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09 mayo 2014

¿Quién quiere ser millonario? - Danny Boyle/Loveleen Tandan (2008)



El conocimiento fragmentado


Confieso que la primera vez que vi esta película no me gustó. Posteriores visionados, algunos fragmentados, me hicieron cambiar de opinión. Es una muy buena y entretenida película dirigida por el británico Danny Boyle y codirigida en India por Loveleen Tandan, directora india. El título pudo haber sido Millonario de los pobres, o Millonario de los barrios pobres; supongo que el escogido en español es más llamativo debido a que hace alusión a la franquicia televisiva homónima[1]. La película está rodada en India, y narra la participación del joven Jamal (Dev Patel), de origen muy humilde, en el famoso programa de televisión ¿Quién quiere ser millonario?, versión hindú. El film hace patente la escandalosa pobreza que se explaya a plenitud en el anciano país asiático y las relaciones entre las personas del estrato socioeconómico menos favorecido. El muchacho contesta todas las preguntas del reto y se hace acreedor al premio mayor, de veinte millones de rupias (algo más de 300.000 USD). A lo largo del filme se muestra en flashbacks el porqué Jamal conoce las respuestas a las preguntas que le hace el moderador, todas relacionadas con vivencias directas a lo largo de su vida. Jamal también tiene que luchar contra los atentados para que abandone el concurso, pues ¿cómo va a ganar tal concurso un individuo como Jamal? Ya estos detalles dejan en alto el guión. El empirismo más límpido y casto. Tuvo suerte de que así fuera. ¿Es posible que ocurra algo como lo descrito en este filme: que un lego llegue a ganar un concurso como este? Argumento detallado aquí.

Se podría disertar sobre diversos tópicos, pero circunscribiré el comentario hacia lo que dice el subtítulo: el conocimiento fragmentado. Jamal ganó el concurso no por ser erudito o estar muy informado, sino por tener algún conocimiento fragmentado que, para su fortuna, coincidía con las preguntas del concurso. Jamal no es el único que tiene el conocimiento fragmentado, creo que todos tenemos el conocimiento fragmentado; me refiero a que sabemos un poco de esto y un poco de aquello, quizás algo más de lo otro, pero no mucho de todo, ni siquiera suficiente de todo. Y esta fragmentación crece exponencialmente a medida que avanza la civilización. Esto, visto de forma intuitiva, parece una verdad de Perogrullo. Y lo es. Aún así, salpicaré un mosaico de ideas sueltas sobre el asunto, sin profundidades epistemológicas.


Latika (la hermosa Freida Pinto),
la joven de la que está enamorado Jamal.


Obertura: ¿mucho de algo o un poco de todo?

Un profesor nos dio un seminario sobre la retórica. El Gorgias[2] fue el texto básico empleado. Nos comentó que el catedrático X (no recuerdo su nombre, aunque sé que no es un lugar de La Mancha) tenía más de treinta años estudiando el Gorgias. Es claro que ese profesor —seguramente un erudito de alguna universidad— conoce a fondo el Gorgias. No creo que Jamal tuviera idea del Gorgias, pero el profesor X no tendría tampoco idea del músico popular indio del cual le preguntaron su nombre a Jamal. ¿Cuál de ambos conocimientos es más trascendente? Para un intelectual es el Gorgias obviamente, pero para Jamal lo es el nombre del cantante local o el del tercer mosquetero. Con la fortuna obtenida podrá despedirse de la pobreza, e incluso estudiar filosofía y conocer al Gorgias[3]. Lo contrario ciertamente es incierto: el profesor X no hará una fortuna por conocer mucho el Gorgias, pero quizás sí la haga si asiste al popular concurso tal como Jamal, pero en su país, no en India. Esto lleva a pensar en, al menos, tres puntos con parentesco entre sí: 1) el conocimiento universal versus el conocimiento local, 2) la utilidad del conocimiento, 3) la relatividad del conocimiento.


Conocimiento local en un mundo globalizado.

Es obvio el porqué el profesor X no podría conocer ni el nombre del músico ni muchas otras cosas. Quizás si fuese en la Alta Edad Media y él fuese un escolástico estudioso, pero mundano, sabría el nombre de los juglares... de su país: ¿qué tantos juglares podría haber en esa época en el país de X? ¿cuántos hay hoy?

De las preguntas universales que le hicieron a Jamal (por ejemplo de quién es la cara que figura en el billete de 100 USD o el nombre del mosquetero), este sabía las respuestas por mera suerte. El profesor X las sabría por conocimiento. Otra perogrullada: el profesor X tiene conocimiento universal y conocimiento local, mientras que Jamal solo tiene conocimiento local y muy poco universal, obtenido más por azar que por estudio. Quizás la globalización en el futuro nivele un tanto las cosas. Hoy, ambos —X y Jamal— tienen acceso al conocimiento del que más carecen a través de las expeditas telecomunicaciones.






