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25 septiembre 2020

El cebo - Ladislao Vajda (1958)


Imagen del póster en IMDb.

Falso culpable y menor inocente como cebo.


Un viejo vendedor topa en el bosque con el cadáver de una niña. Él se convierte en el primer sospechoso y la población lo quiere linchar. Lo defiende el comisario Matthai, quien supone que él no pudo ser. Pero Matthai está dejando el servicio para dirigirse a un nuevo trabajo en África. Los que quedan a cargo de la investigación presionan al viejo vendedor hasta que lo hacen confesar de un crimen que no cometió. Presa de la desesperación, el hombre se suicida en la celda. Entonces el comisario Matthai reaparece para hacerse cargo del caso, pues sigue convencido de que no apresaron al verdadero culpable. Comienza la pesquisa visitando la escuela donde la niña estudiaba y luego de ver ahí una pintura de ella con el supuesto homicida, pregunta a un siquiatra por el perfil del criminal basándose en ese dibujo. Va atando cabos y datos que consigue de la investigación hasta que opta por alquilar una estación de gasolina que está en el camino a lo largo del cual han aparecido los cadáveres de tres niñas muertas. Contrata a una mujer de la población cercana que tiene una hija de la edad de las víctimas y la usa como cebo para atrapar al culpable. Otro nombre de esta película es Sucedió a plena luz del día. y fue una coproducción suiza, alemana y española. El director, Ladislao Vajda (cineasta húngaro-español), fue el director de la celebérrima Marcelino pan y vino, de 1955.

Los eventos ocurren en un pequeño pueblo de Suiza, en la década de los años cincuenta, con tecnologías casi primitivas para investigar. Matthai debe hacer uso de su capacidad de inferencia y de deducción, a través de pistas que hoy se ven arcaicas, tales como llamar por teléfono a un sinfín de personas para dar con una familia que no tenga hijas; perfil del criminal obtenido con el simple dibujo de una niña, que no ofrece ninguna credibilidad; objetos y residuos dejados en la escena del crimen o en sitios sospechosos; entre otras cosas. A pesar de lo primitivo de la tecnología, Matthai logra hilar argumentos más o menos convincentes que, unidos a su olfato como investigador, apuntan a aclarar el caso.

Esta película está bien realizada, tiene una gran fotografía en blanco y negro, precisos diálogos y buenas actuaciones. Entre las anomalías (no de la película, referentes al tema) que se observan, se pueden nombrar las siguientes. El abuso de autoridad para hacer confesar a un detenido (sea o no culpable) con tal de encerrar a alguien «responsable» del crimen. Esta práctica aún persiste hoy (a pesar de que es ilegal), muy en especial si las fuerzas policiales no dan con el culpable. También se ve muy anómalo (incluso ilegal de acuerdo a la legislación moderna) el que el policía emplee a una menor de edad como cebo para atrapar al delincuente. Esa ambigüedad moral no es ocultada por la cinta, todo lo contrario, se explicita. Estos dos puntos críticos quizás no lo eran para la época, pero hoy sí lo son, de acuerdo a la legislación y al proceder modernos. Aunque no fuera ilegal, el emplear a una menor de edad como cebo (incluso de manera un tanto despistada) sí era moralmente censurable o condenable, a tal punto que Matthai se da cuenta de ello casi al final, cuando es inminente el peligro de muerte que corre la criatura.


Imagen del póster en Filmaffinity.


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Reseña en Wikipedia:
https://es.wikipedia.org/wiki/El_cebo


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