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14 noviembre 2014

Estados alterados - Ken Russell (1980)



"En la predios de la mente, lo que uno cree que es verdad, puede ser verdad o puede convertirse en verdad dentro de ciertos límites. Estos límites se encuentran experimental y experiencialmente. Cuando son encontrados, estos límites resultan ser nuevas creencias a ser trascendidas. En los terrenos de la mente no hay límites; sin embargo, en los terrenos del cuerpo hay límites definidos que no pueden ser trascendidos."


Edward Jessup (William Hurt en su primer papel cinematográfico protagónico) es un profesor de psicología que experimenta en sí mismo con drogas alucinógenas y con el tanque de aislamiento[1] para alcanzar nuevos estados de conciencia, producidos por la droga y por la privación sensorial en la que deviene el aislamiento extremo. Estos experimentos lo llevan a una involución que lo convierte en un primate salvaje, capaz de todo. En un posterior experimento, llega aún más lejos, al convertirse en energía pura (o ectoplasma, o algo parecido a eso). Ante la inminencia de lo irreversible que puede ser dicho estado, su esposa lo rescata para regresarlo a la forma de vida humana. El argumento algo más detallado en este enlace, o en este (en inglés).





El controversial cineasta Ken Russell fue lo que podríamos llamar el l'enfant terrible de los directores ingleses. Sus obras siempre fueron polémicas, bien por las crudas imágenes que desafían los estómagos de los espectadores, o por la irreverencia hacia temas tabú como la sexualidad o la Iglesia. Este filme, adaptación fiel del libro homónimo -según Russell-, se basa en las experiencias de John C. Lilly, ecléctico científico norteamericano, inventor del tanque de aislamiento. Lilly experimentó en numerosas áreas de las neurociencias. En sus experiencias él mismo era el conejillo de indias. Algunos de los programas en los que participó eran parte de los -quizás escabrosos- estudios que se hacían con fines militares para determinar los estados límites a los que puede someterse un ser humano; conocimiento «útil» para el caso de torturas en interrogatorios. Estos estudios fueron pioneros y hoy son utilizados medicinalmente para dejar de fumar o de consumir drogas o alcohol, para lograr estados profundos de meditación y de relajación, alcanzar las ondas theta, etcétera.



Edward en una caverna de México, donde un chamán 
le suministra drogas naturales que lo hacen alucinar.


Lilly estableció conocimientos notables (e inéditos) basados en sus experimentos, y alcanzó estados alterados de la conciencia, pero no llegó al estado primigenio de nuestra escala evolutiva, tal como Edward Jessup lo hace en el filme. La historia de la película exagera; o quizás plantea que se puede ir más allá de donde fue Lilly, hacia un sitio al que le daría mucho temor llegar a cualquier humano medianamente racional, pero posible. Quienes han experimentado la meditación profunda conocen que se puede trascender, al menos de manera inmaterial, el estado que llamaríamos «normal» de la conciencia, de la mente. Se dice que algunos gurús han logrado incluso cambios físicos controlados, tales como la reducción drástica de los latidos del corazón o de la ingesta de alimentos. Si creemos que ello es posible, podemos convenir con el planteamiento de Estados alterados en el sentido de que se pueden alcanzar estados inmateriales del Ser (estado final de Edward en energía pura). O que, al menos, se puede acceder a estados primitivos, con la supresión de la acción de la corteza cerebral y del sistema límbico, quedando todas las funciones corporales en manos del complejo R (caso del simio en el que se convierte Edward).

En el caso de la conversión de Edward en energía pura o ectoplasma, es un atributo humano el que es capaz de «regresarlo» al estado de ser humano: la capacidad de amar de la que somos portadores. Algo que, aunque parece una perogrullada, se desprende del film, es que para ser humano se debe confinar la existencia dentro del plano de los atributos humanos; no es posible fuera de él. Fuera de ese ámbito no somos humanos. Algo parecido a lo que sugiere la frase de Lilly que encabeza este comentario. Quedaría por establecer si uno de esos atributos podría ser la ubicación mental dentro del marco de la cordura, entendiendo esta como el estado en el que se encuentra la generalidad de las personas (concepto muy discutible por supuesto). Si ello es así, viene a la mente una pregunta que le arruga a uno el alma: ¿qué tan humanos son quienes por infortunio están fuera de ese ámbito?

Otro aspecto que se colige del visionado de este filme es algo que ya se ha mencionado en el comentario de otra película: el individuo sometido a estados alterados de la mente no es moral ni inmoral, es amoral. Los códigos morales, la ética, la política y toda una retahíla de inventos humanos son para uso exclusivo de las personas que se encuentran en un estado mental considerado «normal». ¿Tiene sentido para un esquizofrénico tener que hacer sus necesidades fisiológicas en privado, ser cortés o cruzar la calle cuando no transiten los vehículos? Quizás no, por eso hacen esas cosas consideradas inmorales, anormales o inadecuadas. Ese estado anormal de la conciencia es lo que lleva al primate en el que se convierte Edward (mucho menos consciente que el Gregorio de la Metamorfosis de Kafka, por decir un ejemplo comparable) en un animal salvaje, totalmente amoral, como la naturaleza virgen.

Obviamente, otras lecturas del filme pueden llevar a otros comentarios. Estados alterados es una extraña y excelente película de Russell que todo cinéfilo interesado en los fenómenos paranormales, estados alterados de la conciencia o en las consecuencias del uso de drogas alucinógenas debe ver. Habría de advertir, sin embargo, que algunas escenas no son aptas para espectadores sensibles.


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[1] Para una idea de lo que es este dispositivo véase:

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