Un pequeño paso para un hombre, un gran paso para la Humanidad.
Magnífica desolación.
1969. Aquél 20 de julio era domingo. Salimos temprano de casa, rumbo a la primera finca que tuvo mi padre, q.e.p.d., en Chispa. Allí celebraríamos -con la modestia propia del medio rural- el cumpleaños de mi hermana mayor. Era época de lluvias: el cultivo que tenía la finca al momento era arroz. 110 ha. de arroz. Mi padre también era entusiasta de la carrera espacial. Para no perdernos detalle del alunizaje, mi padre cargó con su radio Transoceanic, no recuerdo si Panasonic o Zenith. Tenía muchas bandas, innumerables. Para mí, que tenía solo 12 años, era algo ignoto el cómo pillar una estación de radio en tan compleja cónsola. Este tipo de noticias la oía siempre en la estación de la Voz de los Estados Unidos de América (VOA). Era una gran fiesta; yo diría que a nivel global. Durante ese año, la Omega había ofrecido un mapa de la Luna a quien lo pidiese por correo; la Shell (¿o la Creole?) habían lanzado un álbum con barajitas sobre la carrera espacial, cada vez que llenabas el tanque de gasolina, te daban barajitas para irlo completando; y la Voz de los Estados Unidos de América, ese mismo día del alunizaje (si la memoria no me falla) ofreció enviar una fotografía de los tres astronautas, a todo color a quien la pidiese. Estaba orgullosísimo de haber conseguido esos tres souvenirs.
2019. El día 1 de julio de este año se preestrenó en la Cineteca, en las salas Azcona y Plató simultáneamente, este documental que contiene imágenes del Apolo 11 que hasta ahora estaban archivadas y no habían sido vistas por el público. Centenares de horas de video y más de 10.000 horas de audio fueron procesadas para conformar un excelente trabajo documental cuyas únicas narraciones son las originales de la radio y la TV de la época, básicamente de Walter Cronkite (el que anunció el asesinato de Kennedy, seis años antes) y Johnny Carson. El documental transcurre en tiempo secuencial, desde los preparativos hasta el amarizaje de regreso a la Tierra. Contiene, como ya dije, escenas inéditas, así como audios igualmente inéditos. A pesar de que lo expliquen mil veces, cuesta mucho entender por qué ese material estuvo archivado y nadie lo utilizó. Luego del visionado del excelente film, hubo un coloquio con el director, Todd Douglas Miller, quien contestó a cuanta pregunta le hicieron, con mucha simpatía. Solo noté dos grandes ausentes en el film: 1. Wernher von Braun, el ingeniero alemán capturado a los nazis sobre cuyos hombros estaba el diseño del poderoso cohete Saturno V, que llevaría a Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins a la Luna. Centenares de miles de personas trabajaron para llevar este proyecto a cabo. No podrían figurar todas, pero von Braun era, de lejos, el más relevante del equipo que estaba tras bambalinas. 2. John Houbolt, ingeniero clave para la desagregación del cohete y las naves en partes o módulos acoplables en el espacio. Me parece una injusticia que ni siquiera se les haya visto en alguna escena.
Von Braun mostrando esbozos para la exploración espacial.
Walt Disney con von Braun. Disney, fascinado
con las ideas de von Braun sobre la exploración
espacial, fue el que lo dió a conocer al público.
Foto tomada de Wikipedia.
¿Cuál es el objetivo de estos viajes espaciales?
Al comienzo éramos nómadas, luego nos hicimos sedentarios para optimizar el proceso agrícola y pecuario, pero en nuestra naturaleza aún hay un residuo -nada despreciable- de la esencia nómada de los orígenes. Gustamos de la aventura, del averiguar qué hay más allá, de ir a verlo y constatar. Nos gustaría pensar que la exploración espacial hubiese nacido con el mismo espíritu aventurero que mueve al explorador nato. Pero ni siquiera la exploración de los mares que emprendieron los grandes navegantes de hace cinco siglos fue por amor a la exploración. Siempre hubo motivaciones de otra índole: económicas, políticas, militares.
Al comienzo éramos nómadas, luego nos hicimos sedentarios para optimizar el proceso agrícola y pecuario, pero en nuestra naturaleza aún hay un residuo -nada despreciable- de la esencia nómada de los orígenes. Gustamos de la aventura, del averiguar qué hay más allá, de ir a verlo y constatar. Nos gustaría pensar que la exploración espacial hubiese nacido con el mismo espíritu aventurero que mueve al explorador nato. Pero ni siquiera la exploración de los mares que emprendieron los grandes navegantes de hace cinco siglos fue por amor a la exploración. Siempre hubo motivaciones de otra índole: económicas, políticas, militares.
