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28 agosto 2020

El hoyo - Galder Gaztelu-Urrutia (2019)


Imagen del afiche en IMDb.

El agujero donde se haya la solidaridad de los humanos.


En un mundo distópico, en una estructura supuestamente carcelaria hay 333 niveles y en cada nivel hay dos personas. En el centro de cada celda hay un agujero por el que se desplaza una plataforma con la comida para todos ellos. Tienen dos minutos para comer y no pueden retener nada de lo que hay en la mesa de comida porque morirían de frío o de calor. Cada mes las personas cambian de nivel, manteniendo sus parejas (si siguen con vida). Los niveles superiores tienen la comida garantizada (el 0 es el superior, donde se sirve la comida en la plataforma, y el 333 es el último), pero a los niveles inferiores llega la plataforma con los platos y bandejas muy limpios, lamidos, sin rastro de comida porque la gente de los niveles superiores ha acabado con ella. En los niveles de abajo se observa, incluso, canibalismo.

Goreng entra en ese sitio por voluntad propia para canjear su estadía de seis meses por un título homologado (¿ironía?). Conoce algunos datos de la normativa del lugar por boca de su compañero de celda, Trimagasi. La funcionaria que le llenó la solicitud de ingreso, Imoguiri, también es compañera de celda después que Trimagasi es ejecutado por Miharu, la prisionera que busca a su hija. Cada reo puede ingresar con un único objeto. Goreng lleva consigo el libro Don Quijote (personaje que él emulará al final). Otros llevan un arma o una mascota, como es el caso de Imoguiri, que lleva a su perro salchicha. En un sitio en el que la escasez de comida es la norma, el can, obviamente, pasa a mejor vida. Al final, Goreng, junto a un preso de color, emprende una cruzada para concienciar a la gente a que haga ayuno o consuma lo mínimo, a objeto de que le llegue la comida a los de los niveles inferiores. La palabra sola no es suficiente y se ven obligados a hacer que la letra entre con sangre. Solo el lenguaje de la amenaza y la violencia física es entendido por los que ahí habitan. La solidaridad hay que exigirla con un sable y, en el camino, eliminan a algunos que ofrecen resistencia. Logra enviar un mensaje a «la administración» cuando ya está muerto, antes de irse con el fantasma de Trimagasi, que lo intercepta en el nivel que está debajo del 333.


Los cambios nunca se producen de manera espontánea.


Este el lema del filme. El cambio que pretende Goreng es el de la actitud de los habitantes de El hoyo de tal manera de lograr que nazca la solidaridad entre sí. Los que están arriba se comportan como bestias y malbaratan la comida, no llegándole a los estratos inferiores. Ese cambio de actitud, sin embargo, la impone con la espada, no logra imponerla con el verbo. En un caso de extrema necesidad como la que embarga a los presos de este siniestro lugar, cada quien velaría por sus más íntimos deseos sin importarle los demás. Sin duda, es ley de sobrevivencia. Y no tiene nada que ver con ideologías políticas, tiene que ver con la naturaleza, la condición y el comportamiento humanos.

Que no se engañe el espectador o el crítico que señale que es el esquema capitalista o de derecha el que ocasiona eso, pues las personas cambian de nivel de forma aleatoria cada mes. Algunos que están abajo suben y viceversa. No puede nadie argumentar que los de abajo son más nobles, pues una vez que suben son tan bestias como los que estaban antes arriba. De manera que no se trata de una parodia del sistema capitalista. Esta degradación que abarca a todos los reos pareciera una condición inmanente de la naturaleza humana; ni siquiera de la condición humana o del comportamiento humano, mas de la naturaleza. En cuanto a ideología asociada a este experimento, es el sistema socialista-comunista el que es mucho más propenso a generar esta degradación. Prueba patente la tenemos en Venezuela, otrora tierra con relativa solidaridad entre la gente, hoy es una zona de guerra entre predadores y rapiñas. El nuevo hombre de la revolución es un ser asqueroso, repulsivo y sin ningún tipo de condicionamiento social ni precepto moral que le impida hacer cualquier acto que le venga en gana, incluso siniestro, macabro, asesino.


Imagen del póster en Filmaffinity.

La película está bien hecha, es una buena película; sin embargo, hay ocasiones en que la monotonía del entorno y de las escenas puede llegar a aburrir a más de uno. El final no está resuelto de manera solvente, no convence al espectador exigente, es un poco al uso del cine comercial. Algunas cosas quizás debieron estar mejor explicadas: parece que no entraban solo delincuentes, pues tanto Goreng como Imoguiri entraron por su propia voluntad. ¿Quién en sus cabales entraría por voluntad propia en un infierno así? Eso no está bien explicado. Tampoco está bien explicado el que no haya equidad en la rotación de las celdas (era aleatorio, de manera que podían tocar dos celdas en niveles bajos en meses consecutivos a los mismos reclusos). Bueno, otras cosas podrían estar mejor explicadas. Algunas escenas excesivamente sangrientas y escatológicas pudieron evitarse; las de canibalismo duro y puro también. El planteamiento es muy interesante pero no ahondó lo suficiente como para hacer una película de corte crítico en relación al tema planteado (la naturaleza humana, que no es fácil); no profundizó, prefirió irse por el camino del tremendismo y la truculencia.




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