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25 enero 2022

Touki-Bouki - Djibril Diop Mambéty (1973)


Imagen del póster en Filmaffinity.

Cuando la forma arropa al fondo.


En el arte dramático no hay temas nuevos que explorar. Los antiguos griegos los enunciaron todos o casi todos. Por muy novedosa que nos parezca una historia, hay un antecedente en la Grecia antigua o en posteriores dramaturgos. Así, lo novedoso de una película, en tanto tema central, es la forma de contarlo, el contexto, el cómo. Visto así, forma y fondo, entonces, pueden gozar de jerarquías similares.

Dos jóvenes senegaleses, Mory (Magaye Niang) y Anta (Myriam Niang), quieren irse, desvincularse de una realidad que los envuelve en la miseria; quieren emigrar a París y dejar atrás a Dakar. Él (Mory) trabaja en un matadero de reses y conduce una motocicleta que tiene el cráneo y los cachos de una vaca en el frente; ella (Anta) estudia en la universidad. Pero saben que ahí no hay futuro; es el drama de África, de los jóvenes africanos, en 1973 y lo es hoy, casi medio siglo después. Logran, mediante el delito (no suele haber otras formas en esos países), obtener dinero para un pasaje en el barco hacia Francia. A última hora, uno de ellos se echará para atrás; pero el otro no.


Los jóvenes deambulando en la moto de Mory.


No podían faltar los característicos baobabs.


El cineasta Djibril Diop Mambéty, quien dirigió y escribió el guion de este filme, utilizó un discurso narrativo no convencional; novedoso si se quiere; para contarnos una historia convencional, demasiado convencional. La forma en la que lo hizo, sin embargo, le otorga a su producto una faceta nueva y distinta, singular. Entre las características que se pueden recordar, se encuentran: no linealidad narrativa; uso ecléctico de la música extradiegética (disonancia sonora); montaje en colisión de imágenes; diálogos mínimos; mucho contexto del entorno de los dos personajes en los que el espectador puede constatar el estado de pobreza de Senegal (de Dakar en particular), la existencia nula de esperanza sobre una posible mejora de las condiciones, el ambiente cultural y social en el que ambos jóvenes están recluidos. Las escenas y secuencias sobre el contexto son casi documentales. También incluyó algo de diálogo entre franceses que critican al país (a Senegal) y a sus habitantes.


Invitado por un rico homosexual a su casa, Mory
aprovecha para robarle la ropa en lugar de bañarse
con aquél. Afuera espera Anta.


Pero va más allá. Incluye escenas surrealistas; por ejemplo, cuando Mory se cambia de ropa en el vehículo del homosexual al que robó, se imagina que da un discurso político. Discurso que Djibril Diop aprovecha para llenar de contenido crítico sobre los gobernantes que han pasado por el poder en su país. También hace uso del simbolismo y le deja al espectador que rellene algunas elipsis de acciones que no están explicitadas. La mayor parte de esto ocurre en las secuencias posteriores al robo de Mory al homosexual, cuando toman su vehículo engañando al chofer y marchan hasta el puerto.


Mory se imagina que recorre las calles de Dakar y
es vitoreado por la multitud mientras habla. Tras él,
Anta conduce la motocicleta, que luego abandona.


No hay que dejar de mencionar que el filme; si bien no es una gran película, de esas que dejan huella en el espectador(1); está ejecutado con honestidad y con las ansias de hacer las cosas bien hechas; eso sí se le nota a leguas. Para su realización se contó con un presupuesto de treinta mil dólares (menos de cien mil a día de hoy); es decir, se hizo con las uñas. Está considerada una de las mejores películas africanas.


Con engaño, se hacen del vehículo del rico homosexual y
su chofer para ir al puerto de embarque. Aquí parodian
a las castas que han detentado el poder en Senegal.


La versión que se puede apreciar en la actualidad ha sido restaurada gracias a la World Cinema Foundation, institución creada en 2007 por Martin Scorsese y de la que se amerita un artículo especial que hable sobre ella; uno de los mejores legados del gran cineasta neoyorquino.

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ADVERTENCIA: Esta película muestra imágenes explícitas de matanzas de animales que pueden ser del desagrado de algunos espectadores.

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(1) Como, por ejemplo: Pather Panchali, obra maestra de Satyajit Ray (1955); Araya, de Margot Benacerraf (1959); Dios y el diablo en la tierra del Sol, de Glauber Rocha (1964); o Ukamau, de Jorge Sanjinés (1966); por mencionar algunas impactantes películas de países del tercer mundo. Estas fueron hechas con la misma honestidad con la que Djibril Diop rodó Touki-Bouki.
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Touki-BoukiThe journey of the hyena; El viaje de la hiena.
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Reseña en Wikipedia:
Artículo en Wikipedia en inglés:


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