Imagen del póster, versión de
1934, en IMDb.
Película de 1934
Dirigida por Arcady Boytler
La mujer con la tragedia escrita en su rostro.
Las tres versiones se basan en el cuento El puerto, del francés Guy de Maupassant, y la estructura central de las versiones de 1934 y 1949 es la misma: a una hermosa joven, huérfana de madre y engañada por el novio, le muere el padre; sola y desamparada, se marcha a una ciudad portuaria e ingresa al sórdido mundo de la prostitución. Escogió una ciudad que es puerto porque un hermano abandonó el hogar años atrás, para dedicarse a la marina, y tiene esperanzas de encontrarlo. Un día, siente atracción por un cliente que atracó en un gran barco. Este cliente resultó ser su hermano.
Este cuento es tan brillante que ha generado, solo en la cinematografía azteca, tres filmes. Quizá los haya también en la filmografía de otros países. Con similar estructura, las tres versiones muestran vertientes distintas del cuento, en particular en la conclusión de la historia.
Rosario Venegas (Andrea Palma) es una alegre y hermosa joven cuyo novio, Victorio, vive en la misma vecindad que ella. Su padre, Antonio, que trabaja en una funeraria fabricando ataúdes, enferma de gravedad. Rosario descubre que Victorio la engaña y Antonio, mientras ella sale a comprarle la medicina, toma un martillo para golpear a Victorio, pero cae por las escaleras y fallece. En el sepelio, el carro fúnebre atraviesa una comparsa de carnaval y la multitud vocea que están enterrando al mal humor. Rosario, indignada, llora y pide que la dejen en paz; un hombre grita que es el entierro de Antonio; avergonzados, todos se quitan las máscaras y le abren paso a la carroza. Al dueño de la funeraria, don Basilio, le gusta Rosario; se acerca a consolarla en la tumba de su padre y se le sugiere, pero ella no le permite ir más allá.
Rosario abandona Córdoba y se va a Veracruz, en donde ejerce de meretriz en un lupanar. Un gran barco hace escala en el puerto y los marineros visitan la casa de lenocinio donde, después de consumar el acto sexual, Rosario conversa con el cliente y le pregunta si conoce a Alberto Venegas (Domingo Soler).
Varias son las escenas que destacan. Las imágenes iniciales de Rosario con el novio en las praderas nos envuelven en una atmósfera idílica; el entierro de Antonio, en plena movilización carnestolenda, es no solo extravagante, también trágico e inolvidable; las escenas de los marinos en el barco son muy buenas también. Algunas secuencias pertenecientes a la mancebía son, de igual manera, de gran calidad.
La actuación de Andrea Palma es excelente; quizás la mejor interpretación de la joven en las tres versiones. Hay que aclarar que el estilo interpretativo de esta versión corresponde a los cánones de la época; hoy luce sobreactuada, trágica; pero de esa forma actuaban en los años 20 y 30 del siglo XX las grandes estrellas de Hollywood. Andrea Palma, en filmes posteriores, interpretó de otra forma, cónsona con los nuevos tiempos. Gran actriz. La estética de esta versión presenta algunas reminiscencias del expresionismo alemán; aún así goza de personalidad propia. La canción La mujer del puerto, de Manuel Esperón, la interpretó Lina Boytler. Está incluida en las 100 mejores películas del cine mexicano de todos los tiempos en el honroso 8º lugar.
Rosario y su novio Victorio en el idílico inicio
del film. Imagen tomada de IMDb.
Este cuento es tan brillante que ha generado, solo en la cinematografía azteca, tres filmes. Quizá los haya también en la filmografía de otros países. Con similar estructura, las tres versiones muestran vertientes distintas del cuento, en particular en la conclusión de la historia.
Icónica toma de Andrea Palma en la puerta
de la mancebía. Imagen tomada de IMDb.
