Imagen del póster en IMDb.
Parece ser que todo se paga en esta vida.
Última película de Ingmar Bergman. Tal como comenté en la entrada correspondiente a Secretos de un matrimonio, Bergman hizo algo parecido a lo que Claude Lelouch hizo con Un hombre y una mujer (1966): treinta años después, continuó la historia; por no decir que la concluyó; que, debido a su muerte, así es. Otra gran película del cineasta nacido en Upsala.
A Marianne (Liv Ullmann) se le ocurre visitar a quien fue su esposo, Johan (Erland Josephson), con el que no tiene contacto desde hace treinta años. Él está retirado porque heredó una fortuna de una tía. Cerca de su idílico hogar vive un hijo que tuvo en su primer matrimonio, Henrik (Börje Ahlstedt), y la hija de este, Karin (Julia Dufvenius). La esposa de Henrik (Anna) murió hace dos años y ahora él cría a su joven hija (tiene 19 años), a la que instruye en la ejecución del cello. Henrik es un hombre inseguro, pusilánime; gracias al vil trato que Johan tuvo con él desde niño; lo desprecia, al punto que le desea la muerte. Es un caso de efecto Pigmalión de manual. Karin tiene potencial, pero su padre la retiene y no le permite explotarlo; pero sí cuenta con el cariño del abuelo. Johan no quería que Marianne se presentase en su casa; pero ya que ella no le hizo caso, la atiende con cierta cortesía. Ella estará ahí varias semanas. El panorama con el que Marianne se encuentra es el descrito antes: una familia disfuncional, en la que padre e hijo se odian y la nieta está en el centro de esa enredada madeja de tensiones. La criatura se consuela con la llegada de Marianne. También Henrik se desahoga con ella. Y lo mismo Johan. Marianne ha sido el vertedero de las penurias que anidan en esa familia, que incluye un intento de suicidio de Henrik.
A estas alturas de la vida, Marianne y Johan han dejado de ser el centro de gravedad de la familia; son seres periféricos (jarrones chinos, Felipe González dixit) cuyo apoyo moral (y económico) es aún necesario pero cuyas existencias no son tan vitales como para que orbite alrededor de ellos el acontecer y las decisiones de los miembros más jóvenes de la familia, en especial de la joven Karin. Johan, cuyas indecisiones y flaquezas definieron el curso de las vidas de quienes lo rodearon, es nocivo, vil; no se soporta a sí mismo. Su toxicidad le pasa factura, pues también él acude al consuelo y apoyo moral de Marianne; que parece ser la única fuerte entre ellos.
Al igual que Secretos de un matrimonio, este filme (también para televisión) se divide en capítulos: Marianne muestra sus fotografías; Marianne pone en práctica su plan; Ahora ha pasado casi una semana; Acerca de Anna [la estoica esposa de Henrik]; Unas semanas después, Henrik visita a su padre; Bach; Una oferta; Carta de Anna; Zarabanda; Crucial; Hora del lobo y Epílogo. En el Epílogo, Marianne, de nuevo frente a sus fotografías, nos cuenta que Karin se fue a estudiar música lejos del padre; que en su siguiente visita a Martha (una hija recluida por una enfermedad mental), fue la primera vez que al tocarla la sintió de verdad. También nos cuenta que Johan no le ha contestado las cartas; se ha hundido de nuevo en su silencio. Como si se tratase de un agujero negro en el ocaso de su perniciosa existencia.
Marianne visitando a su hija Martha.
Imagen tomada de IMDb.
El octogenario Bergman, en su último filme retoma las relaciones entre los integrantes de una familia como tema medular sobre el que apuntar sus reflexiones. El aquí, el ahora, el nosotros, el amor, la juventud, la vida, la vejez, la muerte.
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Reseña en Wikipedia:
Ficha en IMDb: https://www.imdb.com/title/tt0299478
Ficha en Filmaffinity: https://www.filmaffinity.com/es/film688648.html
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