de la persistente amenaza. Cuatro de ellos se encaminan al pueblo más cercano y contactan a un samurái (Kambei, interpretado por Takashi Shimura) al que ven haciendo un gesto heroico: se corta su cabello y se hace pasar por un monje para neutralizar a un delincuente que tiene un niño de rehén. Kambei acepta ayudarlos y selecciona los seis restantes que, según su sabio entender, hacen falta. Corre el año 1587 y, debido a las guerras intestinas entre los señores feudales, hay muchos samuráis cesantes, sin amos, llamados «rōnin». Los samuráis harán el trabajo sin otro beneficio que la comida. Una vez en la aldea, Kambei reconoce geográficamente la zona y establece la estrategia que emplearán para cuando lleguen los bandidos al final de la cosecha. También entrenan a los campesinos para que ayuden en el combate. Finalmente, cuando llegan los delincuentes en sus caballos, se entabla una épica batalla en la que van eliminando pacientemente a la banda. Esta, también pacientemente, arremete una y otra vez. La estrategia de Kambei incluye dejar pasar un solo bandido a la vez (acaso se cuelan dos en ocasiones) y cerrarle el paso a los otros. Para ello ha cercado el pueblo con bardas y zanjas y ha dejado una sola entrada. En la lucha, que demora días, pierden la vida cuatro samuráis, pero matan a los 40 bandidos. Al final, cuando los tres que quedan vivos se van, uno de ellos queda pensativo si regresará con la chica con la que tuvo un affaire. Kambei le dice a su compañero, con el que emprenderá camino, que ellos volvieron a perder, que ganaron los campesinos. El compañero no entiende, pues ganaron la batalla, pero Kambei mira hacia las cuatro lanzas que coronan las cuatro tumbas de los samuráis caídos.

Los siete samuráis es la obra más monumental realizada por el maestro japonés Akira Kurosawa. Es una película que sirvió de referencia para innumerables películas de acción, básicamente norteamericanas, debido a su narrativa, que incluye elementos novedosos para la época que hoy son corrientes en la industria, tales como: la selección del grupo de paladines al comienzo del filme, una acción heroica (que no está relacionada con la historia central) de uno de ellos antes de definir que será el líder del grupo (Kambei al rescatar el niño secuestrado), el realismo con que se desarrolló la batalla central del filme, entre otros. El filme también cuenta el romance entre un samurái y una campesina, algo socialmente prohibido en el Japón de la época en la que se desarrolla la acción; incluso muy atrevido para el espectador japonés de mediados del siglo XX, cuando la película se estrenó. Recibió, entre otros reconocimientos, el León de plata del Festival de cine de Venecia y ha estado consuetudinariamente en puestos honrosos de las listas de Sight and Sound, por encima de Rashōmon.




Dos cosas no técnicas puedo resaltar de este filme, impecablemente rodado: el aspecto social y el realismo que refleja. Todas las escenas de la película poseen la dosis exacta de dramatismo que la hacen poseedora de un sobresaliente realismo. No hay exageraciones ni por defecto ni por exceso. En la batalla se evidencia, más que en ninguna otra parte de la película, esa notable característica. Kurosawa incluso se negó a rodar en estudios porque el set en el campo permitía un ambiente más propicio para la representación de los actores. No gustó a los productores, pero ya estaba avanzado el rodaje, así que se decidieron a concluirlo. Gran decisión, cuyo resultado resplandece en la pantalla. Para que no fuese una película demasiado circunspecta, Kurosawa incluyó el séptimo samurái (inicialmente se había establecido que fuesen seis). Este papel recayó en el simpático personaje al que le da vida Toshirō Mifune, un hijo de campesinos que escaló posiciones hasta convertirse en samurái. Era el payaso del grupo, imprudente a veces, pero un guerrero valiente hasta la muerte. Fue uno de los que murió en combate.

En el aspecto social cabe destacar la empatía (temporal) de dos estratos cuyas relaciones tradicionalmente eran tensas. De los bandidos no hay que explicar nada, nadie los quiere[1]. Pero había un marcado recelo entre campesinos y samuráis. Los campesinos ordenaron a sus hijas cortarse el cabello y vestirse como hombres para que los samuráis no las sedujesen. Estaba proscrita esa relación. Incluso luego de la refriega los campesinos vuelven a sus quehaceres y se distancian nuevamente de sus benefactores. Pero durante el tiempo que duró su relación, digamos contractual, la convivencia fue armoniosa. Solo se enturbiaron levemente por el affaire del samurái con la hija de uno de los lugareños, que —es menester aclarar— fue un romance y no tuvo que ver con lo que en occidente se ha llamado el «derecho de pernada»[2]. Cada quien a lo suyo. Los samuráis estableciendo las directrices, las estrategias, las tácticas de guerra y entrenando a los campesinos. Los campesinos alimentándolos y apoyando en lo que podían en el combate, al principio temerosos, pero al final fieros con los bandidos. Incluso los maleantes a lo suyo: intentar someter a la aldea para saquearla. No cesaron hasta que murió el último de los 40. Todos y cada uno practicando el imperativo del deber a rajatabla.




Así, el Kurosawa maestro, el Kurosawa socialmente comprometido, se lanzó a realizar una película didáctica que mostraba los beneficios de la solidaridad social, independientemente de la diferencia entre las castas. Algo que en el Japón que emergía de la II Guerra Mundial, cual ave Fénix, era muy necesario. Basta con esta joya de frase, que dijo Kambei: Esta es la naturaleza de la guerra. Al proteger a los demás, te salvas. Si sólo piensas en ti, sólo te destruirás a ti mismo. En un mundo tan individualista como el que vivimos, esta frase debería ser un credo.

No hay duda de que esta es una obra de imprescindible visionado para el cinéfilo. Una magnifica producción épica que se convirtió en un marco de referencia que Hollywood no desaprovechó. Extraordinario filme.

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[1] ... a excepción de uno que otro gobierno.
[2] Supuesto derecho del señor feudal de copular con la doncella de su feudo antes de que ella se casase con uno de sus siervos.


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