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30 enero 2015

Ukamau - Jorge Sanjinés (1966)



La ley del Talión


El indio Andrés Mayta vive con su esposa Sabina en una isla del lago Titicaca. Son labriegos, si bien Andrés también pesca, y le venden su producción a un intermediario de nombre Rosendo Ramos, que es mestizo. Este, en una de sus visitas a la isla del Sol para hablar con Andrés, encuentra a Sabina sola, pues su esposo ha ido a la feria del pueblo. Rosendo la ultraja y la mata. Cuando Andrés llega, apenas la consigue con suficiente vida como para que ella le diga el nombre del responsable. En una junta con los hombres del pueblo, incluyendo el jerarca (el «jilacata»), para tratar lo acontecido, Andrés no cuenta la verdad: que él sabe quién la mató. No quiere arriesgarse a que no se haga justicia, y toma a esta por sus propias manos. Rosendo, al principio, está temeroso de que se haya denunciado el crimen o de que Andrés sepa algo. No ocurre nada durante un año. La vida sigue su rumbo sin sobresaltos, pero es porque Andrés está esperando el momento oportuno para cobrar venganza.

Ukamau (cuyo significado es «así es») es el primer largometraje del cineasta boliviano Jorge Sanjinés y es también la primera película hablada en lengua aymara. Técnicamente está muy bien realizada, cuenta con buenas actuaciones, una gran fotografía en blanco y negro y excelentes guión y dirección. 




Si bien de la historia no podríamos decir que es original, inédita, sí es original en su contexto y en la puesta en escena. Trata de un crimen y la venganza de este en los dominios de una etnia indígena sudamericana y el filme intenta ver los acontecimientos desde el punto de vista del indígena. A lo largo de la historia se teje el entramado sicológico que resolverá el conflicto al final, mientras que el espectador puede intentar entender la mentalidad de Andrés. En el interín entre el crimen de Rosendo y el desenlace, Sanjinés nos muestra las actividades típicas de las comunidades vecinas al Titicaca. Estas escenas, llenas de una bucólica belleza, son parte del andamio que el espectador necesita para comprender la forma de proceder de Andrés: procrastinar la venganza hasta el momento exacto en que puede ejecutarla sin testigos, cuando Rosendo viaja solo hasta la mina de su hermano. El devenir del tiempo en los Andes es lento. El filme nos enseña cómo es la vida de estas sencillas personas (interpretadas por los habitantes del sitio), que ganan el pan con el sudor de su frente y que mantienen tradiciones ancestrales, incluido el código moral que les permite funcionar como colectividad. Es casi la utopía que soñó Moro. Hay libertad plena, pero eso lleva consigo la responsabilidad por lo que se haga y; en caso de que ello esté fuera del código, el castigo pertinente.




Lo individual y lo colectivo

Esta venganza del indio contra el mestizo también simboliza la vindicación del indígena frente al déspota y aprovechador mestizo, que les compra la cosecha por precios especulativos. Andrés lleva a cabo no solo una venganza personal descrita en el guión del filme: su justicia representa una válvula de escape y, al mismo tiempo, una inspiración para rescatar la nobleza de la etnia aymara en particular y de todas las etnias aborígenes en general. Supongo yo que el filme no plantea que esa vindicación sea a través del crimen, aunque sea por «justa» venganza. El cine de Sanjinés es un cine de protesta social, en el que se defiende a gritos la dignidad de los pueblos indígenas y se exige que se respete su cultura, su cosmovisión y sus derechos. Y ese cine nació, justamente, con Ukamau.

Pero...

Por la manera en que está contada la historia, en el espectador va desarrollándose simpatía por Andrés, al tiempo que desprecio por Rosendo. Se puede llegar a sentir lo que dicho sería así: pobre Sabina, el desgraciado de Rosendo merece ser ajusticiado por Andrés. Si el espectador es contrario a la pena de muerte y es seducido por el aura justiciera que mana del filme, se le generará un conflicto interno. ¿Será que la pena de muerte es el castigo «justo»?, ¿hay casos en los que el victimario «merece» ser ajusticiado?, ¿cómo saber quién lo «merece» y quién no?, ¿depende de las etnias involucradas la validez de la pena de muerte? pueden ser algunas de las preguntas derivadas de dicho conflicto. El generar el conflicto y estas preguntas es un poder del cine. Ese poder de seducción lo tiene el cine de manera más intensa que las otras artes.


La poesía del altiplano

A pesar de ser una película económica, hecha por, en aquel entonces, un joven de 30 años, hay que destacar que la cinematografía, la música, la edición y la fotografía le construyen un marco poético a la historia. No solo porque la naturaleza andina sea bucólica per sé, sino que todos los elementos fílmicos que Sanjinés ensambló, convergen para ofrecer una realización que tiene poesía en sus tomas, en el silencio sepulcral de Andrés, en la placidez de los caminos y de las gentes, en sus rostros, en el inmenso lago, en la labranza de hombres y mujeres, en el altiplano. Este filme tiene mucho de poesía. Esto es lo que lo destaca; tanto o más de lo que destaca por su crítica social. Es una joya del cine suramericano.


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