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Este blog no es de crítica especializada ni académica, solo de comentarios «al dente» de un espectador común.

Advertencia: destripe.

Algunos comentarios hacen referencia a momentos claves del argumento o al desenlace de este (destripe, spoilers).

07 junio 2019

Quién te cantará - Carlos Vermut (2018)



Yo soy tú


Lila (Najwa Nimri), es una célebre cantante que lleva una década desaparecida de la vida pública. Tiene que retomar su carrera para evitar la quiebra económica, pero un desafortunado accidente le ocasiona amnesia y debe volver a ser ella para enfrentarse de nuevo al escenario. Violeta (Eva Llorach), una entusiasta imitadora, le ayudará a recuperar su espectáculo. Ambas tienen conflictos, digamos "maternos", no resueltos: Lila con su madre, ya muerta, y Violeta con su rebelde hija Marta (Natalia de Molina).

La historia que cuenta este filme es la cubierta bajo la cual subyacen los problemas que, en principio, parece que quieren tratarse: las relaciones madre-hija, por una parte, aunque solo como justificación o respaldo de lo que parece ser lo medular: la identidad, o los problemas de identidad de los personajes. No se trata de lo que podría llamarse la complementariedad de las identidades: yo soy yo porque otro me reconoce igual que yo lo reconozco a él, la vieja reflexión de la antigua Grecia de que mi identidad pasa por reconocer al otro, incluso aunque sea un adversario o un enemigo, tal como él me debe reconocer a mí. No. Se trata de que los personajes que recorren esta historia no logran ser ellas mismas sin las otras, e incluso tienen que adoptar la identidad de las otras para lograr ser ellas, como si se tratase de una fagocitosis, sin serlo. Así, Lila era una gran cantante porque cantaba las canciones que su madre componía; al morir su madre -de quien también tomó el nombre de Lila- ella simplemente se apagó. De hecho, el supuesto accidente podemos entenderlo como tal accidente o como que ella simplemente se niega a existir porque su referente identitario ya no existe (su madre murió y ella dejó el espectáculo). Logra volver a ser alguien cuando Violeta le transfiere la forma de actuar y cantar (las de la cantante Lila Cassen a quien ella imita), una canción compuesta por ella (por Violeta) y hasta su nombre: al final se publicitará como Violeta Cassen en lugar de Lila Cassen. Por su parte, Violeta descubre que la célebre cantante que idolatraba, lejos de tener una vida glamorosa, en el fondo llevaba una existencia más bien triste y con muchos vacíos.

Violeta también tiene ciertas carencias, que precisamente le llevan a imitar a la cantante que idolatra: Lila Cassen. Al menos mientras lo hace se siente distinta y distante de sí misma, ejerciendo lo que siempre soñó: cantar, aunque sea karaoke: ¿qué mejor que ser, aunque sea falsamente, alguien a quién idolatra y de paso hacer lo que siempre quiso? Con su temperamental hija, Marta, tiene problemas constantemente; Marta -debido a su corta edad y a su volubilidad- no logra manejar sus conflictos identitarios: necesita la aprobación permanente de la madre, y un buen día se queda esperando esa aprobación, pese al chantaje al que siempre somete a su madre.

Establecer comparaciones es, las más de las veces, un ejercicio un tanto banal, pero a uno como espectador le vienen a la mente escenas similares a otras ya vistas antes, como esas ideas de las que hablaba Platón y que son una especie de software preinstalado. Quizás sea una suerte de homenaje disimulado a ciertas obras, quizás solo sea coincidencia, pero viendo esta excelente película, no puede uno dejar de recordar algunas escenas y ciertas partes de las historias de los filmes Persona, de Ingmar Bergman, o Blade runner, de Ridley Scott, ambos con el tópico de la identidad y del Ser como columna vertebral de la película. También hay algunas escenas -y atmósferas- que recuerdan a una de las más bergmanianas de las películas del genial Woody AllenInteriores, película que espero poder comentar en alguna ocasión y que refiere a las relaciones de las hijas -y el esposo- con la madre. Independientemente de si Vermut le hizo -o no- un guiño a estos realizadores, es una gran película. 

Los aspectos técnicos como la fotografía, el montaje o el sonido, están muy cuidados y las interpretaciones de las actrices es encomiable; no en balde han sido nominadas a numerosos premios, ganando algunos de ellos. 

Esperaremos ansiosos nuevas producciones de Vermut... y también de estas bellas actrices. 

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Proyecto El chico

En 2007 realizamos un proyecto en ambiente Web 2.0: traducir la película -en dominio público- El Chico, de Charlie Chaplin (1921), a diversas lenguas. Inicialmente en Google Video se tradujo a 26 lenguas, 4 de ellas por humanos: 3 por colaboradores de Portugal, Francia e Italia, y el autor de este blog. Las demás lenguas se tradujeron vía traductores online, la mayoría a través de Translate Google. Ahora la película está en YouTube, con intertítulos en 12 lenguas. Más información sobre este proyecto en este enlace. Ver la película en YouTube.

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