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27 julio 2021

Los senos eternos - Kinuyo Tanaka (1955)


Imagen del póster en IMDb.

Fumiko Nakajō o la poesía de la muerte.


Hacia 1950, Frida Kahlo aún plasmaba en inmortales cuadros su dolor, su inmenso dolor, físico y psíquico. Al otro lado del mundo, Fumiko Nakajō hacía lo propio en poemas. Ambas murieron en 1955, Frida en julio, Fumiko en agosto. Ambas sufrieron lo indecible. Tal como Julie Taymor honró a la pintora azteca con su gran película Frida, la actriz y directora de cine Kinuyo Tanaka honró a la poetisa con este emotivo filme.


Fumiko toma un baño en la casa de su amiga Kinuko,
en la bañera que usaba el esposo de esta, Hori.
Imagen tomada de cinemaldito.


Fumiko Shimojô (Yumeji Tsukioka) es madre de dos niños pequeños (Aiko y Noboru) y solícita esposa de un hombre déspota e infiel; que la engaña en sus narices(1). Tiene gran pasión por la poesía. Al lograr el divorcio con(tra) Shimojô, se muda a la casa de sus familiares y le dedica más tiempo a la poesía. Hori (Masayuki Mori), un amigo del club local de poetas que está enfermo, envía el trabajo de Fumiko a un periódico de Tokio. Ella siente amor por Hori, pero él está bien casado con Kinuko, quien es amiga de Fumiko. Él fallece, aumentando el pesar que ella padece por el divorcio y la ulterior soledad.

Para más desgracia (nunca vienen solas), le sobreviene un cáncer de seno con su respectiva mastectomía bilateral total. Ya convaleciente, se entera de que su poesía es apreciada en Tokio y que ha ganado un premio con ella, gracias al occiso Hori. Entre la casa y el hospital, con muy breves momentos de esparcimiento, pasará lo poco que le queda de vida. Ánimo por escribir no tiene, pero llega de Tokio Akira Ôtsuki (Ryôji Hayama), un reportero del periódico y admirador de su poesía, que le motivará a hacerlo; no solo por el natural egoísmo de tener más poemas de Fumiko, mas por infundirle a ella ganas de vivir y así postergar su partida. Gana el cáncer, casi siempre gana el maldito cáncer. Fumiko Nakajō falleció a los 31 años de edad. Fridha a los 47. Ambas pero que muy jóvenes. Qué injusticia; los genios no deberían morir, como sentenció Dalí.


Tumiko y el joven Ôtsuki. No es compasión,
es afecto. Imagen tomada de cinemaldito.


Hijos, acepten mi muerte, el único legado que les dejo.
Fumiko Nakajō.

Con una prodigalidad y honestidad maternales, Kinuyo Tanaka realizó una película que navega sobre el dolor lírico de los poemas de Fumiko, teniendo como timonel el amor, un gran amor; y destacando la dimensión humana de la poetisa durante lo que fue, con seguridad, el peor tramo de su corta y desdichada vida. No escogió nada fácil de rodar la cineasta nipona. Y le quedó requetebien. Fue asistida por una gran fotografía, buenas musicalización y ambientación; pero, en especial, por la gran actuación de la protagonista, la hermosa Yumeji Tsukioka, que supo ataviarse con la piel de Fumiko Nakajō.


Sus hijos, su madre, su hermano y Kinuko,
despidiéndose. Imagen tomada de cinemaldito.


Kinuyo Tanaka dirigió pocas películas (seis, contra más de doscientas en las que actuó). No era fácil en esa época en Japón, pero lo hizo con la cabeza en alto. Todas ellas tienen un ranking respetable, si bien la más aclamada es Los senos eternos (también llamada Pechos eternos o Los pechos eternosThe eternal breasts en inglés, Chibusa yo eien nare en japonés transliterado, 乳房よ永遠なれ en japonés). Como se ve, hace al menos ocho décadas que las mujeres hacen películas reivindicativas de otras congéneres, no es algo nuevo. Contra viento y marea.

Dr. House, en algún capítulo de la excelente serie, dijo que no se moría con dignidad, que se vivía con dignidad. Ya no estoy tan seguro de compartir esa idea. Hay varios decesos (fílmicos) que destilan una aureola de dignidad absoluta, impoluta. El que rodó Tanaka es así. Excelente película.


Imagen del póster en Filmaffinity.


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(1) Siempre es doloroso; pero, en el caso de la mujer japonesa, se ve más inmoral, pues (al menos en ese entonces) las atenciones y la obediencia de la mujer para con el hombre era de sumisión absoluta. Pagar esa sumisión con adulterio es una acción de lo más vil.

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