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06 junio 2014

Orfeo negro - Marcel Camus (1959)


Imagen del póster en IMDb.


La muerte también asalta cuando hay felicidad,
o Verona en Río de Janeiro


Eurídice (la hermosa Marpessa Dawn) llega a Río de Janeiro para alojarse en casa de su prima Serafina (Léa Garcia) el día anterior al carnaval. Viene huyendo, según cuenta ella, de un hombre que la quiere matar. En el camino conoce a un operador de tranvía de nombre Orfeo (Breno Mello), personaje notable en el vecindario por ser mujeriego. También es músico y bailarín. Es el alma de la escuela de samba de su favela, y de él circula la especie, entre los niños del lugar, de que hace salir el Sol con su música (poder similar al del Orfeo de la mitología griega). Orfeo es vecino de Serafina, por lo que vuelve a ver a Eurídice y ambos quedan prendados uno del otro, motivo por el que Orfeo deja de prestarle atención a su celosa prometida Mira (la hermosa Lourdes de Oliveira). Mira, al darse cuenta de la naciente relación entre Orfeo y Eurídice, se convierte en acérrima enemiga de la nueva conquista de Orfeo, a la que desea destruir; incluso la sigue para matarla. La muerte (o el hombre que perseguía a Eurídice) le priva de asesinarla, pues eso es tarea de ella. Luego sobreviene la tragedia: Orfeo mata a Eurídice sin quererlo ni saberlo y, ante la negación de su muerte, decide buscarla en el inframundo del subdesarrollo: las instituciones públicas[1]. Al dar con su cuerpo, gracias a la ayuda de un desconocido, regresa a la favela cargando a su amada, cuando le sorprende la ira de Mira y nuevamente cae al abismo, esta vez en forma definitiva.




La película de Marcel Camus (su más célebre filme), está basada en la obra teatral Orfeo de la Concepción, del poeta y compositor brasilero Vinicius de Moraes, y ambas en el mito griego de Orfeo. El filme de Camus sitúa a los personajes en el carnaval de Río al momento de su rodaje (finales de los años 50), un Río aún algo pueblerino, con unas pintorescas fiestas carnestolendas mucho más modestas que las actuales (pero quizás más genuinas, más honestas), en donde las sencillas carrozas desfilaban por las calles sin la avalancha de público con el que cuenta hoy este exuberante carnaval, pues tardaría aún tres décadas en construirse el monumental sambódromo; y en el que unos ingenuos pobladores de las favelas bailaban al son de tambores la alegre samba. Toda la película se desarrolla en ambiente carnavalesco y los personajes apenas dejan de bailar y de disfrazarse[2], o de jugar al fútbol. Esta atmósfera, muy asociada en el imaginario universal a Brasil y a su gente, capta de alguna manera el espíritu carioca en lo atinente a su amor por la vida y al disfrute de ella como forma de vivir, como filosofía de vida. Sin que ello signifique banalizarlos o banalizar su visión de la vida. De igual manera está presente en la bossa nova, música emblemática de Brasil (que este film universalizó), la alegría y la saudade por amores y acontecimientos pasados, la tristeza por algunas cosas de la vida como el sufrimiento que, en ocasiones, trae el amor consigo, o la pérdida del amor. Alegría y tristeza se ven las caras frente a frente en otra dicotómica batalla; en este caso brillantemente conjugada por el sublime arte musical.


interpretan Manhã de carnaval bajo la batuta de André Rieu.
Esta canción fue escrita ex profeso para Orfeo negro.


Este filme, a pesar de tener por columna vertebral el amor entre Orfeo y Eurídice[3], también nos muestra algunos aspectos de la sociedad brasileña de entonces, como la pobreza de la favela, el amor de los desposeídos por la música y la danza (aunque eso solo signifique la evasión temporal a su triste condición), que justifica el valor que tiene el carnaval en dicho estrato social, lo inservible de las hipertrofiadas y burocráticas instituciones públicas, el sentimiento de posesión ligado al amor, la ira como sentimiento destructivo o la personificación de la muerte (también realizada apenas dos años antes por Bergman en El séptimo sello).

Sobre su música bien se podría escribir un artículo especial para ello. Si hubo o no las intenciones de internacionalizar la bossa nova a través de la película eso es algo que ignoro, pero sí coadyuvó a universalizarla. Sirvió de catapulta a este extraordinario género musical y a algunos de sus grandes maestros como Antonio Carlos Jobim o Vinicius de Moraes. Solo por eso ya sería más que meritoria. Desde el punto de vista técnico está, en general, muy bien hecha; solo se pueden observar uno que otro pequeño desliz en las actuaciones de algunos de los noveles actores.

Pero lo más importante es que, a pesar de que Camus no era brasileño, logró captar el espíritu de esas gentes en una inolvidable película en la que se adaptó una historia mítica de la Grecia antigua al Brasil del carnaval, con personajes de la sociedad carioca que, lejos de ser semidioses, son personas con grandes carencias materiales. Este filme ganó la Palma de oro del Festival de Cannes, el Óscar a la mejor película extranjera, el Globo de oro y fue nominado al premio BAFTA. Es la primera película del gigante del sur en ser multi galardonada. Una de esas que está en la lista de todo cinéfilo.

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[1] También en el mito, Orfeo baja al inframundo para buscar a Eurídice.
[2] Esta visión un tanto simplista del negro brasilero (hoy «afrodescendiente») ingenuo, pendenciero y pendiente solo del baile y la fiesta fue muy criticada en Brasil, donde la película no fue apreciada en su momento. Adicionalmente, figuraba como producción francesa o franco italiana en los certámenes, pero no brasilera. Estas circunstancias no la hicieron del agrado del público brasileño.
[3] Disiento del comentario de Claqueta que afirma que el protagonista es el carnaval de Río.


Ficha en Filmaffinity:
Artículo en Claqueta:
La triste muerte del «Orfeo Negro» (se refiere al actor Breno Mello):


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