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30 agosto 2019

El pueblo soy yo: Venezuela en populismo - Carlos Oteyza (2018)


Coloquio con el director, en Casa de las Américas
(16-julio-2019)

Un documento histórico


El renombrado director Carlos Oteyza ofreció un coloquio en la Casa de las Américas el 16 de julio de este año, luego de la proyección de su último trabajo, El pueblo soy yo: Venezuela en populismo. A pesar de los esfuerzos de la moderadora, Violeta Medina, hubo pocas preguntas relativas a la película, a cómo se filmó, a sus características cinematográficas. Casi todas las atribuladas intervenciones, pertenecientes en su mayoría a venezolanos, referían a los hechos de la gran revolución bolivariana, también conocida como robolución, pues la cleptocracia es uno de sus sellos más característicos.

El documental es un excelente trabajo del veterano director Carlos Oteyza. Es una proeza haber hecho algo así en ese país hoy en día. El filme muestra material de archivo y también nuevas grabaciones, muchas de ellas realizadas de manera furtiva. Destacan las interesantes entrevistas a connotados analistas en las diversas áreas que tocó el filme. Se habla del tema social, del tema militar, de la economía, del ascenso al poder, entre otros. Es un documento histórico, sin lugar a dudas. Yo diría que de visionado imprescindible para todos los venezolanos y para los interesados en conocer el proceso chavista.

Imagen tomada de IMDb

Claro, en hora y media no se puede comprimir dos décadas que ya cumple ese gobierno. Basta con recordar la ingente cantidad de películas que el régimen del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán inspiró con solo doce años en el poder. No son comparables pero, de igual manera, llevará muchos libros y muchas películas describir de forma más o menos fiel lo que ha sucedido con la revolución de estos asesinos y ladrones. Eso le quedará a los historiadores del futuro, cuando el régimen fenezca; suponiendo que eso ocurra, porque los asesores y directores de dicho proceso ya llevan más de sesenta años destruyendo a la isla caribeña y aún están en el poder. Incluso son alabados por dirigentes de otros países. Insólito.

El ritmo del documental es muy adecuado, alterna temas y material fílmico con las entrevistas para que el espectador tenga un panorama global que relaciona el populismo con esta revolución. La columna vertebral del planteamiento sobre la naturaleza populista de la revolución bolivariana está a cargo del historiador mexicano Enrique Krauze, al que también se le entrevista en el filme para aclarar el talante populista del régimen asesino. El historiador Krauze también ha publicado un libro homónimo sobre el populismo.

Los aspectos cinematográficos están muy cuidados. Por ejemplo, el sonido, que suele ser un hándicap en este tipo de producción, es limpio, nítido. La fotografía también; todo está muy bien realizado. Esperamos que Carlos Oteyza continúe con sus interesantes e importantes películas. Estoy casi seguro de que esta revolución le dará para más filmes y logre un corpus más completo sobre el inédito proceso histórico. Si no llega a ser así, también estará bien, se hizo lo que se pudo hacer. En cualquier caso, su aporte al país, tan solo con este impecable documental, ha sido mayor que el de la Asamblea Nacional que, en manos de la oposición, en cinco años no ha hecho más que desilusionar y engañar a la población.

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Hasta aquí la reseña de la película. Pero, como el tema toca (más bien, quema) la piel del autor, me extenderé en algunas consideraciones adicionales pertinentes.
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¿Qué no está en el filme?

Como dije arriba, esta revolución dará para muchos libros, muchas películas, series de televisión, obras de teatro, una enorme cantidad de entrevistas y de artículos. Incluso material humorístico. Da para todo, da hasta para la muerte de muchos. En hora y media no puede estar más de lo que ya está: una reflexión muy bien planteada sobre la condición populista del régimen asesino.

