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16 mayo 2014

Viaje a las estrellas - Gene Roddenberry (1966-?)



Larga y próspera vida.
Saludo vulcano, que el señor Spock dijo en numerosas ocasiones.
Próspera y larga vida ha tenido esta serie.


En una visita al MIT en 1979, tuve la oportunidad de conocer una librería que se ubicaba en sus instalaciones. Jamás había visto yo tantos libros de ciencia ficción como en esa librería; y no los he vuelto a ver. Incluso tenían en venta los planos y la maqueta del Enterprise, la nave de estos viajeros espaciales. ¿Por qué había tal profusión de material de ciencia ficción en una institución del prestigio del MIT?

Es prácticamente natural que una serie (bien realizada) de ciencia ficción sea exitosa en Norteamérica, la sociedad con la tecnología espacial más avanzada del mundo. También es natural que siendo fan de buena parte de las producciones de esta franquicia, uno sienta la necesidad de escribir un artículo sobre ella. Star Trek es una de las series de TV con más seguidores en el mundo, incluso tienen un nombre especial: trekkies, los cuales conforman toda una subcultura. Numerosos datos curiosos rodean a esta serie: fue la primera que tenía un reparto de actores que representaban personas de diferentes razas, incluso había un ruso (Chekov) en el elenco en plena Guerra Fría; también había un ser de otro planeta, el señor Spock, que era del ficticio planeta Vulcano; se le atribuye —siendo falso— el primer beso interracial en TV (entre Uhura y el capitán Kirk); ha sido inspiradora de numerosos inventos —algunos también falsamente— como el iPad o el teléfono celular. Una de sus más célebres tecnologías es la teletransportación, que apenas hoy se haya en estado de investigación incipiente; y el equivalente a otra tecnología incipiente: la impresión en 3D, que en la serie es el dispositivo que prepara los alimentos y bebidas. También la holocubierta, donde los tripulantes pueden recrear sus fantasias con hologramas, también en 3D. Incluso hay un médico que es un holograma, en Star Trek Voyager. Para un registro que podríamos considerar muy completo de estas curiosidades, así como numerosos datos sobre la producción de las diversas secuelas hijas de la Star Trek original y enlaces a otros sitios, puede el lector consultar este enlace y, mejor aún, este otro (en inglés).


Personajes de la serie original (falta el señor Sulu).


El mismo reparto, años después, para rodar los largometrajes.
Aquí sí aparece Sulu.


Su atractivo

Creo que la razón que hace tan atractiva esta serie (más que sus películas) se debe a los siguientes atributos que la distinguen de otras similares: 1) el ambiente espacial es tratado con mesura, sin tremendismos, sin que el protagonista sean los efectos especiales; 2) otros elementos que los maneja igualmente con moderación: el lenguaje, sin demasiados tecnicismos ni palabras inventadas cuya etimología nos es desconocida; el maquillaje de los habitantes de otros mundos, muy humanizado, solo con leves diferencias respecto a la fisonomía de los humanos; 3) los tecnicismos y palabras inventadas —que las hay— no suelen ser imprescindibles para el desarrollo del aspecto medular del argumento; 4) su temática trascendente, no en todos los capítulos, no con la misma intensidad, pero, generalmente, presenta difíciles dilemas sobre los cuales deben decidir los personajes: dilemas morales, políticos, sociales, éticos, bioéticos, existenciales, bélicos, gerenciales; 5) también el respeto por la evolución histórica de las diversas especies cuando sus viajes son a través del tiempo o antes de establecer el primer contacto con especies menos evolucionadas; 6) la sociedad ha remontado importantes muros que hoy la traban: medicina de muy alto nivel, economía no importante para los viajeros (de hecho, jamás se habla de dinero ni de ricos y pobres), concordia no solo mundial sino interplanetaria. Quizás haya más elementos. Personalmente creo que los tres últimos motivos la hacen llamativa para el espectador crítico, que busca una reflexión importante en la historia que ve. Ese es un atractivo irresistible, incluso confrontándolo con los defectos que pueda tener; uno de ellos mencionado por un admirador célebre: el Dr. Stephen Hawking, quien asevera que los personajes deberían ser superiores a los actuales humanos[1], atendiendo a la evolución natural, con un ADN distinto al de los humanos actuales.


Viaje a las estrellas - La nueva generación.
En esta se incluyen un klingon (el teniente Worf), 
una betazoide con poderes telepáticos (Deanna Troi
y un androide inteligente y aútonomo: Data.


