Cría cuervos, al igual que El espíritu de la colmena, tiene dos lecturas: una sicológica y una política. En tiempos del franquismo (Franco murió justamente en 1975), el cine español que quería ser contestatario contra el régimen, debía emplear símbolos, historias amañadas que no se entendiesen, historias que tuvieran una máscara con la que tapar el verdadero rostro o intención de la película, a objeto de burlar la censura oficial. Recuerdo que en aquél entonces, viviendo en Madrid entre 1973 y 1974, la censura cultural era cosa seria. Por ejemplo, había que ir a Francia (generalmente la gente iba a Biarritz) para ver Jesucristo Superestrella. O, si uno quería comprar el álbum Quadrophenia, de The Who, de hacerlo en España tenía que conformarse con la versión mutilada. La censura llegaba incluso a material en lenguas foráneas que fuese vetado por el comité censor. El consagrado cineasta Carlos Saura tuvo que hacer eso (burlar la censura), al igual que Víctor Erice y otros, entre ellos el gran Luis Buñuel. Esta película es una de sus mejores obras, y fue reconocida en varios festivales de cine.
Ana, interpretada por la niña Ana Torrent (siendo niña) y por Geraldine Chaplin (ya adulta), quien también interpreta a la madre de Ana, es la mediana de tres hermanas, hijas de una mujer que tuvo que abandonar su carrera artística para dedicarse a criar las hijas, y de un militar típico de la época de Franco: duro, machista, inflexible para con los demás y licencioso para consigo mismo, interpretado por Héctor Alterio, quien estaba exiliado en España en esa época. Ana cree que mató a su padre con un polvo que en realidad es bicarbonato de sodio. Lo quiere matar porque se portaba mal con su querida madre, quien sufría los improperios del déspota. Ana piensa, de esa manera, que tiene poder sobre la vida y la muerte de los demás. El tema de la muerte es recurrente, por varias vías, en este filme. A la muerte del infiel padre, posterior a la de la madre, Ana también le proporciona una buena dosis del “veneno” a la despótica tía Paulina (interpretada por Mónica Randall), que quedó encargada de cuidarlas. La tía, obviamente, no se muere, y eso decepciona a Ana. Inmediatamente termina el verano, temporada durante la que se desarrolla uno de los tiempos de la película, y comienzan las clases. El retorno a la rutina y a la alienación. Ahí termina la historia. Durante el desarrollo de la trama, Ana ve a su madre, o bien recuerda episodios con ella; también nos habla frente a la cámara, ya adulta, contando su triste niñez y la alegría de la visita a la estancia campestre de los amigos de su familia (los Garontes, cuya mujer tenía relaciones adúlteras con el padre de Ana) en el verano en el que ocurren los hechos narrados en la película. Parece que Ana era la hija más allegada a su madre. Ana ha sido víctima, al igual que sus hermanas y su madre, de la férrea imposición del padre. Esa crianza autoritaria fue sello de la época franquista, más en la casa de un militar. De ahí la lectura sicológica del film: una crianza totalitaria que aplasta la individualidad, cercenando sueños, esperanzas, y la libertad de la vida cotidiana; que alimenta los deseos de la niña de actuar para acabar con la vida del tirano, bien sea su padre o su tía. Por otra parte, Ana es testigo de las infidelidades que se dan a su alrededor; esto es un doble mensaje: rigidez de comportamiento para ella y licencia lujuriosa para con los que gobiernan su vida. Menos mal que Ana tiene como válvula de escape la buena relación que lleva con sus hermanas, con quienes juega a ser grandes y a imitar los patrones de comportamiento que han visto en su casa.
Desde el punto de vista político, haya sido o no la intención expresa del realizador, pueden interpretarse los diversos personajes como actores de la sociedad española de la época: el padre militar como el gobierno, duro para con la población: esposa e hijas, y libertino para consigo; la madre como la España que sufrió en carne propia los injustos embates de la tiranía; la tía como esa España franquista que quiere continuar con el statu quo; la criada Rosa (Florinda Chico) como los españoles adultos antifranquistas, sometidos aún por el franquismo; la abuela (Josefina Díaz) como la España de antaño, la que ya era adulta durante la guerra civil, ahora moribunda; los adúlteros como la parte corrupta de la sociedad y del gobierno que quieren dar continuidad al régimen. Las niñas, al igual que en El espíritu de la colmena, representa cada una un tipo de joven español que, de diversas formas, según su personalidad, sueña con los cambios, que le molesta sobremanera la injusticia e inequidad del régimen que detenta el poder, que quiere entrar en la modernidad. Ana es la más sensible de las tres, y representaría el sector más rebelde y revolucionario de los antifranquistas, básicamente la élite intelectual.
Unas notas antes de finalizar. Hay que reconocer la encomiable labor de Elías Querejeta, productor que apoyó proyectos que podrían lucir descabellados, como el cine de autor, no comercial, pero con contenido muy interesante y cuya trama tuviera que esconderse de la censura oficial. No son muchos los productores que arriesgan su dinero en tales empresas. Las patas de pollo en el refrigerador. Mucho se ha especulado sobre eso. Puede significar prácticamente lo que uno quiera. Las patas del cuervo (que por algún motivo murió), la continuidad de las cosas, la muerte o el deseo de que alguien muera. Tengo entendido que Saura dijo que se recordó que cuando él era niño había patas de pollo (o de gallina) en el refrigerador, y que solo las incluyó como elemento surrealista, sin significado alguno para él. Eso es todo. Muchas veces, escenas así son para burlarse de la crítica especializada, a menudo demasiado intelectual, que busca símbolos en todas las cosas y expresiones de todas las escenas de una película. ¿Una poltrona es roja porque significa algo, o porque el escenógrafo la quiso combinar con la alfombra, también roja, y la usaron porque era la que tenían a mano, debido al bajo presupuesto para realizar el film? Me imagino que es divertido para los realizadores conocer la significación que la gente le da a cosas o expresiones de sus películas. Hay objetos, expresiones o personajes que son -o pueden ser- símbolos de algo, pero no siempre es así.
Cría cuervos consagró internacionalmente a Carlos Saura, pese a que ya había realizado excelentes películas con anterioridad. Cualquiera de las dos lecturas posibles que se hagan de esta realización (o ambas), satisface al espectador, pues se está ante una película inteligente, que tiene contenido y poesía, amén de que está excelentemente realizada. El tema musical, Porque te vas, interpretado por la anglo hispana Jeanette, fue un éxito rotundo el año anterior al rodaje de esta película. Exquisito film del mundo visto por los niños, y una mordaz crítica al régimen franquista.
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