Rosario Venegas (Andrea Palma) es una alegre y hermosa joven cuyo novio, Victorio, vive en la misma vecindad que ella. Su padre, Antonio, que trabaja en una funeraria fabricando ataúdes, enferma de gravedad. Rosario descubre que Victorio la engaña y Antonio, mientras ella sale a comprarle la medicina, toma un martillo para golpear a Victorio, pero cae por las escaleras y fallece. En el sepelio, el carro fúnebre atraviesa una comparsa de carnaval y la multitud vocea que están enterrando al mal humor. Rosario, indignada, llora y pide que la dejen en paz; un hombre grita que es el entierro de Antonio; avergonzados, todos se quitan las máscaras y le abren paso a la carroza. Al dueño de la funeraria, don Basilio, le gusta Rosario; se acerca a consolarla en la tumba de su padre y se le sugiere, pero ella no le permite ir más allá.
Los marineros y las chicas del lupanar.
Imagen tomada de IMDb.
Rosario abandona Córdoba y se va a Veracruz, en donde ejerce de meretriz en un lupanar. Un gran barco hace escala en el puerto y los marineros visitan la casa de lenocinio donde, después de consumar el acto sexual, Rosario conversa con el cliente y le pregunta si conoce a Alberto Venegas (Domingo Soler).
Rosario Venegas (Andrea Palma) y Alberto Venegas
(Domingo Soler) al conocer la dolorosa verdad.
Imagen tomada de IMDb.
Varias son las escenas que destacan. Las imágenes iniciales de Rosario con el novio en las praderas nos envuelven en una atmósfera idílica; el entierro de Antonio, en plena movilización carnestolenda, es no solo extravagante, también trágico e inolvidable; las escenas de los marinos en el barco son muy buenas también. Algunas secuencias pertenecientes a la mancebía son, de igual manera, de gran calidad.
La carroza fúnebre. Esta escena tiene mucho de
expresionismo alemán.
Rosario en el malecón. Imagen tomada de IMDb.
La actuación de Andrea Palma es excelente; quizás la mejor interpretación de la joven en las tres versiones. Hay que aclarar que el estilo interpretativo de esta versión corresponde a los cánones de la época; hoy luce sobreactuada, trágica; pero de esa forma actuaban en los años 20 y 30 del siglo XX las grandes estrellas de Hollywood. Andrea Palma, en filmes posteriores, interpretó de otra forma, cónsona con los nuevos tiempos. Gran actriz. La estética de esta versión presenta algunas reminiscencias del expresionismo alemán; aún así goza de personalidad propia. La canción La mujer del puerto, de Manuel Esperón, la interpretó Lina Boytler. Está incluida en las 100 mejores películas del cine mexicano de todos los tiempos en el honroso 8º lugar.
Imagen del póster, versión de
1934, en Filmaffinity.
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Artículo en Wikipedia:
Artículo en Wikipedia en inglés:
Ficha en IMDb: https://www.imdb.com/title/tt0025524
Ficha en Filmaffinity: https://www.filmaffinity.com/es/film704461.html
Enlace al filme en YouTube:
https://www.youtube.com/watch?v=dh1amY9H88U 
https://www.youtube.com/watch?v=dh1amY9H88U 
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Imagen del póster, versión
de 1949, tomado de IMDb.
Película de 1949
Dirigida por Emilio Gómez Muriel
La Rosario bailarina y cantante.
«Vendo placer
a los hombres que vienen del mar
si se marchan al amanecer
para qué yo he de amar».
Fragmento de la canción La mujer del puerto.
En esta versión, la historia comienza en el lupanar, in medias res. Rosario Méndez (María Antonieta Pons), además de ejercer como prostituta, canta y baila en el bar. Ya llegaron los marineros y ella, luego de un percance, sube a su alcoba muy atribulada. Tiene una conversación con Julián, el pianista de la banda, en la que le cuenta su historia; esto resulta en un flashback de cuando era Carolina Méndez... vivía con su padre en Córdoba y tenía un novio de nombre Carlos... que era casado. La mayor diferencia es que, al morir su padre, Marcelo (Arturo Martínez), un hombre que la vio bailar en el carnaval, le ofrece formar un dúo con ella; no queda tan desamparada. Se dedica al baile y al canto en cabarés; pero tras ser presionada por Marcelo para prostituirse, se va a Veracruz y se prostituye ella por sí misma.
