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Lucha y nunca sobrevivirás, corre y nunca
escaparás.
Lema de la película
El cine latinoamericano es heredero del neorrealismo italiano:
nos relata la vida diaria de nuestras ciudades y de nuestros campos. Puede o no
ser con actores profesionales, pero el espíritu del neorrealismo está ahí. Ciudad de Dios es una de
las películas que mejor retrata la realidad urbana contemporánea de las
barriadas o favelas brasileñas, verdaderos enclaves de pobreza y crimen. Está realizada
con gran maestría por el importante cineasta brasilero Fernando Meirelles (y la codirectora Kátia Lund),
y tiene un guión inteligente, buena cinematografía y mejor edición, buenas
actuaciones y buena música. La ambientación es realista, ya que se hizo en una
favela. No sin razón es considerada una de las mejores películas
latinoamericanas.
La película se basa en hechos reales y fue realizada
con actores profesionales y con habitantes de la favela donde se rodó, con el
debido permiso del capo de la favela. Nos cuenta la vida de algunos personajes, desde que son niños hasta que alcanzan los veintitantos años. La historia
es narrada, con voz en off, por uno
de los jóvenes, Buscapé, el más sano de todos, el que sueña con ser fotógrafo y
ganarse la vida por medio del trabajo, sin delito que la enturbie. Los demás
personajes son delincuentes para los cuales la vida de los demás no vale
absolutamente nada. Al final, el mayor capo de la favela, Zé pequeño, asesino
desde que era un infante, muere a manos de los niños que lo suplantarán como jefes
del delito en su otrora territorio.
Para el espectador que desconoce la realidad
latinoamericana, las escenas que muestra Ciudad de Dios
han de parecerle exageradas, producto del ejercicio mental del director. Los
que vivimos en la región sabemos que, por muy lamentable que parezca, la vida
en las favelas es tal cual se muestra en la película. En Venezuela se han
realizado filmes que describen ese mismo medio. Por ejemplo, se han producido Hermano y La hora
cero, por mencionar dos películas de reciente rodaje. Todos los elementos
negativos se conjugan para que la delincuencia campee libremente y sea la dueña
absoluta de las vidas de los que ahí habitan. Elementos endógenos y exógenos a la
favela: pobreza, mala formación, ocio, circulación libre de la droga,
complicidad de la policía, etcétera, condimentan la triste vida de ese submundo.
El diagnóstico en relación a qué ha ocurrido
para que se haya llegado a tal situación, que arropa a una parte importante de
la población, es suficientemente conocido por todos, especialmente por aquellos
que pueden hacer algo para solventar el problema. También se conocen las acciones
que se deben acometer para revertirlo, tales como: desarme de los delincuentes,
presidio correccional para la reinserción en la sociedad de aquellos que sean
candidatos a ello, vigilancia preventiva, erradicación de la pobreza, educación
instrumental y en valores, depuración de los órganos de seguridad corruptos,
combate del narcotráfico, y un largo etcétera. La gran incógnita para el
ciudadano común es: sabiendo lo que hay que hacer, ¿por qué no se hace?
El peor daño es el asesinato, que ya es un
hecho común en nuestra sociedad. En Venezuela es asesinada una persona cada 35
minutos, para totalizar unos 15.000 muertos por asesinato cada año. Más bajas por
hora que muchos conflictos bélicos, ¡qué eficiencia! Y nadie hace nada. El robo
es el pan nuestro de cada día. No conozco a nadie, absolutamente a nadie, que
no haya sido víctima del robo, generalmente por vía del atraco. Y nadie hace nada. ¿Cómo es posible que para
hacer esta película hayan tenido que pedirle permiso al criminal mayor de la
favela? ¿Dónde están las autoridades que permiten ese estado de cosas?
Hay algunos inconvenientes que, ciertamente, paralizan las
acciones conducentes a eliminar este nefasto fenómeno social. Una de ellas es
la incompetencia técnica de los gobiernos para aplicar las leyes y castigar a
los delincuentes, o evitar que éstos delincan. Poca dotación a los organismos
de seguridad, y poca formación y exigencias a su personal son ejemplos de esa
incapacidad. La impunidad le permite al hampa desempeñar todas sus actividades,
con muchas menos trabas que las que tienen los negocios legales. ¿Temen que no
haya impunidad quienes deben aplicar la ley, para que también la haya cuando les
toque a ellos dar cuenta de sus actos? Otra cosa es la incompetencia
administrativa de los gobiernos (por llamarla de esa manera); lo que en
realidad se denomina corrupción, producto de los bajos principios morales que tienen
los que ejercen el poder, los cuales incluyen antivalores. Por otra parte,
parece haber un interés subrepticio en las altas esferas del poder, porque la
situación realmente no mejore. Hay sistemas y negocios que viven de ese caos:
todos los negocios que tienen que ver con la (in)seguridad y vigilancia, los
que dotan a los organismos de los insumos (armas, equipos diversos), el negocio
de las armas y municiones, las funerarias, los jueces y demás autoridades
corruptas que viven de los pagos del hampa, el narcotráfico,… La aparente
contradicción entre el hecho de que los organismos no poseen equipos (armas y
demás) y que hay un interés por mantener ese negocio no es tal, pues los recursos –cuando
se asignan- se desvían de múltiples maneras; una de ellas se ve en esta
película: los policías dotan de armas a los hampones. ¿Qué se puede hacer para
combatir el crimen cuando la mayoría de los que deben hacerlo son criminales?
Finalmente, lo más triste: prácticamente toda
la sociedad está corrompida. ¿No es disfuncional una sociedad en la que los
niños de clase media deben cuidar sus útiles escolares en la escuela para que
no sean robados por otros niños, o por los maestros, o por otras personas que
están en el instituto educativo? La clase media también roba. De la clase alta
sabemos -desde siempre- que una buena cantidad de ella debe su riqueza al robo,
a la explotación de otros y a los negocios turbios. Es un círculo vicioso, tal
como lo expresa el lema de este filme, que costará un mundo convertir en
círculo virtuoso.
Al hablarnos del mundo de la favela, Fernando Meirelles ha abordado
todos éstos álgidos temas. Cruda realidad que algún día Latinoamérica debe
superar, so pena de quedarse en las tinieblas.
A todo el mundo le encanta esta película pero a mi no me acabó de convencer... a los mejor estaba en un mal día! La tendré que revisar pronto! Un saludo.
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