Utilitarismo del conocimiento.

El conocimiento útil para unos no lo es para otros. La hiperespecialización del mundo moderno, imprescindible por la ingente cantidad de información que manejamos, lleva a los estudiados (y a los estudiosos) a acotar su rango o área de competencia, pues es imposible conocer de todo. Generalmente las personas aprendemos más de los temas que nos son más útiles y de los que más nos atraen. De los primeros depende nuestra actividad laboral, por lo que nos obligamos a adquirirlos con más o menos esfuerzo. De los segundos vale remitir a la siguiente expresión, muy conocida en la docencia orientada al aprendizaje significativo: «He olvidado todo lo que me enseñaron, mas recuerdo todo lo que aprendí». En un mundo como el de Jacque Fresco[4], todo el conocimiento que adquiriríamos sería del segundo tipo: de lo que más nos gusta.


Relativismo del conocimiento.

Hoy en día hay una tendencia a creer que no se requiere de un conocimiento específico para ocuparse de las áreas que dependen de dicho conocimiento específico. Supongo que ha ocurrido por los siguientes motivos: 1) algunos conocimientos que se tenían por inalterables han sufrido importantes modificaciones o han causado daño, sembrando ello la duda sobre dichos conocimientos y sobre quienes los han originado[5]; 2) el acceso fácil a la información: de los monasterios a la imprenta, y de esta a la internet, induce a percibir como fácil todo conocimiento por muy especializado que sea (incluyendo, para mi infortunio, comentar películas); 3) la masificación de la enseñanza básica ha proporcionado algunas herramientas que le permiten a más personas manejar más información, lo cual también induce a percibirla fácil aunque no lo sea; 4) una lectura marxista, quizás algo sesgada, nos diría que los menos favorecidos intelectualmente desprecian a los que son brillantes y menosprecian, por tanto, lo que es el conocimiento; eso lo instrumentan manejando ellos el conocimiento torpemente, remedando una competencia que no tienen, intentando demostrar que cualquiera puede manejar ese conocimiento sin requerir ninguna capacitación para ello. Este desprecio por el conocimiento y por las personas que lo tienen se ha irrigado en todas las instituciones e instancias (al menos en Venezuela), incluso entre profesionales y profesores universitarios. Es la antítesis del «zapatero a tus zapatos». Eso baja notablemente la calidad de los productos finales de un proceso.




Cantidad de conocimiento.

El lector que tenga suficiente edad, recordará que no teníamos la ingente cantidad de sistemas telecomunicacionales que existe en la actualidad. Por otra parte, y aunque no lo quisiéramos reconocer, los estudiantes de hoy se enfrentan a mayor cantidad de conocimiento, aunque eso no signifique necesariamente que estudien más de lo que nosotros tuvimos que estudiar, o más profundamente. De suerte que hoy hay más conocimiento puesto que este tiene tendencia a acumularse pero, como contrapartida, hay herramientas —que no teníamos nosotros— para optimizar el estudio.


Más sobre cantidad de conocimiento (no es perogrullada).

El conocimiento hoy es abrumadoramente mayor que el de hace solo unas décadas, y seguirá en aumento exponencial, no lineal. En el libro de Stephen Hawking, El universo en una cáscara de nuez, el autor afirma que «Si se pusieran en fila todos los nuevos libros publicados, nos deberíamos desplazar a ciento cincuenta kilómetros por hora para mantenernos al frente de la fila. Naturalmente, en el año 2600 los nuevos trabajos científicos y artísticos tendrán formato electrónico, en vez de ser libros y revistas. Sin embargo, si continuara el crecimiento exponencial, se publicarían diez artículos por segundo en mi especialidad de física teórica, y no tendría tiempo de leerlos». Esto sería para la elitesca física teórica, ¿qué no sería para carreras menos exóticas como medicina, derecho o ingeniería?


Crecimiento de la informática

En cuanto a la tecnología informática, herramienta vital para el manejo de la información, los números son de magnitud astronómica. El prof. Hawking recuerda que la complejidad y la velocidad de procesamiento de las computadoras se duplica cada 18 meses, siguiendo la Ley de Moore. Juan Ignacio Cirac, del Instituto Max Planck de Óptica Cuántica, ha dicho que las computadoras cuánticas, cuando se desarrollen, serán capaces de realizar en un minuto cálculos que a las actuales computadoras les llevaría millones de años[6]. El futurólogo Ray Kurzweil asegura que el crecimiento en el área informática durante el siglo XXI será equivalente no a 100 años, sino a 20.000 años, a la tasa que hoy se registra[7].