En el burdel, Rosario canta y baila para amenizar el ambiente. Un buen día, llega un barco grande... y el flashback enlaza con las escenas iniciales. Bajan del cuarto ella y Julián y de inmediato ella canta La mujer del puerto (la misma canción de la versión de 1934). Se prenda de uno de los marineros, Alberto Méndez (Víctor Junco), y él de ella. Sin embargo, en esta versión no se llega a consumar el incesto, ya que se enteran de sus nombres a tiempo. Debido a ello, es un tanto inexplicable e injustificado su desenlace.
En el burdel, Rosario canta y baila para amenizar el ambiente. Un buen día, llega un barco grande... y el flashback enlaza con las escenas iniciales. Bajan del cuarto ella y Julián y de inmediato ella canta La mujer del puerto (la misma canción de la versión de 1934). Se prenda de uno de los marineros, Alberto Méndez (Víctor Junco), y él de ella. Sin embargo, en esta versión no se llega a consumar el incesto, ya que se enteran de sus nombres a tiempo. Debido a ello, es un tanto inexplicable e injustificado su desenlace.
Entre las diferencias con la versión de 1934 se pueden enumerar las siguientes. Las actuaciones son de acuerdo a la usanza de los años 40 (la diferencia con la de 1934 es notable). Pese a ello, las actuaciones del filme de 1934 son mejores.
Con casi total seguridad, el haber recaído el protagonismo de la historia en la sensual María Antonieta Pons, actriz, cantante y bailarina cubana; famosa por ser la primera estrella del cine de rumberas de la época de oro del cine mexicano; la historia tuvo la variante de Rosario como bailarina y cantante, tanto en su andar con Marcelo como en la mancebía. Se explotó los atributos artísticos de canto y baile de la actriz; pero no por ello es una película de rumberas. Esto dio pie a que el film incorpore coreografías muy vistosas y bien realizadas, en las que se luce María Antonieta Pons como gran bailarina.
La hermosa María Antonieta Pons en el malecón.
Para concluir, hay una notable diferencia en el final que, siendo el mismo, no consigue un asidero en el guion de este filme, tal como sí lo tuvo en el de 1934, y en la personalidad de Rosario: ella es una mujer que, después de la muerte de su padre, se va por el mundo con un desconocido y rehace su vida a partir de sus dotes como bailarina, se supera. Cuesta creer que después se halle deprimida en la conversación que sostiene con Julián y cuesta más aún creer que una mujer así se quitaría la vida sin haber consumado el gran pecado. Esta personalidad dual no está bien respaldada en la historia. A este respecto, esta versión cojea un poco.
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Artículo en Wikipedia:
Reseña en Wikipedia en inglés:
Ficha en IMDb: https://www.imdb.com/title/tt0242701
Ficha en Filmaffinity: https://www.filmaffinity.com/es/film126037.html
Enlace al filme en YouTube:
https://www.youtube.com/watch?v=oIPPUaWpD0w
https://www.youtube.com/watch?v=oIPPUaWpD0w
—o—
Imagen del póster, versión de
1991, en IMDb.
Película de 1991
Dirigida por Arturo Ripstein(1)
El incesto irredento y gozoso.
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Este filme es un concierto en tres movimientos, que corresponden a las tres visiones de los personajes principales: Perla, la joven prostituida por su propia madre, también prostituta; el Marro, el marinero que resulta ser su hermano y Tomasa, la madre de ambos. No solo se consuma el incesto por accidente, sino que se continúa cometiendo después de su conocimiento. Ambos, Perla y el Marro, disfrutan viviendo en incesto sin importarles lo pecaminoso que es desde el punto de vista religioso, lo inmoral desde el punto de vista social, y lo inconveniente desde el punto de vista biológico; tal como se evidencia en la escena final, en la que se presenta un hijo de ambos con síndrome de Down. Tomasa termina aceptándolo, al igual que otro personaje cercano a ellos, Carmelo. Recuerda el caso de Rashōmon, de Akira Kurosawa, en el que el homicidio es narrado de acuerdo a los tres personajes que lo presenciaron, incluyendo la víctima.
