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Este blog no es de crítica especializada ni académica, solo de comentarios «al dente» de un espectador común.

Advertencia: destripe.

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15 noviembre 2013

El manzano azul - Olegario Barrera (2012)



Lo esencial es invisible a la vista
Frase aludida en el filme, que corresponde a la que le dice el zorro al Principito.


El manzano azul nos cuenta la historia de un niño, Diego, que pasa tres meses de vacaciones forzadas con su abuelo, un viejo asentado en algún lugar olvidado de los Andes venezolanos, lejos del mundanal ruido. Su madre lo dejó ahí, al cuidado de su padre, con quien tiene unas relaciones ásperas luego de que él le pidiera que no se casase con quien la había embarazado. De ese embarazó justamente nació Diego. El muchacho, muy citadino, sufre las primeras semanas en ese ambiente tan ascético, en el que ni siquiera hay luz eléctrica, muchos menos Internet o señal de telefonía móvil. Tampoco le gusta realizar faenas de casa o de campo. Con el paso de los días, Diego se adapta al medio, al tiempo que va conociendo a su abuelo y la riqueza vivencial de la que él es poseedor. Ingresa al mundo de la lectura con tanta pasión que de noche lee bajo la luz de una linterna. Conoce a la gente sencilla de esos parajes, mucho más ignorante que él (en lo que refiere al conocimiento académico), y logra cambiar de una actitud despectiva hacia ellos a una de respeto y camaradería. La visita cambia a Diego de por vida. El manzano azul, que nunca había dado fruto, es el elemento de la historia que obliga a Diego a iniciar su relación con su abuelo. El árbol que había «decidido» ser de color azul puede simbolizar lo que de sui generis tiene el ambiente rural, lo prístino de sus criaturas, y la ruptura del páramo con lo convencional de la ciudad y con el conocimiento que en ella se tiene de ese lejano ambiente, con el prejuicio del citadino; es como si le dijese al hombre de la ciudad: «soy algo que no te imaginabas y que no existe en tu mundo».

Técnicamente es una película bien hecha, incluyendo el sonido, elemento que antaño era algo descuidado en el cine nacional. Nos agrada ver nuevamente a nuestro primer actor Miguel Ángel Landa, después de una ausencia de años como actor en la cartelera cinematográfica, en un papel de asentada y reflexiva postura ante la vida. Muy bueno su trabajo en este filme. Respecto al niño que hace de Diego (Gabriel Mantilla), nos sorprendió con la metamorfosis gradual que le da a su personaje, de la arisca y altanera actitud del citadino que todo lo sabe y que piensa que su cultura está por sobre la del morador rural, a la más modesta y respetuosa actitud de quien comprende y se compenetra con el medio y sus pobladores. La legendaria Rosario Prieto, de quien se decía (hace ya mucho tiempo) que era la abuela más joven de Venezuela, y a quien las décadas poco le cambian el rostro, también lució con su actuación.




Uno de los aspectos que plantea su director Olegario Barrera, pues son varios, trata precisamente de esa peligrosa dependencia que tiene el habitante de la gran metrópoli de la abundante tecnología que lo envuelve y de su actitud de irrespeto y de -supuesta- superioridad intelectual que tiene frente a los habitantes del interior del país. Diego prácticamente no sabe qué hacer en la finca, y su «desconexión» con el resto del mundo lo irrita a tal punto que bota su teléfono celular con ira. El tiempo, inexorablemente, lo obliga a reflexionar sobre la vida y los valores que se manejan en el páramo. La lectura, a la que el abuelo lo invita, también coadyuva a esa transformación.

En cuanto al talante de «superioridad» del citadino, quienes vivimos en la provincia nos damos cuenta cuando alguien de una gran ciudad llega a un pueblo o circula por una carretera. Muchos de ellos lo hacen con repulsiva arrogancia, que les desnuda su supuesta superioridad intelectual, mostrando lo contrario de lo que alardean: su incultura, su descortesía y su incapacidad para apreciar otras formas de vivir distintas a la suya, que no por distintas son necesariamente inferiores. La diversidad es difícil de tragar, se necesita cultura, voluntad y principios con los que asimilarla y respetarla.

Una muy buena película venezolana que nos hace reflexionar sobre lo antes dicho y sobre otras cosas. Además, el bucólico ambiente andino le proporciona un valor agregado de no poca significación.


1 comentario:

nelly jiménez dijo...

El manzano azul es una de las últimas películas que he visto y que más me ha gustado. Ojalá nuestras pantallas se colmaran todas de producciones de este tipo.Ellas nos muestra que si es posible proyectar perfectamente desde nuestra pantalla, valores como el amor, la solidaridad, el respeto, la justicia que tanta falta le hacen a nuestras sociedades. Miguel Angel Landa volvió a impactarnos con su profesionalismo y Rosario Prieto con su naturalidad. El resto del elenco puso lo mejor de si.Fue sin duda una oportunidad muy bien aprovechada por esta producción para mostrar la extraordinaria belleza de uno de los espacios mas bellos de la geografía venezolana: nuestros Andes.Sin lugar a dudas, es una gran producción.

Proyecto El chico

En 2007 realizamos un proyecto en ambiente Web 2.0: traducir la película -en dominio público- El Chico, de Charlie Chaplin (1921), a diversas lenguas. Inicialmente en Google Video se tradujo a 26 lenguas, 4 de ellas por humanos: 3 por colaboradores de Portugal, Francia e Italia, y el autor de este blog. Las demás lenguas se tradujeron vía traductores online, la mayoría a través de Translate Google. Ahora la película está en YouTube, con intertítulos en 12 lenguas. Más información sobre este proyecto en este enlace. Ver la película en YouTube.

Las 10 + proyectadas