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No todo cambia a través de los siglos
La película Intolerancia,
realizada por el pionero David Wark Griffith
en 1916, es una monumental obra del cine, y probablemente sea el film más
importante de la era silente. Griffith,
considerado el padre de la puesta en escena del cine, sentó las bases para ello
en esta super producción. Intolerancia,
como su nombre indica, versa sobre esta constante característica de la
naturaleza humana. En cuatro historias: la caida de Babilonia, la pasión de
Cristo, la masacre de San Bartolomé y una historia ambientada en la época en
que se realizó la obra, nos muestra que siempre ha existido la intolerancia y
ha dado funestos frutos para todos. En la historia contemporánea, sin embargo,
el personaje injustamente acusado de un homicidio logra salvarse de la horca
gracias a que la verdadera culpable confesó el crimen. “La verdad os hará
libres”. Griffith, de esta forma, plantea que hay una posibilidad de que el
Hombre execre la intolerancia de entre sus emociones. Típico final feliz de
Griffith, y del cine posterior a él. Para apreciar bien esta obra, el
espectador debe intentar ubicarse en el contexto en el que fue hecha (hace ya
un siglo): los victorianos años de inicio del siglo XX; también años de inicio
del cinema, y estreno de una nueva forma de narrar el argumento
cinematográfico, con la que el público –y también la crítica- no estaban
familiarizados.
Las cuatro historias corren paralelas,
y presentan un desarrollo narrativo lineal, aunque se intercalan escenas de una
historia a otra a lo largo de las 3 horas de duración, cada vez con mayor
rapidez y con menor duración las escenas de cada una, hasta llegar al climax
final de la película, cuando todas convergen y un mensaje de corte
moralista sella el final. Es de hacer notar varias características de esta
película que son de uso común hasta nuestros días por los realizadores
cinematográficos. El montaje y la forma de contar la historia es una de ellas.
Griffith es el director que dejó la huella indeleble en lo que refiere al
lenguaje cinematográfico. Él es el creador del lenguaje cinematográfico del
tipo relato. Los Lumière
desarrollaron un lenguaje más mediático,
captador de espectadores (cosa que hizo que el cine se masificara), mientras que el discurso de Méliès era más
surrealista, circense, fantástico (dando origen al cine de ciencia ficción). El relato cinematográfico, tal como hoy lo conocemos, se
lo debemos a Griffith. Sentó las bases de lo que hoy es el cine de autor. En Intolerancia se pueden observar tomas fuera de campo
y close-ups que, insertados en la historia, obligan al espectador a armar por
sí mismo la historia: ésta es ensamblada a partir de elementos explicitados.
Algunos close-ups son premonitorios de las miradas-cámaras que utilizaría como
recurso discursivo el gran cineasta sueco Ingmar Bergman. Esto obligó a que las
actuaciones fueran muy cuidadas.
Otra característica digna de
nombrar es la colosal escenografía y vestuario de las historias de la caida de
Babilonia y de la masacre de San Bartolomé. Escenografías que luego se verían
en las películas épicas de Cecil B. DeMille y de otros cineastas. Se utilizaron más de 3.000 extras(1),
y el monto de la producción sobrepasó los 2 millones de dólares de la época, si
bien comercialmente fue un fracaso del que Griffith no se recuperó hasta la
creación de United
Artists. Especial mención merecen las escenas de elegante erotismo que
envuelve al harén de Babilonia, totalmente novedosas para la época; y las del majestuoso palacio con la gigantesca escalinata, donde se celebró el festín (fotos adjuntas). No menos
lo son algunos efectos especiales, que al espectador de hoy no le asombrarían,
pero que son los “abuelos” de los efectos de hoy.
Sensual y elegante erotismo en el harén de Babilonia
La majestuosidad de monumentales escenografías jamás vistas en el cine
A decir de algunos, Intolerancia
fue inspirada por una cinta, también épica, del cineasta italiano Giovanni
Pastrone: Gaviria, de
1914. Adicionalmente, las críticas de racista que pesaban sobre Griffith, tras
la propuesta de su anterior producción, El
nacimiento de una nación, le llevaron a rodar una respuesta al público y a
la crítica, en defensa propia. Seguramente no se entendió el sarcasmo implícito
en El nacimiento de una nación, que más que una apología sobre el racismo, es
una crítica al mismo.
En relación con la tolerancia,
solo cabe reflexionar si realmente la nueva onda, de ver con buenos ojos(2) la tolerancia “extrema”, es realmente conveniente. Producto de la tolerancia
extrema resultan leyes que protegen los derechos de los victimarios más que los
derechos de las víctimas y de sus deudos, surge un ambiente de anomia social, y
lo anormal se institucionaliza por la excesiva permisividad. Se ha llegado a la aberración de pagarle sueldo a los presos
en una sociedad como la nuestra, donde hay gente pobre –víctima del delito- que
sí requiere la ayuda. ¿Es realmente conveniente la tolerancia extrema?
El co-fundador de United Artists (junto
con las luminarias Mary
Pickford, Charlie
Chaplin y Douglas
Fairbanks), nos legó obras de gran factura, el lenguaje cinematográfico
moderno y la forma de hacer montaje que, si bien han sido mejoradas, aún hoy perduran. Una obra de cuyo disfrute no se debe privar ningún cinéfilo, pues se trata de una obra maestra del cine.
(1) Cabiria también empleó miles de extras.
(2) Exagerando, de cierta manera, nuestro grado de “civilidad”, y confundiéndola
con “permisividad”.
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