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09 abril 2021

Los engañados - Tewfik Saleh (1972)


Imagen del póster en IMDb.

Y mi padre dijo una vez: 
Un hombre sin patria no tendrá una tumba en la tierra. 
Y me prohibió que me fuera.
Proemio y epitafio de la película.


Este filme sirio, ambientado en Irak, también se conoce con los títulos de The dupes (o The deceived) en inglés (que se puede traducir como Los engañados); y Al-makhdu'un en árabe transliterado. En árabe es المخدوعون. El director, Tewfik Saleh, era egipcio. La película, basada en el libro Hombres de sol, del escritor palestino Ghassan Kanafani, es en blanco y negro; la versión visionada tenía precarios e imprecisos subtítulos en inglés (incluso palabras incompletas), de color blanco, muy difíciles de leer cuando el fondo era también blanco. La calidad de la fotografía era pobre, correspondiendo a un filme no restaurado y cuya preservación no ha sido la mejor. En sus buenos tiempos quizás fue muy buena. 

La historia, ambientada en los años cincuenta del siglo XX, cuenta el viaje de tres palestinos víctimas del Nakba (éxodo palestino de 1948, cuando se creó el estado de Israel), que buscan un mejor porvenir en Kuwait, gran receptor de mano de obra por el boom del petróleo, cuya explotación comenzó en 1937. No tienen pasaportes y pretenden ingresar de forma ilegal. En Basora, ciudad situada al sureste de Irak, pululan los contrabandistas de personas, que por 15 dinares los hacen llegar a la meca del oro negro. El filme cuenta la historia desde las gestiones previas al viaje hasta el final de este; presentando en flashbacks las condiciones anteriores al viaje de cada uno de los cuatro hombres que viajan: los tres pasajeros y el chófer del camión cisterna que los llevará.

Los tres pasajeros son de grupos etarios distintos. Abou Keïss, el mayor de los tres, tiene unos 40 años y deja una mujer con dos hijos al momento de emprender la aventura. Siendo un campesino, no veía la forma de ganarse la vida en Kuwait; sin embargo, Saad, un emigrante retornado que parece ser que enriqueció en su periplo, lo anima a que emigre en la tierra donde se hace dinero en tan escaso tiempo como un instante. Assaad, de mediana edad (algo menos de 30 años) parece abandonar un negocio que tenía con su hermano y que no iba tan bien. El hermano le recrimina que le huye a los problemas. Consigue un préstamo de 50 dinares para el viaje que le facilita un sujeto que quiere que él se case con su hija cuando regrese rico de Kuwait. Marouane, el más joven de los tres, menor de veinte años, deja a su madre y tres hermanos. El hermano mayor de Marouane les enviaba 200 rupias al mes pero se casó (en secreto) y dejó de enviarlas, por lo que el padre, que no trabaja, se divorció de su madre para casarse con una mujer que tenía una pierna de palo pero una buena dote.

El flashback más deprimente refiere al pasado del conductor, Abou Kheizarane, un sujeto de unos 40 años que por culpa de heridas de guerra ha perdido su virilidad y, por tanto, la posibilidad de ser padre y de disfrutar del sexo ordinario con las mujeres. Los tres pasajeros contactan con un gestor en Basora y no llegan a ningún acuerdo. Kheizarane aborda al joven Marouane y le ofrece llevarlo a Kuwait; el chico solo puede pagar 5 dinarios, entonces el conductor acepta con la condición de que el joven le ayude a captar más clientes y no les diga que él pagó 5 dinarios. Contactan con Abou y Assaad y acuerdan viajar en el tanque del camión cisterna del que Kheizarane es conductor. Este confiesa que contrabandea con humanos, cuando tiene la ocasión, solo para ganar dinero.

Viajan de día a pesar del ardiente calor del desierto, pues de noche la carretera es muy patrullada y de día no hay un alma circulando. Son 150 kilómetros los que tienen que recorrer y solo tendrán que ingresar en el tanque en dos puntos de control, situados al salir de Irak y al ingresar en Kuwait. Necesitan soportar entre 6 y 7 minutos dentro del tanque. Luego del primer punto salen del tanque exhaustos, abrasados por el calor. En el segundo punto de control, los guardias kuwaitíes bromean con el conductor y le hacen retrasar el trámite de los papeles para el ingreso del camión al territorio de Kuwait. Los pasajeros golpean el tanque, pero nadie los oye.

Entre todos los tópicos que el filme toca, o roza, se encuentra el antisionismo, el cual no solo no disimula, sino que culpa de las desgracias de los palestinos al sionismo. Y no solo al sionismo, también a la plétora de políticos árabes y occidentales que han decidido la suerte de los palestinos. Mucho parloteo, muchos convenios y reuniones de paz, pero siguen en la ruina. También hay reflexiones sobre la ventaja de emigrar como solución a la pobreza que los arropa y no les da tregua en sus vidas. No pasan desapercibidas algunas alusiones a la religiosidad del mundo árabe; a la guerra en el Oriente Medio, que no parece haber terminado desde los tiempos de Gilgamesh (y que parece haber iniciado con el comienzo mismo del tiempo); al dinero como elemento de negociación por excelencia; a las relaciones de amistad; a la corrupción, entre otras. Las actuaciones son aceptables, destacando la de Mohamed Kheir-Halouani en el papel de Abou Keïss. La música extra diegética que acompaña algunas escenas es árabe y está oportunamente empleada. Hay pasajes y diálogos, así como voces en off, cuyos contenidos no son triviales; algunos son incluso poéticos (como las imágenes del oasis al comienzo de la película); las escenas del desierto son únicas. Constituye un documento y una importante película del mundo árabe, cine que no es común visionar. Lástima que parece no haber versiones restauradas.


Imagen del póster en Filmaffinity.


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Reseña en Wikipedia, en inglés:

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