Este régimen, además, tiene otras características. Es un macabro coctel sincrético de: comunismo, su hermano gemelo el socialismofascismo, populismo, estas tres hermanas: cleptocracia (el gobierno de los ladrones), oclocracia (el gobierno de la turbamulta) y kakistocracia (el gobierno de los peores) y la guinda del pastel, el totalitarismo. En lugar de amargo de Angostura tiene una sobredosis de militarismo con unas gotas de santería, brujería y similares. Quizás tenga más ingredientes, todos o casi todos tóxicos. Algunos se mencionan a continuación.


Imagen tomada de https://pixabay.com

1. El comunismo y su hermano gemelo, el socialismo. No son tan atacados como sí lo es el populismo, diana a donde apuntan los dardos del film. Muchos de los males de esta revolución nacieron por la ideología comunista, importada por el militar Hugo Chávez, asesorado por su amigo Fidel Castro. Con esta ideología destruyeron el aparato productivo del país.

Numerosos «intelectuales» de allá, y de otras partes, son comunistas. Muchos intelectuales dicen que eso no es comunismo, ni socialismo, que eso es otra cosa. Tampoco lo era el de Stalin, ni el de Mao, eran estalinismo y maoísmo. Ninguno es comunismo. Ellos, los protagonistas de esos procesos históricos, se declaran comunistas o socialistas, da igual, y sus partidos tienen esas palabras en el nombre. Cada quien interpretó e implementó las ideas a su propio entender; así, se obtienen variaciones sobre el mismo tema: stalinismo, maoísmo, chavismo, nazismo, etcétera, pero la simiente es la misma. Así que ya está bien de confundir al lego. Fidel dijo que el comunismo es socialismo. Él era el gurú de eso, supongo yo. En YouTube está, al día de publicar este artículo, el video de cuando lo dijo (1).

En 1989, ese asesino fue a la investidura como presidente de Carlos Andrés Pérez, y era la vedete de los medios en esos días. Muchos «intelectuales» lo loaron a él y a su santa presencia. Algunos tuvieron incontinencia solo con verlo. Para la posteridad, sus nombres han quedado grabados en una lista de la infamia (2). En esta lista de 911 personas, hay gente que hoy son opositores a ultranza del régimen chavista asesino y ladrón, hijo del régimen cubano, y se rasga las vestiduras contra el statu quo. Antes se las rasgaban por Fidel. Quizás incluso haya alguno de la lista que diga que eso que pasa en Venezuela no es comunismo, que es otra cosa. Quizás haya enchufados. Quizás haya, también, víctimas del chavismo.

Como los intelectuales influyeron de manera notable y decisiva para que Chávez llegara al poder, no se nos puede endosar el populismo a nosotros, a las clases no intelectuales, de manera exclusiva (3). Tampoco es justo condenar a todos los pensadores. Hubo políticos e intelectuales, progres y no progres que alertaron sobre el rumbo equivocado e insensato que estaba tomando la nación. Progre, o progresista, es la gente «de ideas avanzadas», según la RAE. Y avanzado es lo «que se distingue por su audacia o novedad en las artes, la literatura, el pensamiento, la política, etc.». Todos los de izquierda dicen ser progresistas. Ergo, los chavistas son los avanzados.

Tan temprano como el 8 de agosto de 1999, el nobel Mario Vargas Llosa publicó un antológico ensayo sobre esto (4), cuyo inolvidable título es El suicidio de una nación. Vargas Llosa es uno de los pocos intelectuales que no es progresista. No sé si celebrarlo y felicitarle, o expresarle mis condolencias por no ser de ideas «avanzadas».

A veces nos han hecho creer que una condición para ser intelectual o culto es ser progre. Qué cosas, ¿no? Es que la izquierda es excelente en la penetración de los medios, en propaganda, en tergiversar tanto el presente como el pasado, en cambiar las cosas de nombre. Se les va la vida en ello. Goebbels a tope. Los chavistas llevan veinte años cambiando la historia de Venezuela y la forma de hablar y de hacer las cosas. La historia la cambiaron desde el pasado remoto hasta el presente. El Bolívar chavista ya no es mantuano, hijo de españoles, es un Bolívar afrodescendiente, más del gusto chavista. Llegaron a profanar la tumba del prócer para eso. Y quizás para otras cosas. El lenguaje que hablan es grosero y vulgar. Ha deseducado a la población, muy dada a seguir los patrones de comportamiento del mediático caudillo. La neolengua del régimen también es inclusiva a niveles aberrantes. En esas cosas no hay consecuencias visibles graves, pero en el sistema eléctrico, en la infraestructura, en la agricultura, en la economía, en las cosas tangibles, sí.

