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10 octubre 2014

Proyecto El chico


El chico (vedada en Europa)

¡Viva la Web 2.0!



Hoy hay no menos de media docena de películas El chico, de Chaplin, en YouTube. Sin embargo, hasta donde yo sé, la primera que se subió a Internet se alojó en archive.org. Y la primera en Google Videos la subió este servidor. No sin antes contar con la traducción de sus intertítulos en varias lenguas, unas 26. Solo pude conseguir la colaboración gratuita y desinteresada de un portugués, un italiano y un francés para la traducción a esos idiomas de los originales en inglés[1]. La traducción de las demás lenguas tuvo que realizarse con traductores online, básicamente el de Google. Hoy está en YouTube, pues tuvimos que migrar los videos de Google Video a YouTube. En este website tiene los intertítulos en unas 12 lenguas.




¿Qué llevó al proyecto?

Luego de siete años desde que se subió a Google Videos, hay la suficiente serenidad para analizar qué llevó a eso. Se hablaba en ese entonces mucho sobre la Web 2.0 en Internet y en los foros de discusión, en algunos de los cuales participé activamente. Había oído el caso del disco que una banda, de nombre Tryad, grabó. Lo hicieron sin siquiera conocerse personalmente, cada uno en un país distinto, tal como mis colaboradores y yo para el caso de la película en cuestión. Es más, tuvieron el tupé de lanzarlo en dominio público, totalmente gratis. Y es muy bueno, de paso. Estuvo en el primer lugar en el website  que lo alojaba: Jamendo.com por largo tiempo, y aún hoy es icónico este trabajo. La Web 2.0 era (es) la interrelación de los internautas para hacer cosas. Cosas como ese disco, cosas como Wikipedia. Entonces, ¿por qué no hacer lo mismo con una película, si Google Videos no tenía límites en cuanto al tiempo del vídeo ni su peso en bytes

Había una intención subyacente, pero el tiempo demostró que ciertamente tenía poco peso: figurar en la red. Estábamos haciendo las páginas web iniciales (y gratuitas) de Google, de nombre googlepages (hoy sites.google), y probábamos qué tan rápido los robots (los «googlebots») detectaban los sitios web, y muchas otras cosas. Se daban los primeros pasos con el Translate y con los variadísimos formatos de la imagen en movimiento, del vídeo, en Google Videos; también en los blogs de Blogger; y muchos frecuentábamos los foros de discusión de las páginas web gratuitas, del Translate, de Google Videos, de Blogger, de YouTube. El ambiente estaba para eso, para experimentar e intercambiar experiencias e información.




Otra intención era la de dar ejemplo traduciendo la película, pues muchas estaban en inglés o en su idioma original, y el español y otras lenguas no tenían mucho repertorio. Si la gente se preocupara en dar algún valor añadido a las películas que suben, a través de la traducción del libreto, mucha más gente tendría acceso a ver las películas. Y no hablo de las lenguas tradicionales, sino de africano, hindi, nepalí, etcétera; lenguas de sitios donde hay niños en situación de pobreza a los que se podría incorporar a la parte benigna de la globalización a través de la cultura. Hay muchos niños que tienen acceso a Internet en sitios donde no hay salas de cine. En esta intención fracasó, pues casi nadie siguió ese ejemplo. Empero, hoy se consiguen muchas películas en las lenguas más habladas, aunque no parece haber muchas en las lenguas minoritarias como las mencionadas antes.

¿Qué película? Pues una que esté en dominio público. ¿Y qué mejor que una del genio Chaplin? De ellas, El chico era la que más prometía estar en dominio público. Además, era fácil y rápida de traducir, pues los intertítulos no representan más de una cuartilla. El costo prácticamente cero, pues la colaboración siempre se solicitó con carácter gratuito. Un tanto filantrópico el proyecto. Jamás se quiso asociar la película a los anuncios de Google.




El bendito copyright

Es toda una pesadilla. A tal punto que a uno se le quitan las ganas de subir nada. El chico, la película original, parece estar en dominio público. En el último reclamo le contesté eso a YouTube, y la dejaron, pero está vedada en Europa, donde hay una gente que dice tener derechos, que yo desconozco, y quizás YouTube también. De la nueva versión remasterizada tiene los derechos quien la remasterizó: Kino. En una ocasión subí Charada, porque esta película no tiene copyright (¡se les olvidó registrar el copyright!), pero no se le olvidó a Henri Mancini registrar los derechos de la música (yo lo ignoraba). Tuve que borrarla por mandato del huésped. Hasta una pequeña escena tuve que borrarla, so pena de que me eliminaran la cuenta.

Si uno se pone a investigar sobre el copyright se consigue con un muro infranqueable. Hay abogados especialistas en copyright a los que uno, en principio, debería acudir. Una opción es comprar los derechos de exhibición, pero ¿quién va hacer cualquiera de esas cosas si no piensa percibir dinero a cambio? Solo los filántropos que sean ricos, y no es mi caso.

Investigando aquí y allá, se llega hasta una frase (en lo que tiene online la Librería del Congreso de USA) que resume el asunto, y que dice más o menos esto: «mientras más dinero esté en juego, mayor es el riesgo de ser demandado». Punto. Incluso la canción «Happy birthday» tiene copyright hasta el 2030 en EUA, derechos que posee una empresa del grupo Warner (ver la historia de los derechos actuales en este enlace, en inglés). Supongo que si se sigue investigando con mayor profundidad, terminará uno por no pronunciar muy alto su propio nombre, no sea que alguien tenga el copyright y lo demande a uno por el uso de dicha palabra para identificarse. El materialismo (¿hipermaterialismo?) ha enfermado a esta civilización[2]. Obviamente, los autores de las obras bien merecen el crédito y el rédito de sus obras, pero obras tan antiguas o de la naturaleza de la canción mencionada... ¡por favor! Y lo peor del caso es que no son los herederos del autor, cuyo reclamo ciertamente podría ser legítimo, son las grandes corporaciones las que compran los derechos, y los ejercen férreamente. Y es más intenso en Europa y USA que en Latinoamérica, o al menos aquí. Esa es mi experiencia en relación a los vídeos que uno sube a YouTube con música venezolana: hasta hoy no hay reclamos. No hay ese deseo desmedido por demandarme o por que borre el vídeo, ni por herederos o autores vivos, ni por corporaciones. Parece que somos más gentiles, más laxos, más altruistas a ese respecto.

Este es el motivo (el copyright) por el que muchos enlaces y vídeos insertados en este blog desaparecen, particularmente los correspondientes a películas completas y recientes, que algunos aventureros suben a la red pensando que no los van a pillar; siendo reciente algo con menos de unos 80 años. Mientras esté en YouTube se puede ver, pero el huésped la puede mandar a eliminar en cuanto se notifique la infracción por parte del dueño de los derechos, so pena de eliminarle la cuenta al atrevido.

Me queda por decir que la experiencia de coordinar el trabajo con los colaboradores, traducir al español, insertarle los subtítulos a la película y subirla fue muy grata. La Web 2.0 pone a nuestro alcance mucho poder para hacer cosas en aras de la difusión de la cultura y del conocimiento. ¡Bravo por ella!


________________
[1] Los señores:
Philippe Chappuis (francés),
http://sites.google.com/site/annuairevin
Davide Nonino (italiano),
http://www.appuntiscritturacreativa.it
João Ferro (portugués),
https://sites.google.com/site/viagensdojoao/

[2] Entendido en este caso como el amor exacerbado por el dinero y los objetos materiales.

Otros detalles del proyecto en este enlace:



La sal de la tierra (vedada en EUA)


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