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14 julio 2020

O-bi, o-ba. El fin de la civilización - Piotr Szulkin (1985)


Imagen del póster en IMDb.

La perversidad del adoctrinamiento.


Los andrajosos sobrevivientes de una guerra nuclear (ahora unos mil), llevan un año viviendo hacinados en un refugio que más parece una maloliente mazmorra, esperando a que «el arca» los rescate. El arca se supone que sea una nave que vendrá a salvarlos. También es un invento de la nomenklatura para mantenerlos con esperanza, con vida. El agujero donde residen en lo alto de una montaña está protegido del exterior por una bóveda que siempre se está agrietando y que amenaza con colapsar algún día. Soft (Jerzy Stuhr) es un privilegiado sujeto perteneciente a esa nueva nomenklatura que se ha establecido entre ellos. Había pertenecido a la nomenklatura anterior, en la que fue militar. Los abandonaron y les encomendaron defender a los sobrevivientes de la radiación: solo aquellos a los que lograron convencer para guarecerse en el refugio. Soft es un persuasor. Tiene ciertos derechos, como circular por todos los ambientes.

En el filme acompañamos a Soft en su deambular por las instalaciones: visita en el burdel a su amiga Gea (la hermosa Krystyna Janda), que practica caminando sobre unos cables para cuando venga el arca poder trepar por las cuerdas de ancla de la nave; descubre quién ha publicado unos panfletos de carácter político; intercambia algunas palabras con gente que ha perdido el juicio (uno de ellos tiene una cava frigorífica en donde piensa calentarse cuando colapse la bóveda y el frío del exterior invada al refugio); compra una cebolla (comida exquisita y rara, de gran costo); persuade a un especialista para que repare la bóveda, que se está quebrando; busca una biblia para complementar el mito del arca.

El especialista, antes de morir, le dice que la bóveda no se puede reparar, que se diseñó para un año y luego colapsará; pero que hay un hangar, por lo que debe haber un avión. Soft coge su equipaje (un saco de boxeo) y busca a Gea, pero ella cae de las cuerdas y muere. El avión lo ha utilizado un troquelador para hacer monedas (llamadas arcas). La bóveda se desmorona y la muchedumbre sale; afuera todo está cubierto de nieve. Soft sube por una escalera hacia la cesta de un globo aerostático, donde está Gea esperándolo. Deja caer el saco de boxeo, que lo toma otro Soft que quedó en tierra.


El hombre que construyó el frigorífico le muestra a 
Soft las mujeres que mantiene congeladas.


O-bi, o-ba - El fin de la civilización es una película de bajo presupuesto. Bastó con llenar de gente vestida con harapos alguna vieja edificación industrial de la era soviética (una represa, una fábrica), algo de atrezo y los diálogos. Lo único costoso habrá sido el globo aerostático al final, y es más probable que sea un efecto especial que un globo verdadero. Eso sí, todo ha sido muy bien cuidado; roñosos harapos y atrezo de apocalipsis, pero bien hechos. La actuaciones de Stuhr y de Janda son muy buenas, los demás también hicieron lo suyo. La fotografía es un poco oscura; el sitio lo es. Además, si fue de bajo presupuesto, con la oscuridad se tapan los errores que haya habido en la ambientación. Hay que tener habilidad para hacer un producto decente con poco presupuesto. Piotr Szulkin lo logró. Esta película también se conoce con el nombre de O-bi, O-ba - Koniec cywilizacji en polaco. 

El filme es mejor en los conceptos que expresa que en las formas. Retrata el funcionamiento interno de la nomenklatura. El «gobierno» que se ocupa del orden entre los sobrevivientes es un atavismo del sistema soviético. Delatores, mitos, persecuciones, manipulación, adoctrinamiento, escasez, mercado negro, orates, privilegiados. Todos los males se han concentrado en el apestoso búnker en donde esperan la muerte. El arca no existe. El arca existe. La constante manipulación del colectivo mediante la tortura síquica, que le da esperanzas pero se las quita al mismo tiempo. Tal como ha hecho en Venezuela el G2 cubano. Pero los integrantes de la nomenklatura pueden ser presas de la misma perplejidad que el colectivo que han manipulado. Así, Soft sabe que no hay tal arca, pero en su fuero interno tiene fe en que la haya. Es la perversidad del sistema, que se enguye a sí mismo. Así ocurrió con los regímenes de los países de la Cortina de Hierro poco después de que se rodara O-bi, o-ba. La cortina, como la bóveda, también colapsó.


«El arca» de Soft y Gea.


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Reseña en Wikipedia, en inglés:


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