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22 diciembre 2020

La condición humana III - Masaki Kobayashi (1961)


Imagen del póster en IMDb.

La condición humana: La gran trilogía de Kobayashi.


Al igual que la Trilogía de Apu, de Satyajit Ray (que trata de la vida de Apu), La condición humana es un tríptico de Masaki Kobayashi en el que narra parte de la vida de Kaji, un joven humanista, pacifista y socialista, durante la II Guerra Mundial. La monumental trilogía está basada en la novela autobiográfica homónima de Junpei Gomikawa (no confundir con La condición humana de André Malraux). Constituye un gran fresco del absurdo de la II Guerra Mundial y de la transformación de un individuo inmerso en tan abstracta e irracional guerra. Es una mirada introspectiva del Japón hacia sí mismo, a propósito del conflicto bélico. En el camino, se examinan otros tópicos propios de la condición humana. Quizás más exacto hubiera sido referirse al comportamiento humano en lugar de la condición humana; pero eso formaría parte de otro análisis; podemos considerar que el término es correcto.

Cada una de las películas de La condición humana (Ningen no jôken en japonés transliterado; 人間の條件 en japonés), dura al menos tres horas, sumando casi diez horas las tres; cada una se divide en dos partes, lo que totaliza seis partes. Podrían haber sido un poco más cortas sin detrimento importante del contenido. Los títulos de los tres filmes son los siguientes:

La condición humana III: La plegaria del soldado.

Pese a enarbolar valores, hoy comunes, relativos a los derechos humanos y al trato fraternal y amable entre las personas (lo cual es bueno, claro), a pesar de las diferencias de jerarquía; la trilogía es parte de la propaganda política subliminal, tal como El acorazado Potemkin: en la historia, los que son buenos son comunistas o socialistas y los malos son los que no son comunistas o socialistas. La Historia ha demostrado que los gobiernos de extrema derecha son funestos; y los de extrema izquierda lo son aún mucho más (ya lo había anticipado Aristóteles cuando sentenció que una virtud moral es mejor en tanto en cuanto esté alejada de los dos extremos, menos deseables; vamos, que ni tan calvo ni con dos pelucas). Kobayashi murió en 1996, después que cayó la Cortina de Hierro; de manera que es seguro que habrá confirmado, en vida, que el sistema genocida de la URSS, con el que simpatizaba, fue —además de criminal— un rotundo fraude. No hacía falta visitar un gulag para llegar a esa conclusión.


La condición humana III: La plegaria del soldado.

En la tercera película de la trilogía, Kaji (Tatsuya Nakadai) huye del campo de batalla, asolado por los rusos, con dos compañeros. Él es el más determinado de los tres, así que fungirá de líder, a pesar de que uno de los otros tiene mayor rango militar. No quieren regresar a las filas de su ejército, así que vagan por la sabana y la selva y se encuentran con un grupo de civiles. Estos se incorporan con los soldados, en quienes depositan su fe para que dirijan al grupo. Los civiles van muriendo por el camino; algunos se suicidan, otros comen hongos venenosos. La única civil que queda es una prostituta que los acompaña hasta que se encuentran con otro grupo de desertores japoneses; estos la violan y la entregan a los rusos. Kaji va sumando soldados a su contingente, y se dirigen siempre hacia el sur. Más adelante se consiguen con otros soldados que están esperando la acción para pelear, pero Kaji y su gente están hartos de la guerra; de manera que se separan.

Kaji y los suyos llegan a una aldea de chinos, donde hay muchas mujeres y se alojan ahí. Sus soldados duermen con las mujeres y obtienen comida a cambio de protección que le dan a las mujeres para robar un huerto cercano; pero la aldea es visitada por los soldados del ejército rojo. Para evitar una catástrofe, la mujer líder sale histérica a evitar que los japoneses le hagan una emboscada a los rusos. Así, Kaji y sus hombres se entregan a los soviéticos. Ahora, como prisionero de guerra, sufrirá las mismas humillaciones y los maltratos a los que sometían a los presos chinos en la mina de la primera película. Kaji apoya el sabotaje entre los prisioneros (incentiva el que se hagan pasar por enfermos para no trabajar) y las autoridades soviéticas no lo toleran. Lo envían a la construcción de una vía férrea y, mientras tanto, su protegido, el joven Terada, muere por abusos de otro japonés, Kirihara. Cansado de la vida que ha llevado en la milicia y luego como prisionero de guerra, huye del campo después de matar a Kirihara. Es tratado como mendigo (pues viste de forma andrajosa). Termina delirando con su reencuentro con su esposa, Michiko (Michiyo Aratama), y cae en un campo nevado.



