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20 octubre 2020

En presencia de un payaso - Ingmar Bergman (1997)


Imagen del póster en IMDb.

¿Crees que he trabajado duro todos estos años para decir lo mismo y no haber cambiado? (1)


El octavo sello o El séptimo sello II

En presencia de un payaso (In the Presence of a Clown en inglés, Larmar och gör sig till en sueco) es un filme para televisión que realizó Ingmar Bergman cuando estaba a punto de ser octogenario; es decir, en la senectud. Volvió a realizar el guion y la dirección de su gran película El séptimo sello, no con la visión de la vida, la experiencia, la vitalidad de un hombre de 39 años; mas con la sabiduría y el sosiego de uno de 79. Son nada menos que 40 años de diferencia. El argumento detallado se puede consultar en este enlace o en (2).


La muerte y Antonius Block (Max von Sydow)
Visión intelectual. Imagen tomada de IMDb.


El rostro más terreno y tormentoso de la muerte en
Gritos y susurros (gran actuación de Harriet Andersson).
Visión terrenal. Imagen tomada de IMDb.


La muerte y Carl Åkerblom (Börje Ahlstedt).
Visión espiritual. Imagen tomada de IMDb.


El joven Bergman personificó la muerte como un hombre circunspecto, vestido de negro; que le permite una licencia al caballero Antonius Block, que regresa cansado de las Cruzadas, para que consiga las respuestas a sus preguntas existenciales fundamentales antes de llevárselo al más allá, cuando concluyan la partida de ajedrez. Están en plena peste negra. El viejo Bergman personificó la muerte como una simpática mujer vestida de blanco, payasa y lujuriosa; que le permite una licencia a Carl Åkerblom para que desarrolle y ponga a prueba su exótico proyecto del cine parlante antes del cine sonoro; la «linterna mágica» que habla. También lo invitó a que se la fornicara. A Bergman le permitió filmar las películas que quiso (o que pudo) y realizar las obras de teatro que quiso (o que pudo); también escribir sus memorias, amar al tropel de mujeres que quiso (o que pudo), disfrutar de la música; en fin, vivir. La diferencia, tal como la de Foucault, es enorme. De una muerte lúgubre, sombría y enemiga, a la que es fácil odiar y difícil de tragar; pasó a una muerte dulce, juguetona, a la que acepta como fase ineludible de la vida. Como interludio, en Gritos y susurros, se nos presenta una muerte impía y dolorosa.


El teatro, presente en El séptimo sello.
Imagen tomada de IMDb.


El teatro, presente en En presencia de un payaso.
Imagen tomada de IMDb.


En ambas realizaciones figura en espacio relevante el teatro. Fue su mundo y a él le ha dedicado su obra. Cine, teatro, circo, música, literatura, arte; todo está ahí, tanto en El séptimo sello como en En presencia de un payaso. Pero mientras en El séptimo sello el teatro aparece tras bastidores; podría decirse que como elemento casi ornamental, con el solo fin del solaz de la existencia del Hombre y como actividad de los actores para ganarse la vida; en este filme es central, es parte de la subtrama y se funde en la misma trama, la atraviesa hasta llegar al alma del autor (de Bergman) como parte de su existencia; tal como nos anticipa el epígrafe de la película a través de unos versos del acto V de Macbeth (3):

La vida es tan solo una sombra que transcurre. Un pobre actor que, orgulloso, consume su turno sobre el escenario para jamás volver a ser oído. Es una historia contada por un necio. Llena de ruido y furia, que nada significa. 


La mujer y su regazo: fuente de consuelo para almas 
afligidas (4). Fotograma de El séptimo sello.
Imagen tomada de IMDb.


La mujer y su regazo: fuente de consuelo para almas 
afligidas. Fotograma de Gritos y susurros.
La llamada «La piedad de Bergman».
Imagen tomada de IMDb.


La mujer y su regazo: fuente de consuelo para almas 
afligidas (4). Fotograma de En presencia de un payaso.
Imagen tomada de IMDb.


La acción de su filme de 1957 transcurre en la baja Edad Media, época que colmó las discusiones y las sesudas disquisiciones sobre la existencia de un Dios que nunca se comunicó con su creación elegida; al que el director le reclamó su silencio en varias películas. También es la edad media del hombre, del adulto que hace la película. En el remake de 1997, es una época más reciente, inicios del siglo XX, tal como se indica al comienzo del filme (Hospital de Upsala, 1925). Upsala, su ciudad natal. Tanto el hombre (Bergman) como el Hombre están en una etapa más avanzada; la angustia sobre la existencia de Dios y el papel de la religión en ello ha sido superada y el trasfondo es el quehacer terrenal de Carl: inventar un nuevo lenguaje fílmico y darlo a conocer; si se interrumpe (como por el fuego en el proyector, por ejemplo), se regresa a los orígenes, al teatro, con tal de que continúe el show.