La «escuchadora» Guinan
personaje interpretado por Whoopi Goldberg


Su influencia

Hay al menos tres claras influencias de esta obra que se ha mantenido, si bien con actores y naves distintas, con el mismo formato a través del tiempo: 1) en los científicos e investigadores de diversas áreas, que son generalmente asiduos de estos programas, y los inspiran para la consecución de inventos o posibilidades de investigación. Star Trek es una suerte de pista para el despegue de la imaginación y de ideas nuevas; esto incluso lo han confesado muchos de ellos[2]; 2) en los cineastas que buscan las referencias y la inspiración de realizadores como Gene Roddenberry (creador de la serie) o Rod Serling (creador de Dimensión desconocida), y que son asesorados por verdaderos científicos para la realización de sus programas televisivos y películas, de manera que ocurre una interacción entre los cineastas y los científicos; 3) en cualquiera de los espectadores, a través del tratamiento de los múltiples problemas que enfrentan estos viajeros del espacio y del tiempo, como los mencionados en el párrafo anterior.


La gente de Star Trek Voyager.
En esta se incluyen una semi klingon (B'Elanna Torres), 
un vulcano (el teniente Tuvok), un holograma (el doctor), 
un talaxiano (Neelix) y una ex-borg (7 de 9)


Resolución de los problemas

Además del mero planteamiento de un problema, la mayoría de las historias, quizás debido a que son capítulos unitarios y no una historia concatenada a lo largo de ellos, concluyen y se resuelven. Kirk, Picard o Janeway, capitanes de las naves, toman decisiones que siempre resuelven la crisis satisfactoriamente. Obviemos el siempre buscado final feliz, del que no están exentas las series. A diferencia de la disquisición filosófica formal, meramente teorética, con más preguntas que respuestas, o con planteamientos sin resolver, Star Trek siempre da alguna alternativa surgida de los valores que guían el comportamiento de los personajes que tienen poder de decisión: se llega a una resolución del conflicto, al igual que ocurre en muchas películas. De la misma manera como confronta una persona normal, en la vida real, un problema real, lejos de la —a veces vana— teoría. Incluso argumentar contra especies más avanzadas suele ser exitoso para estos viajeros interestelares, pues los argumentos lógicos que esgrimen nuestros inferiores representantes tienen el suficiente peso específico para que los seres superiores transijan en su intención (en el caso de que esta sea perjudicial para nuestros héroes) o se lleguen a acuerdos mutuos con los que ambas partes se sientan satisfechas (el tan ansiado binomio ganar-ganar). No deja uno de recordar el imperativo categórico kantiano por aquello de que debo proceder de manera tal que sea universalmente aceptable por cualquier especie racional. De las películas originadas de estas series no podría decirse lo mismo; son más bien filmes de acción, y pocas tienen planteamientos intelectuales medianamente profundos y bien desarrollados cinematográficamente. Pero las series, particularmente las escritas y producidas por Gene Roddenberry: Star Trek Original y Star Trek - La nueva generación, tienen sustancia.

Los problemas que enfrentan estos viajeros cósmicos se desarrollan en las esferas política, ética, existencial, biológica, bioética, moral, científica, tecnológica, teológica, histórica, cosmológica, emocional, espiritual, etcétera. Es de hacer notar que, aún cuando los problemas son nuevos o son problemas en los que se confrontan civilizaciones de seres distintos, los personajes los resuelven de acuerdo al cúmulo de principios morales que poseen y al empleo de la lógica y el raciocinio. En ese sentido, podemos o no estar de acuerdo con las decisiones y la solución del problema planteado, pero casi siempre dicha solución está avalada por argumentos bien hilados o por acciones bien calculadas. En cualquier caso son material para reflexión. Valores como la libertad, la democracia, el respeto al otro, el respeto a los derechos de los seres vivos (extensión de los DDHH), la búsqueda de soluciones consensuadas, la justicia, el amor, conforman el cuerpo de criterios que guía la acción de los personajes que protagonizan la trama central.

Esta creación de Gene Roddenberry ha sido muy exitosa debido a la calidad argumentativa de su contenido más que por la espectacularidad de sus efectos especiales. Las diversas series de esta franquicia las transmite el canal SyFy diariamente.


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[1] Esta observación la menciona el famoso físico en su libro El universo en una cáscara de nuez.
[2] Obviamente no es su primera fuente de inspiración; no hay que olvidar a escritores como Isaac Asimov, Ray Bradbury o Arthur Clarke, incluso Julio Verne, o científicos como Carl Sagan, entre muchos otros, cuyos trabajos son musas para la comunidad científica. En cuanto al cine, mucho antes de las series de Serling o Roddenberry, se hicieron notables películas desde los inicios del cine, como Metrópolis o Viaje a la Luna. Luego vendrían los clásicos como El día que la Tierra se detuvo, El planeta de los simios, Viaje fantástico, y pare usted de contar, sin excluir la mejor de todas (o al menos una de las mejores de todas): 2001: Una odisea espacial, contemporánea de la serie Star Trek original.


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