Kaji con la mujer china líder en una aldea en la que
se alojan y comen. Ella evita una matanza entre
rusos y japoneses. Imagen tomada de IMDb.


El proceso de deshumanización de Kaji, que comenzó en la segunda película, estando él en el ejército; se acentúa a lo largo de este filme. La indolencia aséptica de Kaji va ocupando los espacios en que antes plenaba la camaradería y el respeto. Poco a poco, el individuo va adaptándose al medio y, de manera simultánea, abandonando sus valores y principios que lo hacían singular, respetable y generoso. Al comienzo del filme, debe matar a un soldado ruso. Tiene algún trauma con ello, reflexiona con esa contradicción interna, pero al final de la película su indolencia e indiferencia es casi total. Ya no es ni la sombra del Kaji que vimos en las primeras escenas de la primera película. Su degradación ha sido máxima. Quizás por ello (aparte de las exigencias de la lógica del guion) no se encuentra con la esposa en esta tercera película. Trata con gentileza a las mujeres con las que interactúa en su camino, pero Michiko no reconocería en él a su esposo original.


Kaji al final, delirando con Michiko. 
Imagen tomada de IMDb.


Lástima que esta sea aún más propagandística que las otras dos. En esta, la propaganda pro comunista es descarada. En lo que refiere a este respecto, la trilogía no es más que otra película del mismo talante que El triunfo de la voluntad. Tiene la bondad de que cuenta una historia en la que se describen muchas situaciones que permiten la crítica de numerosos problemas sociales, políticos, militares y bélicos de entonces (haciendo hincapié en los aspectos de la cultura japonesa); así como la transformación del individuo que quería reformar el mundo en la película primera al indigente derrotado por el implacable sistema, que no solo no dejó que Kaji lo transformase, sino que lo destruyó a él(1).

Una gran épica que, sin llegar a ser una obra maestra como dicen algunos críticos, es un gran filme (los tres lo son). Es una pena que haya sido para respaldar una filosofía política fracasada y genocida. Omitiendo este desagradable hecho; tiene tela que cortar en lo que refiere a las diversas críticas que hace y, en especial, a la transformación del protagonista, que evoluciona desde el idealista Kaji del comienzo (que quería cambiar el mundo) al desgraciado Kaji del final (que ha sido convertido en una escoria por el sistema).


Otro póster del filme, tomado de IMDb.


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(1) El sistema que lo destruyó bien pudo haber sido cualquiera, tanto de «derecha» como de «izquierda»; en ninguno de los dos hay sitio para alguien contestatario como el Kaji del primer filme.
Para muestra del nivel propagandístico (lamentablemente propagandístico) del filme, a seguir algunas frases de los diálogos:
—No puedo creerlo. El ejército rojo no violaría...
[Dice, incrédulo, Kaji].
—Solo a las mujeres japonesas. Ver las carabanas de prisioneros es un espectáculo atroz.
[Le contesta el colocutor].
—Hay truhanes aún en el ejército rojo. Aún cuando haya decenas o centenares, los restantes millones vuelven útil la tarea del ejército de los obreros. Es un error de un período transitorio, un error que pronto se corregirá.
—El ejército rojo debe ser diferente del ejército norteamericano, japonés o del nazi.
[Reflexiones de Kaji en voz alta; se entiende que el ejército debe ser «bueno», mientras los ejércitos norteamericano, japonés y nazi son «malos»].
—Hechos menores ignorados por la historia pueden ser importantes para los individuos. El que ha visto esos errores no puede quitárselos de su memoria.
—La sangre del odio continuará brotando de las heridas, alimentando una desconfianza imborrable.
¿Cómo explicar a la humanidad este insulto irreparable?
[Frases de Kaji, pretendiendo explicar (¿absolver?) los desmanes soviéticos].

Al final, Kaji se decepciona del sistema soviético. Tan es así que huye del gulag. Quizás Kobayashi también; por eso es «la condición humana»; si no, sería la condición del capitalismo o del liberalismo. La alienación y los abusos de poder se registran en ambos sistemas. Ya está sobradamente demostrado que el menos malo es el liberalismo. Ahora bien, ¿por qué sigue habiendo seguidores y simpatizantes del comunismo?

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Artículo en Wikipedia:


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