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27 diciembre 2013

Ben-Hur - William Wyler (1959)



Que Dios me conceda venganza. Oro porque vivas hasta que yo regrese.
Le dijo Judá Ben-Hur a Messala


Esta monumental película, la tercera versión de Ben-Hur, es muy propicia para verla en estos días de abultada religiosidad, cuando todos los medios nos recuerdan historias cristianas, y nosotros aceptamos ver diversas películas para comparar diversas versiones y visiones sobre este tema, amén de los reportajes televisivos de History o NatGeo sobre el mismo. A pesar de que su subtítulo es «Un cuento de Cristo», Ben-Hur no versa sobre la vida de Jesús, pero se desarrolla en la época en la que el Rey de los judíos predicaba en Judea. Está incluida en el Registro Fílmico Nacional de la Biblioteca del Congreso de EUA por su gran importancia. Esta producción recibió nada menos que 11 premios Óscar y mantuvo ese récord hasta que fue igualado por Titanic en 1997 y luego por El señor de los anillos - el retorno del Rey en 2003. También presentó innovaciones tecnológicas en la cinematografía y en detalles del montaje. Su duración es de tres horas y media y su sitio web es http://benhurmovie.com/, donde se puede ver el tráiler en alta definición (en inglés).

Judá, noble judío, y Messala, romano, fueron amigos cuando niños. Messala alcanza autoridad con el tiempo y le pide a Judá información sobre los revoltosos judíos, que mantienen en vilo los territorios de Judea. Este se niega y luego, al ocurrir un accidente, Messala envía a Judá a las galeras y encierra a su madre y a su hermana en un pestilente calabozo, del que saldrán leprosas. En un accidente de la nave donde Judá era galeote, este salva a un cónsul romano, quien, en agradecimiento, lo adopta y lo lleva a Roma, en donde Judá logra una categoría similar a la de un ciudadano romano. Pero Judá desea fervientemente regresar a su tierra. Al llegar, logrará vengarse de Messala en una de las mejores escenas del cine: la épica carrera de carros tirados por 4 caballos (cuadriga). Escena no superada -a mi juicio, y con todo el respeto por Ridley Scott- por la también excelente escena en el Coliseo en la película Gladiador. La hermana de Judá, así como su madre, son milagrosamente curadas por Cristo, a quien Judá le ofreció agua en su calvario, tal como Cristo se la había ofrecido cuando Judá era conducido a las galeras como esclavo. Finalmente, Judá se convierte al Cristianismo. Su argumento detallado, así como numerosos datos sobre su rodaje, se pueden ver en este enlace en español, y en este en inglés, contentivo de más información.




Es la historia de una amistad que se transmuta en enemistad dentro de un contexto que tiene como fondo un problema político, afectado por la religión: el surgimiento del Cristianismo. Si bien el pathos del espectador hace que se incline su simpatía por el personaje agraviado: Judá, en una interpretación más fría se puede apreciar que no es totalmente culpa de Messala que ocurran los desafortunados acontecimientos posteriores. Messala rompe la amistad ante la negativa de Judá de ofrecer información sobre la revuelta; directamente relacionada con Jesús de Nazareth, obviamente. El accidente posterior enciende la ira de Messala, quien termina por encadenar a Judá y a los suyos. Si Judá no hubiese reaccionado con una vehemente negativa a tal solicitud, Messala no hubiera descargado su enojo contra ellos. Judá pudo haber recurrido a la mentira piadosa, a no suministrar información exacta o a otro efugio similar, y las consecuencias hubiesen sido distintas. Por otra parte, la respuesta de Messala es totalmente desproporcionada. Pero estos supuestos serían parte de otro argumento. Si le aplicáramos un criterio kantiano, Judá estaba en la obligación de contestar con la verdad a la inquisitoria de un oficial del gobierno. Pero no quiso poner en peligro a gente de su pueblo, y tampoco quería ser deshonesto mintiendo. Fue una dura prueba para la ética de Judá la diatriba entre ayudar a Messala por amistad o no ayudarlo por proteger a su pueblo. ¿Qué haría usted?

La historia de Judá y Messala, por otra parte, muestra cierto paralelismo con la historia del Cristianismo y su relación con el Imperio Romano. Amigos al principio, luego castigado el judío por el romano y finalmente imponiéndose el judío al romano. Si bien el Cristianismo y el Imperio Romano no fueron precisamente amigos al principio, al menos no se molestaban uno al otro. Esto hace recordar las dificultades, mencionadas por autores del siglo XVIII, sobre profesar más de un culto en una sociedad. Una de las disquisiciones más preclaras sobre ello es la del genial Rousseau en El contrato social[1]; si bien Rousseau no acepta injerencia de religión alguna en el cuerpo político, por considerarlas que constituyen una especie de Estado paralelo. Algo en lo que es muy fácil estar de acuerdo. Sin embargo, las nuevas tesis relativas a la exégesis de la caída del Imperio Romano no señalan al Cristianismo como causa principal (algo que sí lo aseguró, también en el s. XVIII, el célebre historiador Edward Gibbon); en su lugar hay un cúmulo de causas probables que, aunadas, dieron al traste con el magnificente imperio[2]. Algunos autores desprecian por completo la influencia del Cristianismo en tan desdichado evento. Particularmente opino que sí tuvo influencia en dicha caída. ¿Quién puede garantizar que los estudios realizados recientemente no se han sesgado para exculpar a la Iglesia, única institución sobreviviente del funesto suceso?




Desde el punto de vista cinematográfico es una de esas películas que podríamos calificar de «perfecta», o «casi perfecta». La puesta en escena, la fotografía, la música, el vestuario, las actuaciones, la escenografía, la dirección, todo es impecable. Ya eso la hace merecedora del visionado de cualquier afecto al cinematógrafo[3], independientemente de otras consideraciones. Las actuaciones de sus protagonistas principales: el gran actor Charlton Heston como Judá Ben-Hur (en una de sus mejores interpretaciones) y Stephen Boyd[4] como Messala, son la guinda que corona este extraordinario filme del gran cineasta William Wyler. Producción imprescindible del acervo cinematográfico mundial.


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[1] Específicamente en el capítulo VIII del libro IV de la citada obra. Leer en línea. Descargar.
[2] Para indagar sobre la caída del Imperio Romano, visite los sitios web:
[3] No se le da aquí a «cinematógrafo» el sentido que le daba Robert Bresson al término. Se ha empleado como sinónimo de cinema, de cine en su acepción común.
[4] El segundo actor en realidad es Jack Hawkins, pero la regia interpretación de Messala, a cargo de Boyd, hace de este el verdadero coprotagonista del film.


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