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08 diciembre 2020

Nostalgia - Andréi Tarkovski (1983)


Imagen del póster en IMDb.

Los sentimientos no expresados son inolvidables.
Comentario de Andrei.


Andrei Gorchakov (Oleg Yankovsky), es un poeta ruso que recorre Italia con Eugenia (la hermosa Domiziana Giordano), su guía e intérprete, a objeto de investigar la vida de Pavel Sosnovsky, un compositor ruso del siglo XVIII sobre el que escribe, que vivió en Italia y se suicidó al regresar a Rusia. La película comienza con una visita de Andrei y Eugenia al fresco de la Virgen del parto, de Piero della Francesca. En las aguas termales de Bagno Vignoni conocen a Domenico (Erland Josephson), un hombre que tuvo a su familia encerrada por siete años, un loco; que cuando va a Roma (al final del filme) luego de proferir una monserga sobre una estatua ecuestre, se inmola.


Andrei en la habitación del hotel.
Imagen tomada de IMDb.


Durante su estadía en Bagno Vignoni, Eugenia se enfurece por la indiferencia de Andrei (ella quería sexo con él) y se va a Roma. Ya en Roma, ella lo llama desde la oficina de su novio Vittorio (un mafioso) para informarle que Domenico está en Roma y le pregunta si hizo lo que el loco le pidió: llevar una vela de un lado a otro de la alberca de Bagno Vignoni. Él dice que sí, pero no lo hizo. Regresa a las aguas termales para llevar la vela de una orilla a otra; ahora que han vaciado la piscina. Al llegar, se desvanece.


Eugenia (Domiziana Giordano).
Imagen tomada de IMDb.


En pocas palabras, eso es más o menos lo que ocurre en la película, salvo pocos detalles más. Entre algunas escenas hay otras que evocan sueños de Andrei, o anhelos, o recuerdos. La película tiene un estilo y forma narrativa (si tal adjetivo es pertinente) similar a El espejo; pero, en este caso, sí hay un hilo narrativo central (la visita de Andrei a Italia, su relación con la guía y con Domenico), además del pegamento onírico entre las escenas de dicho hilo narrativo. Andrei parece buscar, más que datos biográficos de Sosnovsky, el porqué de su suicidio, partiendo de un sentimiento que también lo invade a él: la nostalgia (y quizás también lo hizo con Andréi Tarkovski durante su estancia en Italia). Ahí está la clave para comprender la suerte que escogió Sosnovsky al regresar a Rusia. ¿Lo logra? No se sabe; él lo intentó, incluso intentó entender al loco Domenico, pero el filme no da claves para saber si captó la nostalgia del músico.


Andrei en las aguas termales hablando con
una niña. Imagen tomada de IMDb.


La película, al igual que otras anteriores del cineasta, tiene elementos religiosos. Al ser rodada en Italia, estos son numerosos. Por ejemplo, Domenico recita lo que le dijo Él a santa Catalina: «Tú eres la que no es, pero yo soy el que es». Se parece a lo que diría Parménides, ¿no? Al comienzo de la cinta, hay claras alusiones a la maternidad, tanto por el fresco que visitan como por las oraciones que las feligresas le rezan a la Virgen del Parto. Al final, aparece la dedicatoria del filme: a la memoria de la madre de Andréi Tarkovski. Los baños termales dan la sensación prenatal de estar en la matriz. La nostalgia refiere a la madre patria, la madre Rusia (Andrei dice en una ocasión: «Esto es como Rusia, no sé por qué»). El autor parece establecer una conexión entre estos elementos: las madres biológicas y la madre patria, la nostalgia es el ligamento que evita que se desvanezcan con la distancia y, más importante aún, con el tiempo. De manera que parece ser un leitmotiv de El espejo: la madre perdida y la añoranza por volver a tenerla, por regreasr a los orígenes, a la infancia. Esa es una lectura de muchas posibles. Impecable puesta en escena. En esta película, el guion estuvo en manos del gran Tonino Guerra, uno de los mejores guionistas del cine, y del propio Tarkovski.


Domenico (Erland Josephson).
Imagen tomada de IMDb.


De nuevo, Tarkovski nos presenta una película enigmática, intimista, críptica, muy hermosa; plagada de imágenes de ensueño; con tempo de adagio deliberado para degustar el paso de Cronos, «sentir el paso del tiempo», como diría Chantal Ackerman, casi tocarlo con las manos; y rebuscar en los archivos oníricos un referente. Solo Tarkovski tiene la habilidad para convertir en imágenes de gran belleza charcos con basura, paredes agrietadas y sin friso, desperdicios de chatarra, muebles y pisos rotos, madera putrefacta, interiores de casas convertidos en coladores de agua de lluvia. Y todas ellas acompañadas por sutiles sonidos de gotas de agua, soplos, lluvia, pasos, ladridos; pero muy sutiles, casi imperceptibles. Solo él.


Andrei en la escena final: una casa de campo
(parecida a una dacha) rodeada por murallas
góticas inmensas. Imagen tomada de IMDb.


Imagen del póster en Filmaffinity.


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