En el gráfico que sigue, se puede apreciar que nuestro aporte histórico se incrementa exponencialmente. Podríamos convenir que el aporte histórico tiene algún paralelismo con el aporte al conocimiento. Al menos no serían muy distintas las curvas.


Dos mil años en un gráfico[8].
Nótese el salto súbito en el siglo XX.


De manera que, con pasmoso asombro, llegamos a la conclusión de que las palabras de Sócrates «Sólo sé que nada sé» (o Sólo sé que no sé nada), nunca antes habían tenido más sentido y acierto que hoy... y lo seguirán teniendo aún más en el futuro.


_________________
[1] Véase la entrada Los títulos de las películas, en este mismo blog, donde se diserta sobre cómo y por qué se seleccionan los títulos en español.
[2] Leer en:
http://www.filosofia.org/cla/pla/azf05115.htm
[3] Esto me hace recordar aquél chiste «filosófico» malo que paso a contar.
Un genio le dice al profesor que abrió la botella: —Te concedo uno de dos deseos: ser sabio o ser rico. —Quiero ser sabio, contestó el profesor. Entonces el genio le concedió el deseo. Al cabo de un rato de profunda y sabia reflexión, el profesor dijo: —Tuve que haber escogido ser rico.
[4] Es un mundo como el de Viaje a las estrellas, en el que ni siquiera existe el dinero y las necesidades básicas están cubiertas ipso facto desde el nacimiento. Para más información visite los websites:
https://www.thevenusproject.com/ o
http://es.wikipedia.org/wiki/Proyecto_Venus
[5] Algunos han cambiado tan radicalmente como podrían haber cambiado, especialmente en el área científico-técnica. Por ejemplo, el concepto de vida ha cambiado en las últimas décadas a raíz del descubrimiento de numerosos organismos extremófilos y del detallamiento de la estructura del ADN. También cambió radicalmente la forma de entender el universo con el advenimiento de la mecánica cuántica y la teoría de relatividad. En la ingeniería, debido a la investigación y al uso de modelos matemáticos muy precisos, se han optimizado muchos sistemas y se han desechado algunos mitos. Incluso en las áreas alimentaria y médica: alimentos antaño recomendables hoy se consideran venenos y viceversa; y algunas medicinas han reducido o cambiado su potencial (antibióticos, aspirina). Los conocimientos que han causado daños (algunos irreversibles) refieren a los que afectan al medio ambiente: geosfera, hidrosfera, atmósfera y biosfera, incluyendo los humanos. Sobre este último tema, remito al lector al comentario y al visionado de la extraordinaria película Home.
Esos cambios son parte de la evolución científica, pero para el vulgo representan una debilidad del conocimiento científico-técnico y de la —a menudo respingada— comunidad que lo genera.
[6] Ver entrevista en:
http://www.muyinteresante.es/tecnologia/articulo/juan-ignacio-cirac-la-mecanica-cuantica
[7] Véase el website (en inglés):
http://www.kurzweilai.net/the-law-of-accelerating-returns
[8] Gráfico tomado de:
http://www.economist.com/blogs/dailychart/2011/06/quantifying-history
Texto que acompaña al gráfico (traducción libre del administrador del blog):
Algunas personas cuentan la historia desde arriba, registrando las grandes hazañas de los grandes hombres. Otros cuentan la historia desde abajo, con el argumento de que la vida de una persona es sólo una parte tan importante de la historia de la humanidad como la de otra. Si las personas hacen la historia, de acuerdo a lo que sugiere este democrático punto de vista, entonces dos personas hacen el doble de la historia que hace una persona. Puesto que hay casi 7 mil millones de personas actualmente vivas, se deduce que están haciendo siete veces más historia que el billón de personas que vivían en 1811. El gráfico muestra la historia de la población ponderada de los últimos dos milenios. Mediante este ajuste de cuentas, más del 28% de toda la historia hecha desde el nacimiento de Cristo se hizo en el siglo 20. Medido en años vividos, el presente siglo, que tiene sólo diez años de edad, ya es más «largo» que los siglos I al XVII. Este siglo ha hecho una contribución aún mayor a la historia económica. Más del 23% de todos los bienes y servicios realizados desde el año 1 d.C. se produjeron entre 2001 y 2010, de acuerdo con una versión actualizada de las cifras de Angus Maddison.


Controversias en torno a esta película (en inglés):
http://en.wikipedia.org/wiki/Controversial_issues_surrounding_Slumdog_Millionaire


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