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14 enero 2022

La tumba de las luciérnagas - Isao Takahata (1988) / Tōya Satō (2005) / Tarō Hyūgaji (2008)


Imagen del póster de la versión 
de 1988 en IMDb.


Versión animada de 1988

Desgarradora.


«21 de septiembre de 1945. Esa fue la noche en que morí». El film comienza así, con esta frase de Seita, un adolescente de unos catorce años. Luego se ve su cuerpo yaciendo en el piso de la estación de trenes de Kōbe. Un empleado de limpieza ve el cadáver del niño y revisa una lata de caramelos que tenía. La arroja lejos y de ella salen las cenizas de Setsuko, la hermanita de Seita que murió unas semanas antes. Un enjambre de luciérnagas danza alrededor de la lata y emerge el espíritu de Setsuko, al que se le une el de Seita. Ambas ánimas toman un tren.


Las dos almas de los infantes se encuentran. Él le da la caja de
caramelos a su hermanita. Cientos de luciérnagas bañan el ambiente.


El film retrocede siete meses, cuando un bombardeo amenazó la ciudad. Seita está enterrando una gran vasija con víveres en el jardín de la casa. La madre de los niños sale hacia el refugio antiaéreo, adonde deben ir todos los ciudadanos; ellos la alcanzarán después. No podrán llegar al refugio, pues el tumulto de bombas y gente corriendo en todas direcciones se lo impedirán. Se guarecen en una alcantarilla. Al asomarse por una loma, luego de terminar la lluvia de bombas, advierten que parte de la ciudad ha sido aniquilada. Prosiguen su camino y llegan a una escuela convertida en hospital de guerra. Ahí está la madre muy malherida. El padre de Setsuko y Seita es un capitán de navío y está en pleno combate, ignorante de la suerte de su familia.


En medio de la más grande penuria hubo algunos momentos
gratos, como este en la playa.


Al día siguiente la madre muere y van a la casa de una tía, hermana de su padre, la única familiar de la que conocen su dirección. La tía los recibe con amabilidad; al comienzo les ofrece comida y cobijo; Seita busca la vasija con víveres que enterró en su casa y la comparte con su tía, pero las raciones de víveres se van reduciendo a medida que pasa el tiempo; los comentarios de la tía, de sutiles indirectas cambian de cara por afrentas despóticas y los dos niños terminan por irse de esa casa; es insostenible su permanencia allí. Se alojan en un pequeño refugio abandonado, cercano a la orilla de un río. Las condiciones de subsistencia son cada vez más precarias. Seita aprovecha de robar comida cuando hay bombardeos y la gente corre a los refugios; roba a los campesinos también. El padre no contesta las cartas y, al final, Japón pierde la guerra y firma una rendición incondicional; dando a entender que el padre murió, pues dicen que toda la armada está hundida.


Comiendo en la entrada del refugio abandonado que tomaron
por hogar.


Setsuko enferma; su hermano la lleva a un médico y este le dice que es desnutrición. Seita no logra alimentar a su hermana y esta muere. Después muere él en la estación de tren. Es una historia tristísima, y lo es a pesar de que son dibujos animados; ese es el gran logro de quienes la hicieron. Está en las antípodas del distanciamiento brechtiano. La narrativa, si bien es lineal, se ve aderezada con oportunos flashbacks de la vida de Seita y Setsuko con sus padres y algunos momentos felices de los hermanos contemplando luciérnagas o divirtiéndose en la playa; pero estos momentos son cada vez menos frecuentes a medida que avanza la historia.


Setsuko tiene temor a la oscuridad, entonces Seita atrapa 
luciérnagas para iluminar el nuevo hogar.


Los personajes centrales tienen sus rasgos orientales atenuados; quizás con la intención de comercializar la película en occidente. Si no fue por eso, entonces tiene otra virtud: universaliza la historia quitándole la especificidad de que fueron personajes japoneses las víctimas de la guerra. En cualquier caso pareciera una ventaja en lugar de una desventaja.


Pero en la mañana, las luciérnagas amanecen muertas. Setsuko
hace una tumba para ellas, tal como la de su madre.


El director de esta magistral película, Isao Takahata, realizó un trabajo prodigioso al ensamblar el arte de un ejército de dibujantes y técnicos; solo el departamento de animación constaba de 132 personas(1). Los dibujos son precisos y tienen un realismo rara vez visto en animaciones; los gestos, las posturas, las entonaciones de voz de Seita y Setsuko (¡incluso en la versión doblada al español!) están realizadas con el mayor esmero. La música y el hilo narrativo terminan de sellar la historia trágica de estos dos infortunados personajes. El libro base, la novela homónima (y autobiográfica) de Akiyuki Nosaka, también aporta una buena dosis de excelencia a esta obra. Es una de las mejores películas animadas que se han realizado. Y también una de las que mejor describe la infeliz suerte de las personas víctimas de la guerra; en particular de los niños(2). A pesar de que el contexto de este filme es la guerra; la indolencia de la sociedad hacia Seita y Setsuko también se ve en épocas de paz. Esto es lo que, en particular, el cineasta quiso dejar por sentado. La película se convierte en un himno por la solidaridad, por la compasión hacia los más desafortunados(3). Es una de esas películas que debe ver cualquier cinéfilo.


