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29 mayo 2020

Dios existe, su nombre es Petrunya - Teona Strugar Mitevska (2019)


Imagen del afiche en IMDb.

Alegato feminista contra el machismo eclesiástico.


En un pueblo macedonio se celebra todos los años un ritual entre los varones: un sacerdote ortodoxo lanza al río un crucifijo, el que lo rescate de las aguas tendrá un año de dicha y felicidad. Al cura se le cae antes de tiempo y, en esta ocasión, es una mujer, Petrunija (Zorica Nusheva), la que lo saca del agua, lo que crea un conflicto entre los participantes y la ganadora, pues el concurso es para hombres. Tanto la iglesia como la policía interceden para que la joven devuelva el crucifijo, pero ella se niega. Las razones de tradición eclesiástica (machista) se confrontan con las razones que Petrunija pone sobre la mesa, pero no desbalancean la disputa a favor de la iglesia. A la joven la retienen en una comisaría casi un día entero. En un último acto de compasión y de reconocimiento a los buenos deseos que el sacerdote le expresa, la joven devuelve el crucifijo pacíficamente. Solo le bastó al clérigo desearle a ella buena suerte, cosa que nadie se había dignado a desearle antes. Esta escena ennoblece al humillado personaje de Petrunija aún más.

La película está bien realizada, sin embargo, hay cintas igual de feministas y con planteamientos tanto o más profundos de los que esta engloba. Intenta ser un manifiesto feminista, inscrito en una agenda muy a la moda actual en Europa, que corresponde al espectro feminista-progre y que está marcando pautas de comportamiento a través de la invasión feroz y exasperante de la ideología feminista a ultranza (incluso androfóbica) en los medios de comunicación de masas (llamada por los detractores feminazi). La agenda progre-feminista, que también capitanea el Parlamento Europeo, le otorgó el premio Lux Film Prize a esta película (algo de esperarse aunque las otras finalistas hubieran sido 2001 o El ciudadano Kane o El padrino). Muy buena, pero las otras finalistas, El reino y Caso abierto: Hammarskjold, recién comentadas en este blog, son mejores. No en balde aquellas tienen mejor puntuación que esta en los sitios como IMDb o Filmaffinity, donde la gente es libre de votar de forma anónima. Ganó por pertenecer a dicha agenda progre-feminista y ser su directora, Teona Strugar Mitevska, una activista furibunda del feminismo. La película no va de tradiciones, va de feminismo. En tal sentido, con seguridad hay tradiciones cuya vigencia ya luce extemporánea, pero, como contrapartida, también hay alegatos feministas que son un tanto fuera de lugar.


Una de cal


Cierto que las tradiciones deben revisarse de vez en cuando, modificarse o defenestrarse, de acuerdo a los nuevos parámetros sociales. Esto es parte de lo que este filme pone en el tapete. Es una injusticia mayúscula lo que hacen los indignados grupos que, inflamados por la testosterona, atacan a la joven para humillarla, insultarla y quitarle el objeto de la discordia: el crucifijo. Se ve, no solo incomprensible, sino infantil la actitud de los machos alfa. No es adecuado a los nuevos tiempos que se discrimine a las mujeres en una actividad como esta. La religión no ha sido nunca muy vanguardista, pero ya va siendo hora de que ciertos sesgos machistas desaparezcan entre la feligresía y entre el clero. Incluso en la iglesia ortodoxa, que es la aludida en este filme.


Otra de arena


Por otra parte, no todas las tradiciones deberán ser eliminadas, modificadas o sepultadas por el mero hecho de ser tradiciones o de ser legendarias. Hay algunas que han persistido durante siglos y no son malas. Claro que hay que cambiar, pero ¿es la violación de una de ellas motivo suficiente para que cambie? ¿No debería ser a través de un consenso de las personas a las cuales afecta la tradición que se pretende cambiar o eliminar? ¿Por qué ella, unilateralmente (que de paso no es feligresa), pretende acabar con una tradición? Es muy de progres hacerse la vista gorda con las leyes y las normas que ellos no han parido. Basta con ver la poca relevancia que le dieron en los medios (controlados por los progres) y el mutismo de los líderes del PSOE al caso de los ERE, el mayor robo que ha cometido un partido político en Europa (luego de sus primos hermanos los nazis, claro). Creen que el progreso (que ellos pretenden representar) es la aniquilación de todo lo establecido. No es así. Pensar eso no solo es ingenuo, es ignorar el valor de lo que se ha hecho, de los propios orígenes de quienes pretenden cambiarlo todo. Suena a desvarío tautológico. Habría que preguntarle a la señora Teona qué tal le sentaría a ella que en una actividad que se pretende exclusiva para mujeres feministas, irrumpiera un hombre y de repente ganase el certamen...

Muchos espectadores nos solidarizamos, por empatía, con la humillada Petrunija, tal como hiciéramos con don Vito Corleone en El Padrino (a pesar de ser un asesino), pero no avalaríamos, fuera del hecho cinematográfico (que manipula nuestras emociones), una acción como la que ella realizó (como tampoco avalaríamos a Corleone), tan igual como la que hicieron los machos alfa contra ella. No le correspondería a ella echar por tierra una tradición, y menos aún de manera contestataria.

Esta película fue la ganadora del premio Lux Film Prize de 2019, certamen patrocinado por el Parlamento Europeo. No era la mejor de las tres finalistas. El gusto de los parlamentarios (políticos progres al fin) no es el mismo que el gusto de quien suscribe.


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