Al comienzo, la exploración espacial parece haber comenzado como una manifestación más de la Guerra Fría entre la URSS y USA. El poder bélico que supone el dominio de los aires hace que la investigación y desarrollo de proyectos aéreos y espaciales sea una absoluta prioridad. Todos los sistemas militares actuales que tienen relación con el aire y el espacio son hijos de la I+D que se inició en la posguerra. Al público en general se nos vendió una idea más romántica y -sin duda- más elevada de la exploración espacial: la aventura y la exploración por el solo deseo de conocer. Ese objetivo, empero, también se logra dando cumplimiento al primer objetivo: el militar. De manera que ambos han ido de la mano. Hoy la investigación espacial es autónoma (eso creo) de la milicia y ha levantado vuelo propio. El objetivo de explorar el espacio por conocer y, de paso desarrollar tecnologías nuevas, es una realidad para beneplácito de los románticos y los científicos. No hace falta más que ver los grandes logros recientes. Las sondas Pioneer, Voyager, Cassini o New Horizons, el telescopio Hubble o la Estación Espacial Internacional son solo algunos emblemáticos ejemplos del altísimo nivel que ha logrado la exploración espacial. ¿Hay negocios, quizás soterrados, en relación a la exploración espacial? Quizás. Se necesitan muchas actividades outsourcing: fabricantes de equipos, investigadores, asesores y muchos estudios especializados. Mueve millardos de dólares esa industria.
¿Y qué será de los nuevos recién llegados del mundo privado?
Tanto Space X, como Virgin Galactic o Blue Origin -entre muchas otras- supongo que son negocios para hacer más dinero del que ya tienen ¿Aspiran a un googol de dólares? Quizás. Ofrecerán viajes espaciales a sus pares billonarios. Aportarán algún conocimiento al acerbo cultural humano, quizás relacionado con detalles de fabricación de equipos, que no compartirán porque los patentarán. Tampoco van a compartir planetas enteros o asteroides. Lo que sí aportarán será basura espacial, y en cantidades ingentes con los miles de satélites que lanzarán al espacio y que pulularán sobre nuestras testas. No hay problema, será vendido como un proyecto altruista para que todos nosotros nos beneficiemos de algún servicio que proporcionarán ese enjambre de satélites, mientras lo paguemos. Siempre es así. Posteriormente lanzarán alguna empresa que recolecte esa basura; pagada por los contribuyentes, claro. Una excepción, honrosa (eso supongo), la constituye la iniciativa Breakthrough; parece que de verdad quieren -a través de sus diversos proyectos- dar con los alienígenas. Quizás haya algún negocio escondido tras contactar con los alienígenas que nosotros, las personas de a pie, no visualizamos a día de hoy. En cuanto al retorno a la Luna, este podría estar relacionado con la explotación minera para obtener helio-3, clave para la fusión nuclear, panacea de la energía limpia e ilimitada. Pero eso es otra historia. De cualquier forma, provisionalmente sea bienvenida la "exploración espacial" privada.
A la NASA, la ESA, el SETI y muchos otros organismos que trabajan, algunos mancomunadamente, para engrandecer el conocimiento del cosmos, no podemos menos que aplaudir su labor y apoyar en lo que podamos su misión. Ellos son los herederos directos de Thales de Mileto, Demócrito,... Galileo, Newton, Einstein...
¿Y qué será de los nuevos recién llegados del mundo privado?
Tanto Space X, como Virgin Galactic o Blue Origin -entre muchas otras- supongo que son negocios para hacer más dinero del que ya tienen ¿Aspiran a un googol de dólares? Quizás. Ofrecerán viajes espaciales a sus pares billonarios. Aportarán algún conocimiento al acerbo cultural humano, quizás relacionado con detalles de fabricación de equipos, que no compartirán porque los patentarán. Tampoco van a compartir planetas enteros o asteroides. Lo que sí aportarán será basura espacial, y en cantidades ingentes con los miles de satélites que lanzarán al espacio y que pulularán sobre nuestras testas. No hay problema, será vendido como un proyecto altruista para que todos nosotros nos beneficiemos de algún servicio que proporcionarán ese enjambre de satélites, mientras lo paguemos. Siempre es así. Posteriormente lanzarán alguna empresa que recolecte esa basura; pagada por los contribuyentes, claro. Una excepción, honrosa (eso supongo), la constituye la iniciativa Breakthrough; parece que de verdad quieren -a través de sus diversos proyectos- dar con los alienígenas. Quizás haya algún negocio escondido tras contactar con los alienígenas que nosotros, las personas de a pie, no visualizamos a día de hoy. En cuanto al retorno a la Luna, este podría estar relacionado con la explotación minera para obtener helio-3, clave para la fusión nuclear, panacea de la energía limpia e ilimitada. Pero eso es otra historia. De cualquier forma, provisionalmente sea bienvenida la "exploración espacial" privada.
A la NASA, la ESA, el SETI y muchos otros organismos que trabajan, algunos mancomunadamente, para engrandecer el conocimiento del cosmos, no podemos menos que aplaudir su labor y apoyar en lo que podamos su misión. Ellos son los herederos directos de Thales de Mileto, Demócrito,... Galileo, Newton, Einstein...
Galaxia NGC 1566 o Bailarín español.
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Ficha en IMDb: https://www.imdb.com/title/tt8760684
Ficha en FilmAffinity: https://www.filmaffinity.com/es/film307800.html
1 comentario:
¡Excelente post! Vaya currada, un saludo compañero
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