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10 agosto 2021

Un verano con Mónica - Ingmar Bergman (1953)


Imagen del póster en IMDb.

La cruel realidad versus las ilusiones.


Monika (Harriet Andersson) y Harry (Lars Ekborg), dos jóvenes citadinos que son novios, tienen trabajos en los que no son muy apreciados. El día del aniversario de bodas de los padres de Monika, esta tiene una discusión con su padre ebrio y abandona el hogar; acude a Harry y él le facilita el bote de su padre para que duerma. Ella no quiere regresar a casa. Harto de su trabajo, Harry toma el bote y a Monika y se largan a visitar islas cercanas. Disfrutan del dolce far niente mientras transcurre un idílico verano. El día que Harry se entera de que Monika está embarazada, hacen dulces planes para llevar adelante la nueva familia. Pero todo tiene su fin; el hambre los obliga a robar y Monika está embarazada, de manera que ya es hora de regresar a la realidad. Se casan y la tía de Harry les ayuda con los quehaceres de la casa. El chico consigue un buen trabajo y, además, estudia para ser ingeniero; se esfuerza por un futuro mejor para su familia. Eso le quita tiempo para estar con su esposa; cada vez más amargada e irascible. Y no solo eso; sedienta por divertirse y pasarlo bien, en lugar de dedicarle a la maternidad, cruza la línea de la infidelidad. Luego sucede lo que en estos casos suele suceder.


La sensual Monika.
Imagen tomada de IMDb.


—¿Por qué algunos siempre se divierten y otros somos tan miserables?, pregunta Monika llorando.
—Nos tenemos el uno al otro, le contesta Harry.
Ella no contesta..., ¿será que eso no es suficiente? Este breve diálogo da las claves para lo que vendrá luego.

Lo que parece, al principio, una película convencional (demasiado convencional para ser de Bergman), sufre una metamorfosis progresiva y entra en barrena en el mundo del drama. Casi de la tragedia. Los jóvenes, llenos de ilusiones, no la diferenciaron de la realidad; al menos ella. La terca realidad, suele ser cruda y frontal, sin sesgos. Para llevar a cabo las acciones que conviertan la ilusión pensada a priori, hay que tener fuerza de voluntad y carácter, incluso hay que ser estoico. Monika carece de estas virtudes. Es un raro caso de una pareja en la que el hombre es más maduro que la mujer. Pero los hay.


Inolvidable y disruptiva mirada a cámara de Monika,
retando al espectador a que la censure.
Imagen tomada de IMDb.


Como siempre, la cinematografía es excelente, las interpretaciones también. Muy bien lograda la película; quizás la más comercial del cineasta sueco; debido, quizás, al famoso desnudo de la hermosa Harriet Andersson; la misma que interpretaría más adelante dos personajes de mujer enferma en películas de Bergman: uno en Como en un espejo y otro en Gritos y susurros; papeles en los que hace ostentación de sus grandes capacidades histriónicas, más allá de la belleza de su cuerpo.


Harry y su hija June, frente a la cristalería
donde trabajaba al conocer a Monika.
Imagen tomada de IMDb.


Por cierto, en la película se puede apreciar el mundo real de la Estocolmo de entonces; sin trucos ni ambientaciones artificiales (no es la única en la que esto se aprecia). Tan avanzado que se nos muestra hoy en día era, sin embargo, pueblerino y atrasado como los demás hace setenta años. Con razón el desnudo fue todo un suceso. Otros nombres del filme: Summer with Monika en inglés y Sommaren med Monika en sueco.


Imagen del póster en Filmaffinity.


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Reseña en Wikipedia:


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