La religión es otro asunto presente en ambos filmes.
En particular los símbolos cristianos.
Imagen tomada de IMDb.


La religión es otro asunto presente en ambos filmes.
(Aquí la cruz está en la sombra de los travesaños
de la ventana). Imagen tomada de IMDb.


Si en El séptimo sello se pretende plantear las grandes preguntas, las trascendentales; en este filme postrero, el cineasta ha llegado a algunas respuestas; aquellas a las que nos es permitido acercarnos a nosotros, criaturas mortales y de entendimiento muy limitado. Las otras seguirán siendo ignotas, seguirán siendo preguntas. En el ínterin, solo queda hacer lo que hay que hacer: amar a las mujeres; hacer cine y teatro; escribir un libro; oír música; vivir, como se dijo antes. Es decir, «cuidar nuestra huerta», como diría Cándido después de querer arreglar el mundo. Para ello, el individuo debe ejercer el inalienable derecho de ser libre, como el profesor Vogler llega a decir: «La libertad es la característica más elevada del espíritu humano, la fuente primera de lo divino y la verdadera inmortalidad de la vida».


La escena de los guerreros comiendo fresas con leche
junto a los actores es inolvidable; de una belleza sublime.
Una de las más hermosas del cine.
Imagen tomada de IMDb.


Al igual que otros filmes de Bergman, están muy cuidados los detalles. Las actuaciones son excelentes, en particular las de los veteranos Erland Josephson y Börje Ahlstedt, sin que las otras desmerezcan. La historia, un poco enrevesada, da cuenta del talento del guionista. Lo único que se le podría criticar es la fotografía; muy buena, pero es para televisión; de haber sido para cine hubiese sido una mejor película. Pero, en fin, Bergman trabajó para teatro, cine y televisión.


Fantasmagórica aparición de la muerte,
con una manzana roja.
Imagen tomada de IMDb.


Se puede escarbar para obtener otras similitudes entre ambas cintas, otros símbolos, otros tópicos; por ejemplo, ¿por qué escogió Schubert?, ¿por qué una prostituta virgen? En el análisis que hacen en este enlace se pueden obtener claves relativas a estas incógnitas.


Uno de los pocos cameos de Bergman en sus películas.
Aquí, a la derecha, en el manicomio.
Imagen tomada de IMDb.


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(1) En los últimos años del filósofo, los intérpretes de su obra intentaron ocuparse de los problemas presentados por el hecho de que el último Foucault parecía en conflicto con su trabajo anterior. Cuando se le planteó esta cuestión durante una entrevista en 1982, Foucault señaló: «Cuando la gente dice: "Bueno, usted pensaba esto hace unos años y ahora dice otra cosa", mi respuesta es… [risas]: "Bueno, ¿crees que he trabajado duro todos estos años para decir lo mismo y no haber cambiado?"». Tomado de Wikipedia.
(2) Suecia, 1925. El inventor Carl Åkerblom (54) ha ingresado al centro siquiátrico Akademiska, en Upsala, a causa de una crisis nerviosa después de haber intentado matar a golpes a su mujer, Pauline Thibault (Marie Richardson). Una noche, recibe la visita de una espectral payasa. Carl es un obsesionado de Schubert y tiene en mente un novedoso proyecto cinematográfico (un filme con voces en vivo en la época del cine mudo que hable sobre el compositor). Al ingresar otro paciente, el profesor de exégesis Osvald Vogler (Erland Josephson), Carl lo entusiasma con su proyecto y con este, y sus mujeres, trabaja para llevarlo a cabo. La acaudalada esposa del profesor, Karin Bergman (Pernilla August) financia el delirante proyecto; que estrenan en un pequeño poblado sueco, al que asisten solo una decena de espectadores en una fría noche de invierno.
(3) La traducción de Menéndez y Pelayo, disponible en Wikipedia, dice: «¿Qué es la vida sino una sombra, un histrion que pasa por el teatro, y á quien se olvida después, ó la vana y ruidosa fábula de un necio?» [sic].
(4) Estas escenas recuerdan a la célebre «piedad de Bergman» de Gritos y susurros. La mujer siempre ha sido la que ofrece su regazo para el cobijo de las almas compungidas, tal como lo ofrece al feto antes de ser madre.


Este globo de decoración aparece en varios filmes
de Bergman; en Saraband, en este y en...
Imagen tomada de IMDb.


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Reseña en Wikipedia en inglés:
Un análisis muy interesante sobre este filme, desde una perspectiva sicológica, en el siguiente enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=aHsOirZ8yp4


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