Imagen tomada de https://pixabay.com

Los progres, los elegidos del logos.

La desfachatez de los «intelectuales» progres no tiene límites. Han llegado a explicarnos a los legos que el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán en efecto era un partido, era obrero, era alemán y era nacionalista, pero no era socialista (5). El artículo de la BBC lo avalan intelectuales y académicos, supongo que de ideas «avanzadas». Algunos van más lejos, que ya es decir: el que redactó el artículo del susodicho partido en Wikipedia en español asegura —acreditado por Norberto Bobbio, otro socialista— que era de extrema derecha (6). O sea, eso fue un chiste de Hitler. Él mató de la risa a millones, pero no lo entendemos; los legos no entendemos el humor del Fürher y su juego de palabras. Quienes creemos que ese... sujeto fue uno de los más serios, más viles, y menos graciosos de la Historia y quienes hemos vivido el infierno chavista, no podemos comulgar con esas ideas jamás, ni que las diga la BBCWikipedia, Bobbio y los mismísimos San Pedro y San Pablo, todos a coro, pese a estar algunas de ellas bien argumentadas. No hay auctoritas que valga frente a la experiencia en carne propia.

El partido de Hitler era de extrema derecha porque perseguía a los socialistas y a los marxistas, arguyen. Ese régimen también fue una mixtura sincrética de ideas. Perseguía a los capitalistas (que suelen asociarse a la derecha) y a los comunistas, a demócratas y anarquistas, a gitanos y judíos, a homosexuales e intelectuales, a brujas y druidas, a todos. Los nazis perseguírían a sus madres si hubieran estado en su camino; eran unos desalmados, unos locos. Se entiende que a Hitler y a su partido no lo quiera nadie en sus filas ideológicas, pero en el nombre del partido están los lineamientos. Ahí están: nacionalismo, socialismo y, de ñapa, obrero. No lo pueden borrar con retórica, por muy florida y erudita que sea, ¿verdad, Platón?

¿Y qué me dicen de Mao y de Stalin? ¿Esos dos eran de extrema... sensatez?, ¿quizás candidez? Asesinaron más de sesenta o setenta millones de seres humanos, muchísimos más que Hitler. Nunca se sabrá con precisión la cantidad, porque son una caja negra los gobiernos de extrema... ¿discreción? Los chavistas también esconden todas las estadísticas. Creo que ni las tienen para usarlas ellos. Vamos, busquen gobiernos de extrema derecha; también asesinos, que los hay, pero mucho menos avezados; que hayan asesinado de forma tan eficiente (7). La izquierda ha matado, a la fecha, a unos cien millones de personas.

Parece que ni con gráficos la gente se convence de lo letal de esa ideología (8). No todo el mundo, hay algunos países que ni siquiera permiten los símbolos comunistas. Otros van más allá, como Polonia. Caramba, asuman el fracaso de esa ideología. Está avalado por lo factual, ¿qué más pruebas necesitan? No sirve y ya. Pasen la página... ¿Y si el chavismo hubiese sido de extrema derecha? Es casi seguro que habría sido una porquería igual a la que ya es.

Ya nos lo advirtió Aristóteles, hace más de dos mil años. Ese sí era, de verdad, un señor de ideas avanzadas. Avanzadísimas para su época. Me lo imagino en el Liceo, diciéndole así a sus discípulos: «Alejaos de los extremos, hijos míos, buscad siempre hacia el centro. Ahí moran la templanza, la prudencia, la moderación. ¡También con el vino, eh!».  No queremos aprender.


