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30 julio 2021

El discreto encanto de la burguesía - Luis Buñuel (1972)


Imagen del póster en IMDb.

La comedida fascinación de Buñuel


A Luis Buñuel le gustaban las armas. Y el cine. No es difícil imaginarse al director español en su galería de tiro: la diana, que no tiene porqué ser circular, corresponde a un diseño de Salvador Dalí: la diana atómica; tiene sectores con diferentes puntajes: 1, 2, 3,... Tampoco tiene que ser una diana, puede tener varias. Cada sector de la diana tiene un color que lo distingue: la Iglesia, el Cristianismo, la desigualdad social, los curas, el poder, los militares, las costumbres y convencionalismos sociales, el liberalismo, la plebe, el sexo, la burguesía, los anacoretas,... 


Uno de los intentos de cenar se interrumpió porque
la milicia llegó para realizar ejercicios bélicos.
Imagen tomada de IMDb.


Antes de hacer un film, Buñuel coloca la cacerina en su pistola y dispara. Siempre hay un sector más baleado, pero todos reciben, al menos, un balazo. El sector más baleado, antes de hacer la obra maestra Viridiana, fue el Cristianismo. Cuando hizo El ángel exterminadorLe charme discret de la bourgeoisie el sector más perforado del blanco fue la burguesía. Pero también recibieron plomo los vecinos: la milicia, el clero, las costumbres,...


El obispo, luego de ofrecerle la extremaunción
a un moribundo... Imagen tomada de IMDb.


Rafael Acosta (Fernando Rey) es embajador de la ficticia República de Miranda (Sudamérica); él y los Thévenot, Simone (Delphine Seyrig), su hermana Florence (Bulle Ogier), y su esposo François (Paul Frankeur), están invitados a cenar en casa de los Sénechal, Alice (Stéphane Audran) y Henri (Jean-Pierre Cassel); pero se han equivocado de día. Henri no está, de manera que van a un restaurante cercano; Alice los acompaña. En el restaurante no hay comensales y están velando al dueño, que murió en la tarde. A partir de esta extraña situación, ocurrirán muchas más en las que los seis burgueses no podrán llevar a cabo sus deseos culinarios. 


Fueron a un restaurante y no había nada de lo que 
pedían. Finalmente ordenaron agua.
Imagen tomada de IMDb.


En todas, eventos surrealistas, ficticios o no, se lo impedirán. Los obstáculos están construidos con escenas —en principio— inconexas, en las que intervienen los más variopintos personajes: militares en ejercicios irrumpiendo en la casa; un obispo que desea ser jardinero de los Sénechal; policías que llegan a la casa para capturarlos por tráfico de cocaína; guerrilleros; sueños; sueños dentro de sueños (¡mucho antes de Inception!), en fin... Una escena recurrente es la de los seis burgueses caminando por una carretera solitaria. También es recurrente el empleo de ruidos de fondo (aviones, maquinaria) para no oír diálogos especialmente... repugnantes, en los que un personaje le da «razones» a otro sobre algo.


En uno de los sueños, Rafael responde con el arma
ante una afrenta del anfitrión.
Imagen tomada de IMDb.


En El ángel exterminador, el grupo de burgueses no podía salir de la casa, en esta no pueden comer. En ambas, una intangible fuerza les obstaculiza de tal forma que son seres disfuncionales, a pesar del tesón con el que intentan, una y otra vez, cumplir un objetivo primario, comer. Los de El ángel exterminador eran un poco más temperamentales; los burgueses franceses son comedidos ante las dificultades, nunca muestran irritación ni profieren frases altisonantes, manejan con un «discreto encanto» sus pasiones; incluido el sexo.




En otro sueño, ocupan una mesa pero la cortina
que la flanquea se abre a un auditorio.
Imágenes tomadas de IMDb.


Buñuel, coguionista junto a su fiel amigo Jean-Claude Carrière, se burla a carcajada tendida de los burgueses y de sus costumbres y maneras; al tiempo que denuncia su hipocresía, su falta de moral y su criminal conducta. El comportamiento elegante y distinguido de estos personajes choque de manera frontal con lo que hacen tras bastidores; que incluye un descarado adulterio de Simone con Rafael; el tráfico de drogas a través de valijas diplomáticas (los tres hombres) y el tráfico de influencias, gracias al cual un ministro (Michel Piccoli) los libera de prisión. La carcajada final la constituye la escena recurrente de los personajes caminando en una carretera solitaria, de la que no se conoce su destino ni su origen: así van, sin saber a dónde, solo van. Una mordaz crítica del Buñuel de los inicios, surrealismo incluido.


Caminando por una carretera un trayecto incierto.
Imagen tomada de IMDb.


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