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Este blog no es de crítica especializada ni académica, solo de comentarios «al dente» de un espectador común.

Advertencia: destripe.

Algunos comentarios hacen referencia a momentos claves del argumento o al desenlace de este (destripe, spoilers).

10 enero 2014

Viridiana - Luis Buñuel (1961)



Si Buñuel hubiese jugado a los dardos, su diana hubiera sido un crucifijo.


Viridiana (la hermosa Silvia Pinal), es una novicia que es instada a visitar a su tío Don Jaime (Fernando Rey), quien la ha mantenido toda su vida, pero a distancia, sin vínculos filiales. Jaime intenta retenerla para casarse con ella, debido al parecido que tiene con la que fuera su esposa, muerta el mismo día de su boda. Viridiana, perturbada por las intenciones de su tío, se niega rotundamente. Jaime se da cuenta de lo torcido que ha sido su comportamiento y se suicida. Viridiana considera que ha pecado por lo ocurrido y busca la redención albergando en la hacienda de su tío a los mendigos del pueblo. A lo largo del filme, Viridiana progresivamente se va separando de los hábitos y es consciente de ello. Al llegar a la hacienda Jorge (Francisco Rabal), el hijo natural de su tío, para hacerse cargo de ella (de la hacienda), diversos sucesos ocurren que desencadenan la ruptura definitiva de Viridiana con el mundo religioso y su ingreso a la vida mundana. Una de las escenas cumbres de la película ocurre cuando los mendigos quedan solos en la casa y organizan un festín en el comedor, que incluye una imagen herética de la última cena de Jesús.

Dijo Buñuel que esta película la realizó con entera libertad, sin que nadie le solicitase nada, a excepción del final, en el que Viridiana entraba sola al cuarto de Jorge, y que la censura franquista objetó. Buñuel planteó otro final, que la censura aceptó y que es más cáustico que el original, en el que se sugiere un ménage à trois entre Viridiana, Ramona (la doméstica) y Jorge. Ya usted ve, cosas de la censura, que escupió para arriba. Esta coproducción hispano-mexicana fue rodada en España y ganó la Palma de oro del Festival de Cannes. Tiene otro mérito en el ámbito de los reconocimientos: es la única película que tiene sangre española que está en la lista de los 100 mejores filmes seleccionados por los directores en las famosas listas de Sight and Sound de 2012.

Viridiana es un filme apertrechado de artillería pesada contra la religión cristiana, pleno de alegorías y símbolos que ponen al descubierto las debilidades de la vida monacal y de la cristiandad en general, su hipocresía y la futilidad de la vida religiosa. Algunas de las escenas simbólicas que recuerdo son: quema de la corona de espinas al final del filme, cuando ya Viridiana se resigna y entra al mundo laico (execra el noviciado y se entrega a Eros); abrecartas con mango en forma de crucifijo (materialismo de la Iglesia, tal como se aprecia en el techo de la Basílica de San Pedro [y en otros sitios sacros] con sus tiendas de souvenirs y objetos religiosos)[1]; Viridiana negándose a ordeñar una vaca (por el rubor ante el pezón de la bestia, que remeda la imagen fálica); Viridiana orando con los mendigos mientras los demás están trabajando, produciendo (futilidad del dogma)[1].