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2. La oposición cínica y pérfida. No solo ha sido y es inútil, ojalá fuera solo eso. En la Alemania comunista (9), que los progres llamaron «democrática», también los políticos profesionales tenían que ganarse la vida para comer; sin trabajar, estamos hablando de políticos. La forma de lograrlo que se les ocurrió fue hacer ver que existía una oposición sin que la hubiera en realidad. El régimen de Alemania «democrática» creó una falsa oposición con esos políticos que sobraban, para dar la impresión de que era una democracia. Un montaje teatral, como buena parte de la oposición venezolana y el régimen asesino. Eso se ha venido haciendo en forma sostenida desde el inicio del chavismo; o un poco después, cuando descubrieron que podían hacer negocios con los ladrones de Miraflores y que estos delincuentes pretendían una hegemonía imperecedera como la del III Reich, de mil años. Descubrieron que para bailar tango hacían falta dos.

Su mayor crimen no ha sido enriquecerse con el patrimonio de la nación, sino defraudar a millones de seguidores inocentes que creían en ellos. Le han hecho un mal gigantesco no solo al país y a su gente, sino a la Política, la que es con mayúsculas, abonando el terreno para que la antipolítica carcoma el país aún más. Por eso muchos de ellos han sido criminales, cínicos, pérfidos. Una peste. Además de lo dicho, son casi todos de izquierda. Pocos hay del centro, cuanto menos de la derecha, para que se balancee un poco el desequilibrio. Fuera del entorno de la Asamblea Nacional sí, como es el digno caso de María Corina Machado, que inhabilitaron políticamente, única persona que tuvo el valor de decirle ladrón en su cara a Chávez. Dos veces.


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3. Los cómplices. Los compinches. Muchos regímenes, de extremas y de no extremas, de un color y de otro color distinto, tienen sus adláteres, sus cómplices en la acera de enfrente para controlar la calle. Funcionan como las pandillas callejeras. Es probable que Stanley Kubrick los calificara de gánsteres y prostitutas. Suelen ser empresarios, que canalizan los ingentes recursos que manejan los gobernantes para enriquecerse ambos del patrimonio de la nación. Esto, a día de hoy, es una información de carácter tan público y notorio que la sabe todo el planeta. Uslar Pietri dijo que eran fortunas habidas al amparo de los gobiernos.

Cuando un gobierno es bueno, que el país se engrandece y se desarrolla, la gente —que también se desarrolla con el país— le permite a esos voraces rapaces enriquecerse sin protestar. Algunos de ellos son gente cuya autoestima es tan baja que solo la pueden compensar con grandes cantidades de dinero (10) y muchos objetos costosos que luego suelen ostentar ante el lumpen, para que los admiren maravillados; al menos esta es una posible respuesta que se desprende de la reflexión de Fernando Mires sobre este tópico. Otros se convierten en empresarios de verdad y suelen generar trabajo y progreso económico para otros. Los más son sanguijuelas.

Por fortuna, no todos los empresarios toman esa vía fácil, que suele estar asociada a la baja autoestima o a la baja capacidad intelectual, moral o física. No se puede generalizar así a la ligera, muchos se la juegan con las implacables leyes del mercado. Son gente con gran voluntad de poder para hacer y generar riqueza. Estos son los que Bertolt Brecht juzgaría como los imprescindibles.

Cuando el régimen es oprobioso, es criminal y el país se va al garete, los acólitos no tienen perdón de Dios, son una rapiña. Son tan malos como los criminales que gobiernan. Los mejores de ellos, los Schindler, pueden redimirse con acciones como las que hizo Schindler. No con menos. Parece no haber muchos Schindler en la Venezuela de hoy; todos ellos fagocitan y desangran al país, sin importar las vidas. Ni siquiera les importa su honradez, su nombre, su prestigio (¿baja autoestima?), sólo les importan los dólares. Para más inri, los empresarios venezolanos, no todos, son presa del punto siguiente, pues son hijos de la misma sociedad.


