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30 marzo 2021

Amanecer: una canción de dos humanos - Friedrich W. Murnau (1927)


Imagen del póster en IMDb.

El día que perdió la batalla Mefistófeles.


Una hermosa citadina (Margaret Livingston), de vacaciones en la campiña, se enamora de un labriego (George O'Brien), casado con una bella y dulce chica (Janet Gaynor), con quien tiene un bebé. La femme fatale sonsaca al chico para que venda sus propiedades y se vaya a la ciudad con ella, a vivir la vida loca. Los lugareños se dan cuenta de los cambios de la pareja de campesinos; antes eran unos tortolitos y ahora están distanciados. Pero, ¿mi esposa? No hay problema, la arpía tiene un plan: matarla. Se puede ahogar, ¿o no? El chico prepara un flotador con unas cañas (para él) y lleva a su esposa a navegar un día. Dejan el bebé a cuidar con una vecina.


Desde la primera escena la película maravilla
a quien la ve. Este dibujo luego se convierte en
una toma fílmica. Imagen tomada de IMDb.


El plan es matarla, voltear el bote y salvar su vida con el flotador de caña. Cuando se dispone a matar a su esposa, el chico no puede hacerlo. Llegan a la orilla del lago y ella, desconsolada, corre para tomar un tranvía que va a la ciudad. Su esposo la sigue y no deja de pedirle perdón, ni ella de llorar. La reconciliación llega luego de un encomiable trabajo de redención por parte de él, solo comparable a la capacidad de perdón de ella; tras la cual, pasan un día memorable en la ciudad.


La femme fatale en su albergue. Nótese la
perspectiva deformada, típica del expresionismo
alemán. Imagen tomada de IMDb.


De regreso, una tormenta los acecha mientras navegan. Él le sujeta el flotador, que había hecho para sí, a su esposa. Ambos naufragan. Él busca ayuda con los aldeanos para encontrar a su mujer, pero no lo consigue. Al llegar a la villa, la citadina lo espera para celebrar; cuando él está intentando matarla, lo llaman para decirle que ha conseguido a su esposa viva un vecino que es navegante veterano. La femme fatale regresa a su urbe y la pareja puede celebrar un nuevo amanecer.


Vende todo, en la ciudad lo pasaremos genial.
Imagen tomada de IMDb.


Mefistófeles haciendo su trabajo.
Imagen tomada de IMDb.


¿Ella no se podría ahogar?
Imagen tomada de IMDb.


Sunrise: a song of two humans es un melodrama imperecedero, con una potencia dramática enorme y una historia enternecedora. Murnau, que ya había realizado otra obra maestra (Nosferatu), deja para la posteridad esta gigantesca película; una de las mejores del cine mudo; incluso de las mejores que se han hecho. Es seguro que, en su momento, la proyección tuvo que haber causado inquietud, sorpresa y lágrimas en los espectadores. Aún hoy, conmueve a los cinéfilos. Es un poema de película.


En el tranvía comenzó el largo camino de la
redención y el perdón. Por las ventanas se ve el
paisaje circundante. Imagen tomada de IMDb.


Merecen un paréntesis aparte las secuencias de la reconciliación, por dos motivos. Primero; la mudez de la película, lejos de ser un hándicap, es un potenciador de la carga dramática, si no trágica, de estas escenas. Él comienza su vía crucis de la redención y ella del perdón. No hay palabras que él pueda pronunciar que no lo hundan o que justifiquen lo que pretendió hacer; tampoco hay palabras que ella sea capaz de pronunciar, porque ha quedado estupefacta ante la abyecta intención de su esposo de querer matarla; a ella, que ha sido una esposa ejemplar; a ella, a quien amaba; a ella, la madre de su hijo. El segundo es la actuación de Gaynor, que con expresiones faciales y corporales exactas nos informa del estado de avance del perdón. De nuevo, no solo no hacen falta palabras, es que molestarían.


Él le ofrece unas galletas en la cafetería. Caras
de culpa y de asombro.
Imagen tomada de IMDb.


Ella toma una galleta... que no podrá comer porque
romperá en llanto. Nadie podría comer en tal
estado emocional. Imagen tomada de IMDb.


Entran en una iglesia donde se desarrolla una boda. Cuando el sacerdote le dice al contrayente que debe amar y proteger a su futura esposa, nuestro labriego se sobrecoge y llora desconsolado. El cargo de conciencia ha llegado a su límite y la redención está servida. Ella, entonces, comienza a ofrecer el perdón.


En la iglesia se produce la redención...


...y el perdón. Imágenes tomadas de IMDb.


Desde el punto de vista técnico, el filme se realizó con el sistema de sonido Movietone, que permitía sonidos y música sincronizados con la acción en pantalla (por ejemplo, si se ve un caballo, se oye su relinche). Se estrenó apenas semanas antes de El cantante de jazz, la primera película considerada sonora. Presenta una sinfonía de efectos especiales que eran inéditos para el momento: tomas de seguimiento (cuando los personajes viajan en el tranvía y se ve el entorno a través de las ventanas); perspectivas forzadas, que permiten «jugar» con la profundidad de campo (muy al estilo expresionista alemán); múltiples vistas en la misma pantalla; intertítulos animados; y otra novedad: los protagonistas no tenían nombres propios.


Inolvidable la actuación de Gaynor.


Es una de las películas preservadas en el National Film Registry de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. Recibió tres premios Óscar en su primera entrega. La hermosa Janet Gaynor recibió el Óscar a mejor actriz por su trabajo en esta película, en El séptimo cielo y en El ángel de la calle. No es para menos, sus actuaciones fueron extraordinarias. A casi un siglo de su realización, sigue siendo una película que pertenece a la exclusiva lista de películas que hay que ver. Es eterna.


Imagen del póster en Filmaffinity.


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Artículo en Wikipedia:
Artículo en Wikipedia en inglés:


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