Tal como señalaron en el coloquio posterior a la película, tanto el director como la guionista, Paz Alicia Garciadiego (esposa de Arturo Ripstein), no pretenden hacer cine sociológico; su cine cuenta historias con personajes irreales, son ficciones. Sin embargo, podemos suponer que la vida real —inspiración para más de un relato, tanto de literatura como de teatro o de cine— presenta casos similares. O peores. La ficción ha superado a la realidad solo en los casos de fantasías y de ciencia ficción, pero nunca en los temas terrenales y humanos. De hecho, afirmaron que el incesto hoy en día no es tan anormal en una ciudad atiborrada de gente como es Ciudad de México, metrópoli que, en una pequeña área, cuenta con más habitantes que países enteros. Sí lo era cuando se realizaron las otras versiones de esta película, en 1934 y en 1949(2), las que no hurgaron en el incesto como sí lo hizo Ripstein en la suya. ¿Lo hubiera hecho si la película la rodase en 1934 o en 1949? Probablemente no. Quizás no le hubieran permitido hacerla. Como sea, en México nunca ha sido exhibida, según dijeron sus autores.
Imagen tomada del sitio web de la Academia
Reseña del coloquio en el website de la
AACC en este enlace.
Arturo Ripstein es, sin duda, uno de los cineastas mexicanos más importantes. Su cine no es complaciente, no es preciosista; todo lo contrario, se centra en personajes que no solo son perdedores (loosers), sino que se hunden cada vez más en sus miserias, hasta la exasperación. En algunos casos, como Profundo Carmesí o El lugar sin límites, hasta la abyección... y más allá. Hay espectadores que no lo soportan. La mujer del puerto no es la excepción a este cine de los bajos fondos, de las penurias, de lo mugriento, de la desgracia sin coto; como si se tratase de un fractal, que se autoalimenta para generar más desgracia tras una desgracia. Dijo el director en el coloquio, que se le dan mejor estos personajes que los bien vestidos, peinados y calzados, en elegantes y opulentos entornos. Parece ser una cuestión de narrativa, de dramatización, más que de querer hacer análisis social. Su esposa, la guionista, lo secundó en esta visión. Pero ello no exime de que los espectadores especulemos sobre significados y significantes. La obra, que siempre abandona a su autor, queda ahí, expuesta para percibirla, para reflexionar, para valorarla, para relacionar conceptos y situaciones. Es parte del arte.
Otras películas que han tocado este tema son La Luna, de Bernardo Bertolucci, la inolvidable El color púrpura, de Steven Spielberg, la grandiosa Chinatown, de Roman Polanski, entre muchas otras. Cada uno en su estilo, han bregado con este tema, tan legendario como la humanidad misma. La cinta de Ripstein es para tragar grueso mientras se ve, es descarnada. Como la vida misma, especialmente la vida de los personajes y los entornos que describen sus películas. Además, al desarrollarse la trama en un medio tan afin para uno como el hispanoamericano(3), se siente más cercana que las mencionadas al principio de este párrafo.
Arturo Ripstein y Paz Alicia Garciadiego en el coloquio.
Imagen tomada del sitio web de la Academia
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(1) Este comentario fue publicado por separado en fecha 18 de octubre de 2019. Ha sido transcrito (con comentarios adicionales y correcciones) a esta entrada para agrupar los tres filmes, de igual título, en un solo artículo (y una sola etiqueta).
(2) Las tres películas basadas en un corto cuento de Guy de Maupassant, titulado El puerto. Maupassant es el autor de Bola de sebo, cuento en el que se basó la célebre La diligencia, de John Ford. Muy bien calificadas las tres, en especial las de 1934 y 1949; puede ser por lo dicho antes, que el cine de Ripstein no es amable, no es fácil de ver; es casi deprimente en los planteamientos.
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Reseña en Wikipedia en inglés:
Ficha en IMDb: https://www.imdb.com/title/tt0104937
Ficha en Filmaffinity: https://www.filmaffinity.com/es/film384873.html
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