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4. La idiosincrasia. La historia se fue por un camino distinto al que Simón Rodríguez, Fermín Toro y otros venezolanos ilustres de la recién fundada República querían. La formación de un ciudadano autónomo, hasta cierto punto autárquico, era por otra vía, que ellos señalaron pero que el país no tomó. El ciudadano habitante presa de la robolución está emplazado en las antípodas de la autarquía, de la autonomía; es absoluta y totalmente dependiente de lo que el gobierno le diga y haga con él. No el Estado, porque ya no hay Estado, el gobierno se lo engulló.

La idiosincrasia del venezolano, y de la gente de muchos otros países, es permeable a la limosna y a la dependencia del patrón. Si el patrón es el Estado, tanto mejor. Allá, repito, ya no hay Estado, solo gobierno. Ver a la gente, como si fueran mascotas sin amo, famélicas, esperando a que llegue el dadivoso gobierno a venderle a bajo precio una bolsa de comida de pésima calidad, es algo vergonzoso y denigrante. Ni qué decir verlos hurgar en la basura por un bocado. Eso jamás, jamás de los jamases, tuvo que haber ocurrido en un país como Venezuela, asentado sobre petróleo, oro, hierro, diamantes, coltán, buenas tierras para cultivo y ganadería y soberbios paisajes para turismo. Jamás.

Esta dependencia tan humillante, tan destructora de la autoestima, ya la estamos viendo en México, bajo la égida del nuevo paterfamilias azteca, López Obrador. Las izquierdas no saben cómo generar un mercado dinámico y próspero en las sociedades que gobiernan. Es algo que no saben y punto, parece algo inmanente a esa ideología. Siempre optan por la limosna, que se la quitan a los ricos; así garantizan el voto, la sumisión del lumpen y la hegemonía perenne en el poder, que es lo que desean. Hay excepciones, honrosas por demás, como José Mujica, un político impecable; parece que ni siquiera robó. O Mijaíl Gorbachov, el gran estadista que desmontó, sin un tiro, a la fracasada U.R.S.S. No sé si Bobbio y el usuario de Wikipedia que redactó el mencionado artículo dirían que son de extrema derecha. Creo que no, porque a estos sí los considerarían patrimonio de la izquierda :)

Otra característica es que es una sociedad individualista. El sentido gregario se observa en la alegría y el gozo, pero no en la penuria, en la que cada quien solo salva su pellejo. Humano, demasiado humano. No hay gran cohesión social para la acción, solo para escenas histriónicas. La educación de los valores, antes enclenque, fue destruida por los chavistas. Lo gregario se aprende, pero este gobierno separó a la sociedad, la atomizó, al igual que a la educación. Los de pensamiento «avanzado» e ininteligible para los legos, aún creen que la «moral socialista» es la solución (11). Incluso advierten de «...grandes desviaciones sociales y la vertiginosa carencia moral de una buena parte de los habitantes de E.U.A.» (11). Sí, progre, ve a E.U.A. para que sientes cátedra y enseñes a los «habitantes» gringos, que no ciudadanos, a comportarse y tengan la oportunidad de acceder también ellos a los logros —y logos— de la robolución...

La educación, imprescindible para formar ciudadanos autónomos, tal como la concibieran los primeros venezolanos, es, doscientos años después, una tarea aún pendiente. Es más, ha habido una marcada involución en los últimos veinte años. Esto, unido a la anomia, ha destruido el tejido social. A diferencia de los nacionalsocialistas, que eran escrupulosos seguidores de las criminales leyes del terror, los chavistas violan de forma sistemática todas las leyes que inventan, las racionales y las irracionales por igual, al punto de que son criminales orgullosos de serlo. Y la población sigue ese dechado.

