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05 enero 2011

8-½ - Federico Fellini (1963)



¿Cómo se puede filmar el pensamiento de un hombre, su imaginación, sus sueños?
Pregunta que se hacía Fellini


8-½ es, sin duda alguna, la mejor película que se ha rodado en el subgénero que podríamos denominar “el cine visto por el cine” o “el cine en el cine”. Es considerada, asimismo, una de las mejores películas jamás realizadas e, invariablemente, figura en la lista de las mejores 10 películas de todos los tiempos. Federico Fellini, uno de los mejores cineastas que ha dado a luz la Humanidad, proyecta en este film la misma problemática que le asediaba para rodarlo; motivo por el que este film es, ciertamente, algo autobiográfico. Esto ha sido desmentido y afirmado en diversas ocasiones por el propio Fellini. En esta historia, un director de cine está bloqueado creativamente, y no logra discernir la trama de su próxima película. Lo acosan el productor, los actores, la prensa, los amigos, todos los de su entorno, a objeto de conocer de qué tratará la próxima película que Guido, representado por el gran actor Marcello Mastroianni, planea hacer. El acoso no es solo exógeno, pues también los fantasmas del pasado y los personajes oníricos lo persiguen internamente. Al final, Guido se dará cuenta de que la mejor trama para su próximo proyecto cinematográfico es justamente describir los tormentos por los que pasa un director cinematográfico (vale decir un artista) cuando las musas lo abandonan. Eso es, precisamente, el proceso por el cual Fellini mismo está transitando. Fellini, el gran director del onirismo, se hacía, en aquel entonces, la pregunta: “¿cómo se puede filmar el pensamiento de un hombre, su imaginación, sus sueños?[1] ¡Vaya si la contestó!






Desde el punto de vista formal, la película está muy bien realizada, la fotografía es convenientemente en blanco y negro, el vestuario recibió un Óscar en 1964, la excelente música es de Nino Rota, el invariable músico de muchas de las películas de Fellini. Obtuvo, en 1964, el Óscar a la mejor película extranjera. También recibió otros premios tanto nacionales (italianos) como extranjeros. Suele figurar entre los primeros films de las listas de las 10 mejores películas del cinema y su director Fellini como uno de los 10 mejores directores de cine. Por cierto que tanto la película como el director están mejor clasificados en la lista elaborada por los directores de cine que en la elaborada por los críticos; quizás porque los directores conocen de primera mano los intríngulis de la actividad creativa, mientras que la actividad de los críticos es más sencilla, y puede ser que éstos no comprendan a fondo aquello. Destacan las actuaciones del icónico actor italiano Marcello Mastroianni, la bellísima Claudia Cardinale y la francesa Anouk Aimée (célebre por la película Un hombre y una mujer, de Claude Lelouch). Algunas escenas de antología de esta joya son: la escena inicial (un sueño) en la que Guido sale del túnel flotando y se eleva para luego caer; la escena en el spa de aguas termales en la que Claudia (personaje de Claudia Cardinale) se le aparece intermitentemente; la escena de la Saraghina (recuerdo de infancia); la memorable escena en la que Guido está en una casa familiar (donde él se crió) con todas las mujeres –vivas o muertas- que han significado algo en su vida, él es amo y señor de ellas, y es mimado y afrontado por éstas, mientras bulle un torbellino juglaresco que se convierte en el numen de Guido; y la escena final, también memorable, en la que se reúnen todos los personajes, reales y ficticios, que decantan cual risas en un circo, las ideas finales de nuestro ahora inspirado director cinematográfico. El director está dentro de la película, pero también está fuera: es el actor central y es el director de la historia. En 8-½ el personaje central, Guido, logra inspirarse para hacer su película justamente cuando ésta termina, y se da cuenta de que la película ya resultó hecha. Si hay algo de autobiografía, entonces Fellini también se da cuenta de ello. Una suerte de agujero negro narrativo, pleno de onirismo poético.




Fellini no deja de plantear una sátira irónica en este film. La burla, si podemos llamarla tal, trata sobre lo engorroso e íntimo del proceso creativo, la intelectualidad académica en la que se desarrolla, la complejidad que está presente en todo el proceso. Finalmente, envuelve al mismo Fellini. En debate permanente con los recuerdos, con los sueños, éstos recobran, finalmente, su papel en el Hombre, en lo que Él es y, por ende, en lo que Él hará: es la idea de que somos la suma de nuestra historia como personas, y de ello depende lo que pensamos y lo que hacemos en el presente. La intelectualidad académica está claramente representada en el crítico de arte del cual, en diversas escenas, brota una suerte de verborrea sobre el arte y las implicaciones trascendentales de los elementos que lo conforman, con carácter taxativo, dogmático, pero con más preguntas que respuestas, muchas veces minimizando el cine respecto a otras artes. Ignoro si esta parte del guión fue una broma del autor, pero se puede entender como una burla a los críticos de arte. Guido no parece tomar en serio ninguna de las observaciones de este crítico. Hay, a lo largo del film muchos diálogos de gran profundidad reflexiva, y frases de colección. De ellas, me quedo con una corta que dice Guido en un paréntesis del jolgorio con sus mujeres, en la sobremesa: “…la felicidad consiste en poder decir la verdad sin herir a nadie[2]. Acto seguido, una de ellas comienza a tocar un arpa y luego le sucede un fundido a negro. Fellini tuvo esa libertad al hacer esta película, una de las obras cumbres del séptimo arte. La libertad de reflexionar, al mismo tiempo de reírse de sí mismo y del mundo cinematográfico; y la libertad de dejarnos a nosotros, su público, esas reflexiones y esas risas.

Constituye -pienso yo- junto con La dulce vida, Satyricon, Amarcord y Casanova, lo más representativo de Fellini; sin que desmerezcan otras de sus cintas como La strada, Giulietta de los espíritus, Las noches de Cabiria, La ciudad de las mujeres,… Gracias Federico por universalizar tus alegres y nostálgicos recuerdos de infancia en Rímini, tus sueños, y dejarlos como Patrimonio de la Humanidad en una filmografía inmortal.

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Trivia: Las primeras proyecciones de la película presentaban escenas con tonalidades sepia o azul (dependiendo de la copia), para diferenciar que las mismas se trataba de imaginaciones o sueños de Guido[3], mientras que el blanco y negro era la historia "real". Las restauraciones posteriores obviaron esa distinción.


Escena inicial


Escena de la Saraghina


Escena de Guido con sus mujeres, a veces llamada “escena del harén”


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[1] Traducción libre del texto que figura en http://it.wikipedia.org/wiki/Otto_e_mezzo
[2] Traducción libre de “Mie care, la felicità consiste nel poter dire la verità senza far mai soffrire nessuno”, que figura en http://it.wikiquote.org/wiki/8%C2%BD
[3] Tomado de http://it.wikipedia.org/wiki/8_%C2%BD


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Proyecto El chico

En 2007 realizamos un proyecto en ambiente Web 2.0: traducir la película -en dominio público- El Chico, de Charlie Chaplin (1921), a diversas lenguas. Inicialmente en Google Video se tradujo a 26 lenguas, 4 de ellas por humanos: 3 por colaboradores de Portugal, Francia e Italia, y el autor de este blog. Las demás lenguas se tradujeron vía traductores online, la mayoría a través de Translate Google. Ahora la película está en YouTube, con intertítulos en 12 lenguas. Más información sobre este proyecto en este enlace. Ver la película en YouTube.

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