Seita coloca en la urna de esterilla de Setsuko su muñeca, un kimono
y la caja de caramelos; que luego sacará para guardar en ella 
las cenizas de su hermanita.


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(1) Véase este enlace.
(2) Otra buena película animada sobre los desastres de la guerra es Vals con Bashir, pero el enfoque de esta apunta más al hecho bélico como tal; mientras que La tumba de las luciérnagas pone el acento en la pobreza de la solidaridad humana cuando es más requerida. Sus escenas de guerra son pocas, cortas y no muy violentas; al contrario que Vals con Bashir.
(3) Obviamente cuando los motivos para ello son sinceros, honestos; tal es el caso de Setsuko y Seita. Hoy en día, a veces es muy difícil para el ciudadano común diferenciar entre la verdadera necesidad de alguien que pide auxilio y las intenciones ocultas; tal como la mendicidad industrializada (o comercializada), descrita muy bien en películas como Filantropica (Nae Caranfil, 2002).

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La tumba de las luciérnagas; Grave of the fireflies; Tombstone of the fireflies; 火垂るの墓; Hotaru no haka.
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Artículo en Wikipedia:
Artículo en Wikipedia en inglés:


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Versión para TV de 2005


Imagen del póster de la versión 
de 2005 en IMDb.

Primer remake.


Conmemorando los sesenta años del fin de la II Guerra MundialTōya Satō dirigió un nuevo filme para televisión; por lo que la fotografía es característica de las películas para televisión, distinta de las de cine. Las diferencias con el animado de 1988 son notables. La primera es que no es de animación, son actores reales los que dan vida a los personajes. La otra gran diferencia es la historia, abultada una hora adicional con la intención de involucrar a las nuevas generaciones en un hecho que ya se antoja lejano, como fue la contienda bélica en la que Japón perdió... todo, casi que su dignidad. La reconstrucción de países como Japón o Alemania, grandes perdedores de esta guerra, no solo fue a costa de grandes dosis de trabajo arduo; también de sangre, sudor y lágrimas. La intención de este filme es, por ende, más ambiciosa que la del de 1988.


La luz del refugio abandonado es proporcionada por centenares
de luciérnagas (efecto de postproducción).


La historia de esta película comienza en 2005, año 60 del fin de la guerra. En un crematorio, presentan sus respetos a los restos de Hisako Sawano, la tía de Seita y Setsuko, que acaba de fallecer. Después, ya en casa, entre sus cosas, Keiko encuentra la caja metálica de caramelos. Keiko es la nieta adolescente de Natsu, la hija mayor de la difunta y prima de los infortunados hermanos. Natsu se conmueve al ver la caja y su nieta le pregunta por qué es tan importante. Entonces ella comienza a contar lo acontecido sesenta años antes.


Mientras Seita prepara comida para su hermana, ella fallece
por inanición. Muy buenas actuaciones las de ambos.


Los hechos comienzan en 1943, a diferencia de la versión de 1988. La tía de la pequeña Setsuko y de su hermano Seita es, en este relato, prima de la madre de ellos. La familia de la tía está formada por Hisaku y sus cuatro hijos; además de su cuñado (cojo de una pierna), que habita con ellos. La hija mayor, Natsu, es coetánea de Seita y, en cierta forma, hay atracción entre ellos. Hay otras diferencias entre ambas historias, algunas pequeñas; esta película se tomó más licencias que la versión de Takahata; pero quedó muy bien. Empero, no tiene tanto dramatismo como la versión animada; que es una obra maestra.


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Artículo en Wikipedia en inglés:


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Versión de 2008


Imagen del póster de la versión
de 2008 en IMDb.

Segundo remake.


Y tres años después, Tarō Hyūgaji dirigió el segundo remake de la exitosa historia de los niños japoneses desamparados durante la II Guerra Mundial. Esta versión se ciñe más a la historia original que la de 2005; es muy similar a la cinta de dibujos animados. Una de las diferencias más notables es que la niña, Setsuko, entierra a cada luciérnaga en su tumba, con su supuesto nombre; con lo que termina confeccionando un cementerio de luciérnagas, cada una con su lápida de madera en la que Seita escribe el nombre que le indica su hermanita.


Seita le lava el sarpullido a Setsuko en la playa. 


Debido a que las actuaciones y la narrativa per sé no son las mejores, esta versión es menos valorada que sus antecedentes en los portales de cine. Se nota, en algunas escenas, un esfuerzo por imprimirle algo de poesía al cuento; algún encanto, no que le dejase un sabor agradable, mas sí un toque de lirismo; pero no lo consigue. Quizás una buena versión de esta película podría hacerse en manos de un director como Katsuhito Ishii, que le cambió el rostro a El sabor del té, convirtiendo una historia anodina en una cinta simpática; pero no con el tamiz del humor o del surrealismo, pues no se trata de llevar la desgracia de Setsuko y Seita al terreno hilarante o desconcertante; sino trocarlo en un film con alguna carga poética, elegíaca. Esto lo consiguió la película de Takahata.


Decenas de lápidas de las luciérnagas. Al fondo, 
Seita contempla a su hermana por última vez.


Para el cinéfilo que quiera ver las tres, le es preferible ver las versiones de 2008, 2005 y 1988, en este orden. Si se trata de ver una sola, entonces debe visionar la de 1988.


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