Imagen tomada de https://pixabay.com

Como ejemplo de ello, uno de los productos más excelsos y representativos de la robolución es la ascensión del pranato a los cielos, la exaltación del jefe de los convictos de una cárcel, del mayor asesino entre los asesinos, con poder equiparable al de un gobernador de estado (provincia). Esto es tan surrealista que estoy seguro de que Dalí no lo hubiera creído, o quizás habría quemado todos sus cuadros para dedicarse a fotografiar las prisiones venezolanas.

La inmoralidad que ha percolado a la población es de tal magnitud que, habiendo dolarizado la economía, se registra inflación en los precios dolarizados de decenas porcentuales a la semana. El delito es, a día de hoy, no solo la única forma de ganarse la vida, sino que constituye un valor moral en sí mismo. Parafraseando a Immanuel Kant, el delito es un fin en sí mismo. El no ser delincuente es sinónimo de ser imbécil. El querer ganarse la vida trabajando, sin robar, se ve como algo denigrante y estúpido, síntoma de poca inteligencia. El trabajo honesto lo han convertido en algo prácticamente imposible de ejercitar. Los valores en esa sociedad se han invertido y el crimen se ha democratizado e institucionalizado.

Imagen tomada de https://pixabay.com

El régimen chavista ha sido y es el más exitoso de la historia de Venezuela. Exitoso en el sentido de que ha logrado lo que han querido sus dirigentes, no el país. Desde el punto de vista del bien del país, ha sido el más desastroso, el peor por mucho, sin parangón. Ha destruido a la nación. El monto de lo robado en los cuatro lustros, que quizás no se sepa nunca, es del orden de setecientos millardos de dólares, o más; monto que ninguno de ellos sabe escribir porque también son muy, muy iletrados, a pesar de ser de ideas «avanzadas». Su ignorancia está exhibida a todo lo ancho y largo de internet.

La economía ha sido una de las víctimas que más daño ha recibido. Baste con saber que le han añadido ocho ceros al cono monetario. Lo que era un bolívar en 2007 es ahora, en 2019, cien millones de bolívares, con otro nombre, pues se lo cambian cada vez que le quitan ceros (12); es decir, diez millardos por ciento de devaluación. Un dólar en 2007 costaba cinco mil setecientos (5700) bolívares, ahora cuesta más de dos billones de bolívares. Casi cuarenta mil millones por ciento de incremento. Entre la era prechavista (1999) y hoy, la paridad ha subido trescientos millardos por ciento (de 700 a 2 500 000 000 000/$). La gente arroja a la basura grandes bolsas llenas de billetes que tienen muchos ceros, que ya no valen nada. El gobierno, que es el único dueño de las divisas, hace negocio con esos cambios aberrantes. Es el saqueo de la cornucopia a expensas de los recursos de la nación. Las víctimas son los ciudadanos habitantes.

La separación de las familias es otro macabro legado de esta robolución. El éxodo probable sea, al día de hoy, cercano al 20% de la población que tenía el país hace dos décadas; es decir, unos seis millones de personas. Los datos los dan los países receptores, nunca el «gobierno» de hampones de Miraflores.

Esta destrucción ha sido sin estar el país en guerra. Empezaron por destruir cosas intangibles, como la lengua, la independencia de poderes, las instituciones democráticas y el estado de derecho. Casi nada. A la par, se dedicaron a destruir lo tangible. No solo son asesinos, ladrones, narcotraficantes, degenerados, ecocidas, ignorantes, chantajistas, inmorales; también son muy incompetentes y están destruyendo el país, al que odian a rabiar, con premeditación y alevosía. No tiene la RAE palabras en sus diccionarios que abarquen las características a las que ellos se han hecho acreedores.

