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01 mayo 2020

¡Adiós, Lenin! - Wolfgang Becker (2003)


Imagen tomada de IMDb.

Viviendo en el pasado


Cuando Alex y su hermana Ariane son niños, su padre huye a occidente, abandonando a Berlín, a su esposa Christiane y a sus hijos. Pasan los años. La madre del ya adolescente Alex, se ha convertido en una mujer muy activista en el partido socialista (comunista) de Berlín Oriental y sufre un ataque cardíaco al ver a su hijo detenido en una manifestación contra el régimen de Erich Honecker (último mandamás de la Alemania comunista, llamada por los progres y por la nomenklatura «democrática»). La mujer cae en coma durante los meses en los que ocurre la caída del muro de Berlín. La llevan a casa después de firmar los papeles que exculpan a los médicos de lo que pase con la paciente. El médico le explica a los hijos que su madre no puede recibir noticias que le turben el ánimo o la pongan nerviosa, so pena de empeorar o morir. También les advierte que puede tener episodios de amnesia o turbación mental. Entonces, Alex hace todo lo posible para mantener las apariencias de que no han ocurrido cambios, mientras en el exterior estos bullen con la reunificación. Incluso le planea un cumpleaños y hace ir a los amigos de su madre para festejarlo, pidiéndoles a todos no hacer referencia a los cambios que han ocurrido. Construye una burbuja para mantener a su madre en el pasado, desconociendo los hechos históricos que han sucedido mientras estuvo en coma. Mantiene la mentira lo mejor que puede. Esta obsesión ocasiona jocosas escenas. Hayan a su padre, Robert, y le piden que visite a Christiane en el hospital, donde ha ingresado de nuevo por otro ataque cardíaco. Antes de esto, ella les confesó que no tuvo valor para huir luego con ellos y lo dejó a él esperando durante años (motivo por el que él formó una nueva familia con otra mujer en occidente, con la que tenía dos hijos). También les manifestó que tenía un gran deseo de verlo de nuevo. Una sinopsis mucho más detallada se halla en este enlace.

Wolfgang Becker ha realizado un filme inteligente y muy entretenido, en el que se balancean muy bien el drama y la comedia, con algunos toques de tragedia. El tema es tan denso, es tanta la culpa que arrastra el pueblo alemán por lo ocurrido en la II Guerra Mundial y la consecuente división de su patria (y de las personas de esa patria) que el tratarlo con algo de humor aligera la pesada carga que representaría tratar ese tema en serio. Este filme, conjuntamente con otros(1) —también alemanes—, hacen que uno se persuada de que no solo los judíos fueron las víctimas de esa sangrienta guerra (que fueron, de lejos, las mayores víctimas, junto a gitanos, homosexuales y demás gentes «inferiores», de acuerdo al estándar nazi); también lo fueron los alemanes. Nadie pagó más caro que los judíos (y demás grupos señalados) el ser víctimas, pues lo pagaron con sus vidas, pero les tocó lo suyo a los propios alemanes; los separó como nación, separó familias; la secuela fue un desastre.

No hay que dejar de destacar que Becker hace alusiones —quizás a título de homenaje— a Stanley Kubrick (referencias directas, sin disimulo, a La naranja mecánica y a 2001), y —supongo— a Borís Pasternak (o al filme Dr. Zhivago, a través del personaje de nombre Lara), nombre de la novia de Alex (el de esta cinta, no el de La naranja mecánica) y enfermera de Christiane. 

También critica ambas Alemanias, ambos sistemas; no cae en la simpleza de satirizar solo al régimen comunista, que —a todas luces— fue un desastre total, sino que también le da su zarpazo al nuevo sistema que adoptaría Alemania, el capitalismo. Tal como pasó durante la época del destape en España, luego de la muerte de la mano de hierro que la gobernara por cuatro décadas, y en otros países sometidos a la violación de las libertades civiles por parte de los gobernantes, parece que en Berlín oriental (de acuerdo a lo que esta película cuenta) también se vivió una etapa de jácara, celebrando las nuevas libertades a las que tendría acceso el pueblo alemán que había vivido bajo las botas del comunismo. La irrupción de la cultura occidental, con sus excesos de consumo, son satirizados por este filme, al igual que las penurias del comunismo. Consumismo y comunismo.

Es una extraordinaria película que invita, por el canal hilarante, a la reflexión sobre un tema muy espinoso y triste como fue la división de Alemania y del pueblo alemán tras la devastadora II Guerra Mundial, de la que fueron perdedores, junto a sus víctimas, los judíos, aunque no con la misma gravedad. Pero... lo suficiente.


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(1) Hay un sinnúmero de filmes en los que se puede ver las consecuencias para el pueblo alemán y para los otros aliados de los nazis, tales como El tambor de hojalata, La vida es bella, Saló, Katyn, El pianista, El niño con el pijama de rayas, entre muchas otras. 

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Artículo en Wikipedia, con una sinopsis muy completa:
Ficha en IMDb: 
Ficha en Filmaffinity: 


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