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07 enero 2021

La quema de Judas - Román Chalbaud (1974)


Imagen del póster en IMDb.

Ídolos de barro

El policía Jesús María Carmona (Miguel Ángel Landa) muere durante la balacera de un atraco a un banco por parte de terroristas. El doctor Gregorio Herrera (Claudio Brook), un influyente funcionario del Estado, organiza las honrosas exequias del policía abatido durante su deber; en un esfuerzo por llamar la atención sobre un grave problema que arrastra la sociedad: el asesinato de policías. Durante su visita a la casa de Carmona, donde se velarán sus restos, Herrera descubre una habitación llena de electrodomésticos. Entre las pertenencias de Carmona, que Herrera le entrega a su madre doña Santísima Carmona (María Teresa Acosta), se encuentra su billetera, que porta 2100 bolívares; una gran cantidad de dinero si se tiene en cuenta que el sueldo de un policía era menor de 1000 bolívares mensuales para la época. Estos detalles despiertan la suspicacia del doctor Herrera y este ordena investigar a Carmona. Aunque para algunos era un santo; para otros, que guardaban silencio, no era tal.

El pasado de Jesús Carmona nos llega por dos vías: los recuerdos (en flashbacks) de los personajes que visitan su velatorio y la investigación que ordena Herrera. Carmona, quien tenía antecedentes penales, había ingresado a la policía para facilitar una operación planificada por un jerarca del crimen organizado, un ladrón de «cuello blanco» amigo de los gobernantes: atracar el banco en el que estaba destacado. Se les adelantaron los terroristas y, en el intercambio de balas, él resultó muerto. Herrera, al descubrir la verdad, pretende paralizar los actos del protocolo apologético para el entierro de Carmona, pero le advierte del inconveniente otro funcionario, don Alfonso (Rafael Briceño): ya no se puede hacer nada, la mentira ha sido instaurada en todo el pais. Lo hicieron héroe antes de tiempo. Durante la siguiente Semana Santa, los vecinos de los Carmona queman la imagen de un policía durante la tradicional quema de Judas.


Yo ya no sé quién es delincuente en este país.
Le dice el doctor Herrera a don Alfonso.
[No se preocupe, doctor Herrera, que nadie lo sabe; piensa un espectador].

El error de Herrera es común. Han otorgado premios y se ha homenajeado a gente que no se lo ha merecido, y viceversa. Eso no es lo que el film plantea en primera instancia. Chalbaud, desde su primera película, siempre hizo denuncias sobre los males sociales a través de las historias que contó en ellas. La denuncia es sana, es necesaria, en particular en un régimen democrático; estas permiten el diagnóstico de los problemas y orientan para las actuaciones necesarias a objeto de corregir las fallas. Esa es la idea de las denuncias. Pero, ¿qué son si no se toman en cuenta?, ¿acaso horadan el sistema?

Los artistas e intelectuales, tanto de izquierda como de derecha, denunciaron hechos y perversiones del statu quo; la clase política, y los dirigentes directos e indirectos del país, desoyeron las advertencias que —vía denuncia explícita— circularon por doquier y fueron de conocimiento público y notorio. Veinticinco años después de realizarse este film, los ñángaras; que tanto defiende Chalbaud; tomaron el poder y, en un ejercicio de prestidigitación insólita e inédita, elevaron a niveles estratosféricos todos los vicios que anidaban en la sociedad y destruyeron el país, un país tan rico que parecía indestructible. Sí, si no se toman en cuenta las denuncias, estas coadyuvan a horadar el sistema; pero no son ellas las que destruyen al país, es la inacción, es el no corregir a tiempo los errores y las tropelías que exponen.

Desde el punto de vista técnico, la película es de nivel medio; quizás esté sobrevalorada en algunos portales de cine. A partir de esta película, las sucesivas producciones de Chalbaud se proyectaban a sala llena. Las actuaciones son correctas; destaca la de Arturo Calderón, que hace el papel de un lisiado que se desplaza sentado sobre un artefacto parecido a un gran patinete y que siempre responde a las preguntas de manera tan inteligente que no dice nada comprometedor. Otro elemento destacado es la música de Miguel Ángel Fuster, un compositor que, por aquéllos años, escribió para varias películas. Muchos de sus temas se oyeron por la radio a menudo.


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