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07 octubre 2012

Marty – Delbert Mann (1955)


Imagen del póster en IMDb.

Los feos y tímidos también merecen el amor


Vi Marty justamente el día en que falleció su protagonista, el inolvidable y prolífico Ernest Borgnine. Pocas horas luego de verla me enteré de su fallecimiento, a los 95 años de edad. Marty es una película sin grandes pretensiones que, sin embargo, está muy bien realizada. No es por otra cosa que recibió innumerables premios en su época, en diversas categorías. Cuenta la historia de un tímido, optimista y casero carnicero que, a pesar de sus treinta y tantos años de edad, no ha logrado consolidar su vida sentimental, a pesar de que sus hermanos sí lo han hecho. Vive con su madre, quien intenta controlarle su vida. Aparece luego la insípida y joven docente Clara (Betsy Blair), igualmente tímida, sola y con una existencia amorosa vacía. Cada oveja con su pareja y ambos se enamoran, contra el viento y la marea que proporcionan la madre y los amigos de él. Éstos últimos por parecerles muy poco agraciada la muchacha; quien por entonces era la esposa del galán Gene Kelly en la llamada vida real. La madre, por lo que toda madre: ella no lo merece.

No podemos pasar por alto la cultura en la que Marty está inmerso: hijo de emigrantes italianos (al igual que Borgnine en la vida real), y con las limitaciones sociales que ese tipo de crianza le han impuesto: una moral rígida, que puede constituir un handicap para que él logre la satisfacción en el plano sentimental, en la que la aceptación de la pareja por parte de su madre es pilar fundamental para que la relación sea exitosa. Si bien podemos justificar su buena actuación en esta película debido a la afinidad entre el rol y su condición real, lo cierto es que fue una de sus mejores actuaciones.

Los realizadores quisieron hacer una película en la que la pareja romántica no fuese interpretada por estrellas con un físico impresionante, sino cuya apariencia fuese como la de los demás mortales que no son (somos) sex symbols. En este sentido lograron su cometido. No constituye un gran clásico del cine, pero es una película decente, que se deja ver, y cuenta con una extraordinaria actuación de Ernest Borgnine y una gran fotografía en blanco y negro.


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