Podemos ignorar la realidad, 
pero no podemos ignorar las consecuencias de ignorar la realidad.
Ayn Rand (13)

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1. Comunismo = socialismo:
     https://www.youtube.com/watch?v=yHZoR1KCG3A
No es lo más extraño en todo este panorama. El Papa Francisco le ha lanzado dagas al capitalismo pero no toca ni con el pétalo de una rosa al comunismo y al socialismo. Llegó a decir que los comunistas piensan como los cristianos... ¡Joder!, ¿qué diría Karol Józef Wojtyła de esto?
2. Manifiesto de bienvenida a Fidel, una lista de la infamia, como tantas otras:
     http://www.venezuelavetada.com/2011/04/manifiesto-de-bienvenida-fidel-castro.html
3. Los intelectuales no siempre aciertan, a veces se les van los tapones como a los legos, y eso los hace tan peligrosos como militares borrachos:
     https://www.analitica.com/opinion/opinion-nacional/la-traicion-de-los-intelectuales/
4. El suicidio de una nación, antológico y premonitorio ensayo de Mario Vargas Llosa:
     https://elpais.com/diario/1999/08/08/opinion/934063208_850215.html
5. El Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán era partido, era obrero, era alemán y era nacionalista. Hasta ahí. No era socialista, ¿entiendes, lego? No sé si esto es el summum del logos de los progres o lo es el punto siguiente:
     https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-45583090
6. Hitler y el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán eran de extrema derecha. No sé si esto es el summum del logos de los progres o lo es el punto anterior. El que redactó el artículo en Wikipedia en inglés no llegó a cometer semejante estupidez:
     https://es.wikipedia.org/wiki/Partido_Nacionalsocialista_Obrero_Alemán
7. Nunca se sabrá el número de víctimas de la extrema izquierda o comunismo (extrema candidez en neolengua progre). Lo estimado es superior a ochenta millones. El número redondo que se maneja es cien millones. Véase, por ejemplo:
     https://en.wikipedia.org/wiki/Mass_killings_under_communist_regimes#Estimates y
     https://www.victimsofcommunism.org/memorial
8. El comunismo es bueno. Todos los gobiernos comunistas que han fracasado no eran comunistas. Quizás con estos gráficos se entienda eso mejor:
     https://www.libremercado.com/2015-09-26/el-fracaso-del-comunismo-en-un-grafico-1276557707/
9. Los políticos, gobierne quien gobierne, igual comen:
     https://germanculture.com.ua/germany-history/postwar-parties-in-germany/
10. ¿Por qué quieren tener más dinero que la ingente e inmoral cantidad que ya tienen? Fernando Mires parece proponer una respuesta:
     http://historico.prodavinci.com/blogs/los-papeles-de-panama-por-fernando-mires/
11. La ética socialista o comunista sí es la correcta y la buena, las demás son malas, sobre todo la de los gringos:
     https://www.aporrea.org/ideologia/a52935.html
12. La devaluación ha sido tan brutal que para hacer los gráficos hay que cambiar de escala:
     https://es.wikipedia...Cotización_histórica_del_bolívar_con_respecto_al_dólar_Gráficos
13. No es la frase que ella dijo, que es más larga, es una inferencia de la frase larga.

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Sinopsis del filme, tomada del website de Casamérica (agosto 2019):

Sinopsis: El que alguna vez fue el país con mayor crecimiento económico del mundo es ahora un referente de colapso y miseria. El pueblo soy yo: Venezuela en populismo es una película documental que se plantea describir los hábiles mecanismos del poder autoritario en el gobierno iniciado por Hugo Chávez y continuado por Nicolás Maduro. La película desentraña la aparición del líder carismático en un momento de crisis, y cómo éste, valiéndose de los altos precios petroleros, se abre camino para apoderarse de las instituciones, polarizar a la sociedad, silenciar los medios de comunicación y desarticular el aparato productivo. Todo esto, por supuesto, en nombre del pueblo. En un mundo cada vez menos transparente, donde el atajo del populismo acecha para poner en peligro las democracias, El pueblo soy yo nos impone preguntarnos si alguna sociedad, por más estable que sea, puede considerarse eximida de una irrupción populista y sus consecuencias.

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Ficha en IMDb: https://www.imdb.com/title/tt10161346
Reseña en el website de Casamérica: http://www.casamerica.es/cine/el-pueblo-soy-yo-venezuela-en-populismo (agosto 2019).

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