En el aspecto social, Buñuel también pone el dedo en la llaga cuando puede, también con símbolos claros: Jorge se echa encima de Ramona e inmediatamente se ve a un gato cazando a un ratón[2]; los mendigos discriminando a un igual porque creen que tiene lepra, y no la tiene (el poder del mito, de la opinión infundada); y una de las mejores escenas del cine de Buñuel: la danza de los mendigos en el festín y la célebre última cena buñueliana. Impactante, sacrílega, escandalosa, herética. Buñuel da cuenta de que la Iglesia no hace nada por educar los mendigos, solo los invita a orar mientras otros trabajan (entrega a un dogma en lugar de trabajar). A eso se le añade el adagio que reza: «cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta». Esa falta de valores, de educación, es la que los convierte en repulsivos bárbaros. Jorge, maniatado, en un momento de apremio en el que uno de ellos intenta violar a Viridiana, le ofrece dinero al que espera el turno para violarla a cambio de que mate al que la está ultrajando; el mendigo diligentemente ultima al agresor (inexistencia de valores morales sólidos que eviten el delito, violación y homicidio en este caso). Jorge no escapa a esto: pudo haber pedido una golpiza para el violador, no la muerte. En la danza de los mendigos, trece de ellos se disponen formando el célebre cuadro de Leonardo, La última cena, para sacarse una fotografía. Una mendiga se coloca enfrente y se levanta el vestido, mostrando a los comensales sus zonas púdicas anteriores; gesto que provoca la risa de los compañeros. Esa es la foto. Es igual que si se dijera, en jerga hispánica, y con el perdón del lector: «¡me c.go en la última cena!» o «¡me cag. en Cristo!». Es una imagen que aún hoy sorprende y escandaliza. No deja de ser significativo que el mendigo del centro sea un ciego. Si es cierto que «en el país de los ciegos el tuerto es el rey», ¿en qué país el rey sería un ciego?




Nótese que hasta el detalle de la puerta, con la que infelizmente mutilaron
el  fresco de Leonardo da Vinci, es emulado por Buñuel con una butaca.
Diversos cuadros son representados en este filme.


Habiendo estado Buñuel relacionado con el surrealismo, y habiendo sido simpatizante del comunismo y, además, ateo («gracias a Dios», según dijo), no es de esperar que no critique a todo el establishment. Así, en este filme también critica otros aspectos como los deseos sexuales reprimidos, la pobreza, la sumisión del esclavo al amo, la camaradería entre los pobres y también sus rencillas. La exploración de Buñuel hacia la que podríamos llamar la «clase baja» nos dice lo despreciable que se convierte la gente sin educación. Es una daga contra el sistema político (contra el régimen de Franco), que se hegemoniza en el poder gracias al estado de barbarie en que se encuentra buena parte de la población. Esta película fue virtualmente prohibida mediante un proceder mafioso: quemaron las copias en España. Se salvó el filme de las tinieblas porque había quedado otro original en Francia (véanse los videos recomendados al final de este escrito, donde Silvia Pinal cuenta la historia).

La conexión de lo religioso con lo social parece responder a la siguiente propuesta: la Iglesia es cómplice de que los pobres sean pobres y de ayudar, consecuencialmente, a que un régimen autoritario como el de Franco se eternice en el poder. Muchas son las contribuciones de la religión Católica a este respecto; la mayor de todas es alabar la condición de pobre: mientras más pobre soy aquí y ahora, mejor voy a estar en el cielo. Eso parece que dijo Jesús, y la Iglesia lo recalca cada vez que puede, olvidándose del más noble ideal que reza: «ganarás el pan con el sudor de tu frente», Gn 3,19, aunque haya sido un castigo de Dios; o del regaño de Pericles a los atenienses pobres: lo vergonzoso no es ser pobre, lo vergonzoso es no hacer nada para salir de la pobreza. Es la apología de la pobreza, de la que muchos gobiernos se hacen eco, pues les conviene que existan pobres, muchos pobres; son votos y apoyo fundados en vacua y eterna esperanza que los demagogos alimentan. La iglesia anglicana, por el contrario, motiva al trabajo haciéndolo ver como atributo del hombre virtuoso y bastión del bienestar que ayuda a generar felicidad.

Viridiana es una obra fundamental de la filmografía de Luis Buñuel, vale decir de las filmografías de España y de México. Una de sus obras maestras, de visionado obligatorio para el cinéfilo, al menos para aquél que no se ofende por la crítica incisiva contra el Cristianismo.


Crítica a una crítica

Desafortunadamente hay críticas infelices sobre algunas películas. Por ejemplo, la del comunicador Bosley Crowsther (1905-1981) en The New York Times acerca de Viridiana dijo, entre otras cosas, algo así:

«Ya sea que el señor Buñuel refleja a todas las personas o sólo a la gente de España no está claro ni, de hecho, es lo esencial. Es una visión horrible, deprimente de la vida. Y, para ser franco al respecto, es un poco pasada de moda. Su formato es extrañamente literario, sus símbolos son obvios y contundentes, como el rechazo de la niña hacia el ordeño o el abrecartas integrado a un crucifijo. Y hay algo un poco cursi en la danza bacanal de los vagos al son del coro del "Aleluya"» [del Mesías de Händel]. El artículo se halla en este enlace (en inglés).

La crítica del señor Crowsther gravitó alrededor del planteamiento que hace Buñuel sobre el problema social. Ninguna, o casi ninguna, película de Buñuel se aparta del problema social, eso es claro, pero en este caso lo religioso es fundamental, y en ello no profundiza en su análisis este crítico. El blanco de Buñuel, en Viridiana, es la religión, particularmente el Cristianismo, por no decir la Iglesia Católica específicamente; dogma incluido por supuesto. Lo social es, en cierta forma, perimetral. En cuanto a si está pasada de moda, pienso, por el contrario, que es vigente, tanto en su lenguaje cinematográfico como en la actualidad del tema. La Iglesia no ha dejado de estar en la mira, ni en la época del señor Crowsther ni hoy en día; particularmente en su país, donde -también desafortunadamente- los prelados han hecho de las suyas de manera no solo pecaminosa sino delincuencial. Y si los símbolos le parecieron obvios, bueno, lo celebro para que más gente entienda la propuesta de Buñuel; pero, dicho en la forma en que lo dijo, rodeando la frase de comentarios negativos, se entiende que también es negativo que los símbolos hayan sido obvios; es decir: ¿tuvieron que haber sido intrincados, ininteligibles? En lo atinente a la visión deprimente de la vida, creo que Buñuel solo está reflejando la realidad de la España que retrata, quizás con algo de dramatismo, que es esencial en el cine cuando se trata de criticar una situación. Esto queda a juicio de los españoles, que vivían esa realidad, muy distinta a la de Nueva York. Estos comentarios no son contra el crítico, son contra su crítica. Quizás Crowsther no «entendió», no «sintió» a Buñuel como Hemingway «sintió» a España.


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[1] También el hecho de que los sacerdotes lejos de vivir del trabajo (en el sentido productivo del término), lo hacen de la limosna o «colaboración» de los feligreses. Recuérdese, entre otros casos, el de la corrupción que carcome al IOR, llamado Banco Vaticano, que en el pasado tuviera relación con el Banco Ambrosiano, paladín del crimen.
[2] Tal como critica Pasolini en relación con la moral del amo y la moral del esclavo. Véase los comentarios de Teorema o de Saló, en este mismo blog.

Referencias de interés:
Videos de Silvia Pinal y otros integrantes del equipo que realizó la película (altamente recomendable verlos):
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/03/23/cultura/1332510077.html
Reseña en el sitio web Cine mexicano:
http://cinemexicano.mty.itesm.mx/peliculas/viridiana.html
Sitio web sobre Buñuel del gobierno aragonés:
http://bunuel.aragob.es/
Sitio conmemorativo del centenario de Luis Buñuel:
http://www.luisbunuel.org/inicio/bunuel1.html
Luis Buñuel Film Institute:
http://www.luisbunuelfilminstitute.com/
Luis Buñuel en el Centro Cervantes:
http://cvc.cervantes.es/actcult/bunuel/indice.htm
Artículo sobre Buñuel en Wikipedia en inglés:
http://en.wikipedia.org/wiki/Luis_Bu%C3%B1uel
Luis Buñuel en El poder de la palabra:
http://www.epdlp.com/escritor.php?id=8762


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Proyecto El chico

En 2007 realizamos un proyecto en ambiente Web 2.0: traducir la película -en dominio público- El Chico, de Charlie Chaplin (1921), a diversas lenguas. Inicialmente en Google Video se tradujo a 26 lenguas, 4 de ellas por humanos: 3 por colaboradores de Portugal, Francia e Italia, y el autor de este blog. Las demás lenguas se tradujeron vía traductores online, la mayoría a través de Translate Google. Ahora la película está en YouTube, con intertítulos en 12 lenguas. Más información sobre este proyecto en este enlace. Ver la película en YouTube.

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